Capítulo 15

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―Cualquiera de los tres sería capaz de crear una epidemia de grandes dimensiones, claro está, pero creo que el problema con los de rojo seguirá si tienen voluntad suficiente.

―Esperaba una respuesta menos abierta, pero bueno, la voluntad se puede comprar con medicamentos. ¿No es así? ―En lugar de encontrarse con mis ojos deslucidos, observó el fondo de mi alma―. Cuando sus cuerpos no aguanten más, ellos se entregarán a la justicia sólo para ser curados. Harán lo que sea por salvarse, el instinto de supervivencia siempre será mayor.

―No todo el mundo se resigna a morir con la cabeza abajo. ―Suspiré―. No todo el mundo está dispuesto a entregar su vida a otros sólo para aplazar su destino.

»Me niego a permitir que sigan aprovechándose de quienes no tienen nada qué ver con esa guerra tan patética, ellos serán siempre los más afectados, incluso más que esos terroristas, incluso más que el gobierno. No voy a permitir que liberen ninguno de los patógenos.

―¿Y qué le está pasando a Payne?, ¿desde cuándo le están preocupando las personas? ―Milroy comenzó a reír, luego todos los demás en la mesa.

No fue vergonzoso, sentía asco, una inmensa repulsión por mi propia persona, era inválida cualquier buena intención que tuviese, cualquier anhelo u opinión se ahogaban en el fango al que entré. Quería morir rápido, no humillarme.

―Ya, dejen las conversaciones pretenciosas para otra ocasión, se me acaba el tiempo antes de volver a mi lugar. Payne, elige o nosotros seremos los que demos el veredicto final ―regañó el del reloj dorado, cambiando su expresión risueña por un gesto más sobrio. Volvía a ver sus números con desprecio.

―No es una conversación pretenciosa, es mi protesta ―refuté con mi puño sobre la mesa―. Pero bien, sabía que iban a obligarme a tomar una decisión para que la culpa me pertenezca.

»Me queda decir que deben usar el virus 74, es el mejor camino. Lo había nombrado como Nox Sanguine por el color oscuro de la sangre que emanaba de los sujetos de prueba en fases avanzadas de la infección, no tenía ánimos para nombrar cosas ese día, así que recurrí a mis paupérrimos conocimientos de latín.

»Por una nota recuerdo que no muta tan rápido como los demás, pero puedo arreglarlo sin ningún problema, incluso me encargaré de mejorar su resistencia. Podríamos enviarlo a Gibson en cualquier cosa como un sobre, sería sencillo fingir que queremos ayudarles y luego darles a firmar su propia sentencia de muerte. El caballo de Troya que necesitan está aquí. ―Me señalé.

―¿Por qué serías tú? ―cuestionó Milroy―. Podemos enviar a algún militar especializado o a un sujeto de prueba infectado.

―Cualquier otra persona correría el riesgo de ser descubierta, yo ya lo estoy. No tengo nada qué perder e incluso podría contagiar a otros en el camino, ¿no es eso lo que ustedes y el gobierno necesitan? ―Sonreí con picardía―. Sí, tengo un conocido en la resistencia, el asesino de los ministros y otros miembros, él puede caer fácilmente e incluso tener la mala suerte de ser el primero.

―Es un buen plan. ―Fue lo único que dijo. Sonaba incómodo y con una expresión de lástima ahogada, era un gesto leve, pero fácil de leer.

―Y eso implica que dejes las instalaciones, ¿no es así? ―cuestionó el veterano―. Es demasiado riesgoso y más por el lugar al que te diriges.

―Vamos, ya es momento de desecharme por completo. Yo misma me encargué de convertirme en basura. ―Mi sonrisa no se iba, incluso cuando mi rostro se sentía demasiado cansado para sostener aquella expresión―. Si me matan, ellos terminarán con sus entrañas licuadas y podridas, si no lo hacen, también.

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⏰ Última actualización: Oct 28 ⏰

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