-Ni de coña.- Me gire en redondo a la persona que tenía detrás.
-Tampoco es una idea tan mala.- Soltó rodando los ojos.
-¿Pero tú estás loco o qué? ¡Que me puedo matar haciendo eso!- Me da a mí que este no sabe nada de seguridad.
La grandiosa idea que había tenido mi querido vecino había sido que yo, trepará por el árbol que había justo al lado de mi casa y que desde este, saltara hasta la ventana de mi cuarto.
-No te puedes matar porque primero, tampoco hay tanta distancia del suelo a tu ventana y segundo, yo voy a estar aquí. Así que, si te pegas un pepinazo contra el suelo, llamaré a una ambulancia. ¿Te vale?- Me dijo mientras cruzaba sus brazos y me miraba creo que ya un poco cansado de mi.
-Claro, y si te parece también hago un mortal hacia atrás.- Le contesté yo cruzándome de brazos como él.
-Bueno, si lo quieres hacer, por mí no hay ningún problema.- Me dijo con indiferencia.
¿Pero este quién se cree? ¿Que es el rey de Inglaterra o qué?
-Si piensas que voy a hacerlo estás muy confundido porque no tengo ni la más mínima intención de intentarlo.- Lo miré por primera vez muy segura de mí misma.
Este, se inclinó alzando las cejas notoriamente sin despegar la mirada de la mía. Se quedó en esa posición unos segundos y de pronto, se irguió y se quedó mirando el árbol.
-¿Puedes confiar en mí?- Me preguntó sin despegar la mirada del árbol.
-Eeee pues técnicamente te acabo de conocer y además no sé ni cómo te llamas así que no sé si está en tus capacidades poder preguntarme eso.- Y era verdad. Lo acababa de conocer y no sabía ni su nombre.
Haber, técnicamente lo sabía porque me lo dijo Liam pero no es que él lo supiera.
El mastodonte apartó la mirada del árbol y la posó en mi, como si lo que le acabara de decir no fuera precisamente lo que él quería que yo respondiese.
-¿Dónde decías que estaban las llaves?- Me preguntó de sopetón cambiando de tema sin ni siquiera parpadear.
-Creo que en la planta de abajo encima de la encimera de la cocina ¿por qué lo preguntas?- Le pregunté intentando adivinar lo que le podía estar rondando por la cabeza.
En lo que pudieron haber sido segundos, mi vecino ya no se encontraba delante mía. Si no trepando el árbol tan rápido que no tardó ni un minuto en llegar a lo alto de este.
Por mi parte la cara que tenía que tener sería un poema. Haber, no te esperas que un desconocido vaya a entrar dentro de tu casa trepando por un árbol, estando tú como una tonta plantada mirándolo.
Por fin reaccioné y me dispuse primero, a abrir la boca lo más que podía porque no me creía lo que estaba viendo. Segundo, a fruncir el ceño porque había trepado mi árbol y quería colarse dentro de mi casa sin mi consentimiento.
-¿¡Pero se puede saber que se supone que haces!?- Grité como una histérica mientras corría para ponerme debajo del árbol.
-Pues trepando un árbol, ¿no lo ves?
Si no lo haces tienes un problema bastante grabe de vista.- Me contestó tan normal saltando del árbol al interior del balcón de mi dormitorio.Y sin más entró dentro de este mientras yo me quedaba con la boca todavía abierta.
A los pocos minutos, salió por la puerta principal, como si estuviera en su propia casa. Mis preciosas llaves estaban girando sin parar en sus dedos como si fueran un molino de viento.
-Tienes una casa muy bonita, ¿sabes?- Paró de girar las llaves y cerró la mano quedando estas en su interior.
Mis ojos, que no se despegaban de ellas, dirigieron su atención a la persona que las portaba.
-Eee... gracias, supongo. Ahora me puedes dar las llaves para poder entrar, está empezando a hacer un poco de frío.
Y no era mentira. La temperatura había caído en picado y las únicas prendas que tenía puestas eran una camiseta de mangas cortas y unos pantalones de algodón para hacer deporte.
Lo único que quería era entrar en mi casa, porque seguro que ya iban a venir mis padres y no quería que me echaran la bronca por olvidarme de las llaves.
Aparte, quiero seguir viendo la serie ya que está bastante interesante.
-Mmmm... no.- Me dijo poniendo una cara como si se lo estuviera pensando hasta que clavó sus ojos azules en los míos.
-¿Cómo que no? Son mis llaves.- Le recalqué por si se le había olvidado.
-Ya sé que son tus llaves, he perdido cinco minutos de mi vida para poder cogerlas y dártelas.- Me contestó cruzando sus brazos y poniendo por primera vez una sonrisa.
Pero esa sonrisa no es la típica que te da la gente cuando le sujetas la puerta de un restaurante para dejarle paso.
No. Esa sonrisa es cuando alguien te quiere hacer algo no muy bueno para que te acuerdes de esa persona. Y no me gusta nada que me esté dando justo esa.
-No entiendo a lo que quieres llegar. ¿Qué quieres?, ¿un premio, una palmadita en la espalda...?
-No. Ya que yo te he hecho un favor a ti. Creo que lo correcto sería que tú me dieras otro a cambio.- Soltó mirándome con superioridad.
-Eee... te equivocas. Yo en ningún momento te he pedido que treparas como un mono y saltaras dentro de mi casa así que dame mis llaves.- Le contesté poniendo mi mano abierta entre nosotros.
Este, por su parte, se quedó mirándola y subió una ceja mientras se mordía el labio inferior.
-Si quieres tus llaves, me debes un favor. Así de simple. La verdad es que me gusta mucho este llavero y bueno no me importaría quedármelo.
Ni de coña. Ese llavero es sagrado, es mío y no pienso que me venga un chulo de dos metros a decirme lo que tengo que hacer.
-Haber, si piensas que te vas a quedar con mis llaves, estás muy equivocado.
No te tengo porque dar nada ya que no te he pedido ningún favor. Así que lo que tú has hecho ha sido un acto de solidaridad que por si no sabes lo que es, significa hacer favores a los demás sin pedir nada a cambio. Por lo que no te voy a hacer ningún favor.Dije todo eso tan deprisa que por un momento creía que me quedaba sin aire.
Mi vecino, por otra parte estaba mirándome con los ojos abiertos y las cejas levantadas, pero por muy raro que parezca, con una sonrisa.
De pronto, asintió y me puso las llaves en la mano que sin darme cuenta había quedado bastante cerca de su cara.
-Que tengas una estupenda noche "osito".- Me contestó remarcando cada palabra haciendo que me tensara. ¿Cómo sabía...? ¿¡Había estado espiando en mi cuarto?!
Por su parte, se dispuso a meter las manos en los bolsillos de los pantalones y a empezar a caminar de forma segura en dirección a la casa de en frente.
-Ya te pediré el favor que me debes Claire.- Dijo sin mirar en ningún momento hacia atrás.
Y allí me dejó. Con unas cuantas preguntas que hacerle y con unas ganas terribles de gritarle en la cara.
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Nosotros en el amanecer
RomanceClaire se muda con su familia a una nueva ciudad en su último año de instituto antes de entrar a la universidad. Allí, conoce a su nuevo vecino que le sacará de todas sus casillas por el carácter de engreído y gruñón que tiene. El primer problema:...