🔥CAPITULO 36🔥

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Juliette

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Juliette.

Dos días después…

Por los incesantes golpes en la puerta de mi habitación se que es Arnold, ha estado golpeando y gritando a todo pulmón del otro lado de la puerta desde que llegué a la casa, sin embargo hoy parece tener menos paciencia con la renuencia de su hijo a verme porque hace que uno de sus hombres patee la puerta para abrirla.

A nadie le sorprende el hecho de que no esté lo suficientemente en forma como para no poder patear la puerta por el mismo, pero obviamente nadie se lo dice.

¿Quién insultaría a su boss? La máxima autoridad aquí, la persona a la que le juras lealtad a muerte incluso si es un misógino, imbécil hijo de puta.

Zacharie: Parece que no entiendes las advertencias a las buenas padre.

Arnold: Al parecer el que no entiende nada eres tú —mira hacia uno de sus hombres y le hace una seña vaga con la mano antes de que esté desaparezca y vuelvo a entrar con tres personas más aparte de Bastien y Jerome que miran todo con recelo— estos doctores te ayudarán con tu recuperación.

Juliette: Hasta parece que tienes corazón.

La mirada de asombro de todos no pasa desapercibida, no es sorpresa para nadie que antes no había respondido mucho, pero había una razón para ello, mi voz, estar constantemente amenazada con que si le responderlas te quedarías muda no es algo que le desee a mucha gente, especialmente a los que apenas y tienen voz, pude conversar mi voz aquella noche hace tantos años y planeo conservarla por lo que me quedé de vida.

Pero ya no permitiré que mis miedos me dominen, soy capaz, soy fuerte, soy una jodida arma, debió pensar bien si le convenía entrenarme.

Arnold: ¿Quieres enojarme bebé? Porque puedo adelantar la boda y desquitar mi enojo en la noche de bodas.

Juliette: Hazlo, llama a un juez ahora y reza para que esa noche sea yo la muerta y no tú.

Bastien me sonríe detrás de él y me guiña un ojo, se que me estoy sonrojando porque el imbécil egocéntrico se ríe.

Arnold: Te ruborizas de solo pensar en nuestra noche de bodas bebé.

Ruedo los ojos y me río sin ganas.

Juliette: Puedo asegurarte que tu hijo hace mucho mejor trabajo que tú en esa área.

Arnold: ¿Cómo…

Juliette: Ahórrate las preguntas estúpidas Arnold, sé que eres medio corto de mente, pero no tenía idea de cuánto, obviamente se cómo folla tu hijo —le sonrío— mi hermano, lo hace muy rico —me muerdo el labio inferior recordando a propósito esa noche y sonrojandome— muy rico.

La boca de Arnold sé encuentra abierta, tiene los puños apretados a sus lados mientras mira a su hijo como si estuviera matándolo cuando todos en esta habitación saben que no puede moverse lo suficientemente rápido como para siquiera rozarle.

Arnold: Eso no importa porque el día de la boda, en la noche serás mía, será mi apellido el que lleves.

Zacharie: Llevamos el mismo apellido.

Imbécil murmura rodando los ojos y yo me río.

Juliette: ¿No trajiste médicos? Déjalos y vete.

Hombre: ¿Quiere que la castiguemos señor?

Juliette: Si puedes, ¿Te hiciste una rinoplastia John? Recuerdo que la tenías un poco inclinada la nariz la última vez que te ví.

Señaló su nariz moviendo mi dedo de arriba a abajo con ojos entrecerrados como si estuviera evaluando su nariz aunque se perfectamente que esa es nueva porque la suya la rompí.

John: Te recuerdo inconsciente en el suelo.

Juliette: No por ti claro está, pero bueno, es común en ti robarle el crédito a los demás.

Arnold: ¡Bueno basta ya! ¡Tú —me señala antes de señalar detrás de él— ellos serán los encargados de tu recuperación, tienes tres semanas para empezar a correr si no quieres consecuencias!

Zacharie: ¿¡Tres semanas!? ¿Estás jodidamente loco? No podrá caminar bien al menos por cuatro meses.

Arnold: Correrá en tres semanas o le cortó las piernas y la postró en silla de ruedas.

Zacharie: Inténtalo maldito imbécil.

Zack levanta su arma y junto a Jean y Damien que estaban a su lado lo apuntan, no me siento bien con eso, especialmente porque aquí no solo hay un maldito ejército capaz de matarlos, sino porque yo quiero caminar.

Se que hacerlo en tres semanas es imposible a menos que prácticamente me torturen, que como es él quien trajo a estos doctores estoy segura de que así será, pero quiero ser capaz de poder defenderme, correr, quiero ser capaz de poder traerme mi propia agua e ir al baño.

Juliette: Lo haré.

Damien: ¿Qué?

Juliette: Lo haré, ahora deja a los doctores y vete, tu asqueroso rostro me agria el día.

Aprieta la mandíbula y no dice nada al ver que Zack sigue apuntándole, muchos de esos hombres lo defenderían, pero Arnold sabe tan bien como nosotros que muchos de ellos prefieren a Zack.

Arnold: Tres semanas bebé o te quedarás sin piernas permanentemente.

Sonrío de lado, no sabe lo que hace al amenazarme, porque eso solo aviva una llama que siempre quema en mi interior.

Bastien: Bien hecho cielo.

Empieza a irse junto a los demás.

Juliette: Precioso —se detiene al escucharme decirle el apodo que le decía de niños y me mira por encima de su hombro— ¿Sabes que puedes mirarme de cerca verdad?

Su rostro enrojece levemente.

Bastien: Es más divertido así.

Juliette: Como tú digas precioso.

Se va, pero se que nunca está lejos, siempre está mirándome.

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