Capítulo 7

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Es difícil ver el rostro de Heesung apesadumbrado. Normalmente es un hombre sonriente y despreocupado, libre y espontáneo. ¿Por qué se frunce su ceño mientras camina a paso apresurado?

Sus pisadas son fuertes y resuenan en los kilométricos corredores del palacio. Aún era temprano, el sol no estaba en la cima, y en un día tan importante, Heesung parecía cargar consigo una mezcla de furia y preocupación.

Se detuvo frente a las grandes puertas de la habitación de su progenitora. A través de los cristales con esmeraldas incrustadas se podían escuchar risas y pláticas alegres.

El joven príncipe, tensando la mandíbula, hizo una señal a los guardias que cuidaban la entrada. Estos no dudaron en acatar sus órdenes.

—Oh, su alteza, tiene usted una piel muy bonita —una joven sirvienta sonreía coqueta, untando en los blancos hombros de la princesa un aceite aromático.

—Y tus manos son increíbles —la mujer suspiraba, siendo víctima del relajante masaje.

Madre, tenemos que hablar —el tono de Heesung hizo que la princesa abriera uno de sus ojos y, segundos después, frunciera el ceño. Conocía a la perfección esa expresión en la cara de su hijo.

—¿Qué sucede, querido? —cerró los ojos, intentando restarle importancia a lo que su cachorro pudiera decir.

—Ya debes saberlo, ¿verdad? —se acercó a la princesa—. Solo no puedo entender cómo es que estás tan calmada.

—¿Debería sorprenderme?

—Madre, Jaekyung ha pasado los límites. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

—Heesung, querido, ¿acaso es la primera vez que tu tío duerme con un omega?

—Por los dioses, ¡ese omega no es cualquiera, se trata de Kim Dan, madre! Él ni siquiera forma parte del harén, ¿por qué tenía que lastimarlo de esa manera?

La mujer suspiró profundamente e hizo una señal a las sirvientas para que se retiraran. Se puso de pie, colocándose una bata, y se acercó a tomar una copa de vino.

—Era evidente que esto sucedería —finalmente habló, aunque no miraba a su hijo; su vista estaba perdida en la nada—. Lo supe esta mañana. De hecho, todo el palacio lo sabe; los chismes del harén se riegan como pólvora desde siempre.

—¿Y no harás nada? ¿Simplemente te quedarás de brazos cruzados?

Heesung —se volvió a mirarlo, dando peso a sus palabras—, tu tío es el emperador; su poder va mucho más allá del mío. ¿En serio crees que podría negarle algo así? Si es su deseo que Kim Dan forme parte de su harén, ¿quiénes somos tú y yo para...?

—Eres increíble —el ambiente se volvió tenso, y Heesung se frotaba las sienes, lidiando con una carga de feromonas descontroladas—. ¿Por qué siempre es así? ¿Por qué cuando se trata de Jaekyung, es como si nada más importara? No solo ahora, desde siempre; el abuelo y tú siempre apoyando las malcriadeces del tío. En cambio, a mí me castigaban por salir a jugar al pueblo, cuando Jaekyung hacía cosas mucho peores.

—¿A qué viene todo eso? ¿De qué estás hablando?

—Estoy diciendo que siempre te haces la ciega cuando se trata de Jaekyung. No importa cuán crueles o malas sean sus decisiones, tú siempre encuentras un motivo para justificarlo, madre. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué es Jaekyung tan especial?

La princesa frunció el ceño y, por unos instantes, pareció perder aquella postura estoica que se esforzaba por mantener. Sin embargo, no cedió ante la provocación de su hijo. Tras dar un largo suspiro, respondió con tranquilidad:

¿Destino O Desgracia?/ Jinx Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora