— Pss, hyung — el susurro de esas palabras se coló por los ventanales del salón de clases, llegando casi como la electricidad al castaño.
Kim Dan prestaba atención al escriba, tomando notas en el pergamino. Su posición era recta y esbelta, con esa belleza hechizante a pesar de tener solo 9 años.
Pero ¿qué era esa vocecilla que lo perturbaba? Una vez la reconoció, abrió los ojos y se quedó inmóvil, volteando muy lentamente; esta sensación de déjà vu era frustrante.
Cuando logró voltear hacia el ventanal, lo vio, con los ojos llenos de brillo y agitando las manos, haciendo todo por captar su atención.
Era el pequeño príncipe de 7 años, casi un hermano para él: Joo Jaekyung, intentando llegar con sus manos a la cima del ventanal, con el fin de llamar a su hyung. Qué irresponsable.
Entre la espada y la pared, el omega no tuvo más opción que pedir permiso a su profesor y dirigirse afuera.
— ¿Qué hace aquí, su alteza? — lo tomó de las muñecas y lo alejó de la vista del salón.
— Adivina qué, hyung. Tengo buenas noticias. Mi padre te permitió acompañarnos a los Templos de Jade.
— ¿Qué? — A Dan se le fueron los colores. ¿De qué forma logró colarlo en un viaje tan importante? Solo la familia real tenía permitido viajar allí. — ¿Por qué dice eso, su alteza?
— Porque te lo prometí, te dije que iríamos juntos, hyung. ¿O acaso no me crees?
— Eh? no, c-claro que te creo, solo... no sé cómo lo conseguiste. Al emperador no le va a gustar que yo...
— Yo soy el futuro emperador, hyung — las palabras que antes eran dulces y melodiosas tomaron un tono oscuro y sombrío. — No hay nada que no pueda hacer; tenían que dejarte ir, quieran o no.
Era inevitable no sentir un cierto temor cuando este niño pequeño le hablaba así. Sabía que cuando su alteza quería algo, no había fuerza en el mundo que se lo impidiera, pero como niño al fin, la idea de visitar un lugar tan famoso lo emocionaba.
— Vale, le diré a mi abuela. Seguro me pedirá que haga mis oraciones allí.
— Sí, será muy divertido; la pasaremos bien.
El príncipe tomó su mano, no sin antes dedicarle una mirada a su hyung y contemplarlo muy detenidamente, hasta que sus mejillas ardieron en un rojo carmín intenso.
— B-bien, regresaré a clases, su alteza, con su permiso.
El príncipe sonrió, se escurrió por los pasillos. Él mismo se había fugado de sus clases matutinas en busca de su hyung. Hacía cualquier cosa por estar cerca de él, aunque se metía en problemas por ello.
A la mañana siguiente, la embarcación real abandonó el puerto rumbo a los Templos de Jade, un lugar majestuoso y colosal. Se dice que las parejas que no lograban tener hijos iban allí para pedirle al Gran Dragón dorado, y este concedía sus deseos.
Pero solo la familia real podía disfrutar de estar allí. Incluso la propia emperatriz, cuando aún vivía, visitó ese sitio en busca de ayuda, pues su embarazo fue difícil y doloroso.
— ¡Gané, gané una vez más! Como siempre~— canturreó Heesung llegando al mástil. — Son unos perdedores, jaja — se burló de ellos.
Jaekyung, Dan y el hijo de la princesa, Heesung, corrían por la cubierta del barco, jugando a las escondidas, esquivando los obstáculos del barco en un intento por saber quién era el más fuerte.
Dan fue el siguiente en llegar, pero vio que el príncipe no estaba a su lado, así que lo llamó.
— ¡Su alteza, ya puede salir!
— Sí, venga Jaekyung, te toca contar a ti esta vez — el príncipe de cabello melocotón buscó por todas partes a su tío, pero no lo encontró — Ah, Jaekyung siempre hace trampa, seguro se esconde para luego colarse al mástil. No es justo.
— Está bien, príncipe Heesung, yo buscaré a su alteza.
El omega comenzó a caminar por la cubierta, buscando en cada rincón donde pudiera estar el pequeño príncipe. Pero no lo encontró por ningún lado.
Frustrado, decidió buscar en los camarotes y lo vio dentro de una habitación. En cuanto se acercó a la puerta, una fuerte sensación lo hizo estremecerse.
El niño no sabía, pero aquella habitación estaba llena de feromonas dominantes.
— Su alteza, ¿se encuentra bien?
— ¿Hyung? — con lágrimas en los ojos y respiración agitada, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza —. Qué bueno que estás aquí — murmuró.
— S-su alteza está ardiendo, ¿otra vez tiene fiebre? Hay que llamar a su majestad y...
— No, por favor, no llames a nadie, quédate... quédate conmigo, por favor.
Dan dudó un poco, pero al sentir cómo su túnica era manchada por las lágrimas del pequeño, suspiró y lo recostó en la cama.
— Está bien, me quedaré contigo, pero debes descansar, ¿entendido?
El niño asintió y junto se acostaron, tomándose de las manos y mirándose fijamente.
— Hyung, cuando sea grande... y me convierta en el emperador, ¿te vas a casar conmigo, verdad?
Dan entrecerró los ojos, por alguna razón se sentía débil y fatigado, como si no pudiera pensar con claridad.
— S-sí, está bien, su alteza — soltó sin pensar muchos, sintiéndose muy cansado y somnoliento.
— ¿Me lo prometes, hyung? — lo miró expectante, atento a su respuesta como si su vida dependiera de ello.
El omega apenas asintió y quedó completamente dormido. Jaekyung suspiró y lo miró detenidamente, dándole un suave beso en la mejilla.
— Te quiero mucho, hyung, muchísimo.— undio su cabecita en el pecho del castaño, colándose e re sus brazos.
— Oh, ¿estabas aquí? — la voz de su sobrino irrumpió en su camarote — Oye, ¿por qué juegan ustedes solos? ¿Y por qué hay algo raro en el ambiente? Es un olor desagradable.
Jaekyung levantó la vista y miró detenidamente al niño. Este retrocedió un poco al ver el rostro de su tío, quedando a cierta distancia de la entrada.
— J-jaekyung, ¿te sientes bien? ¿Qué le pasa a tus ojos?
— Aléjate de mí, hyung - gruñó furioso, y ahora sus ojos grises se habían vuelto dorados intensos — ¡Aléjate!
— ¡Estás loco, le diré a mamá!
El chico corrió asustado en busca de la princesa, y Jaekyung volvió a recostarse junto a Kim Dan. Lo miraba detenidamente, y tomó sus manos delgadas entre las suyas.
— No te preocupes, hyung, nunca permitiré que nadie te haga daño. — apartó los flecos de su carita dormida y le sonrió antes de cerrar sus ojos —siempre...siempre estaremos juntos....
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¿Destino O Desgracia?/ Jinx Fanfic
FanfictionEspero que cuando me recuerde, no sea demasiado tarde su majestad...