Capítulo 1: El Último Sol

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La ciudad de NeoLumen se extendía como una araña metálica sobre un desierto desprovisto de vida. Edificios de acero y cristal se erguían en forma de agujas que arañaban un cielo perpetuamente gris. Las calles estaban llenas de sombras, pero no de personas; eran las sombras de las máquinas que gobernaban cada aspecto de la vida cotidiana.

En el centro de la ciudad, una torre se alzaba más alta que todas las demás, dominando el horizonte con su presencia ominosa. Era la Torre del Consejo, el corazón palpitante del poder en NeoLumen. Desde allí, los miembros del Consejo Supremo dictaban las leyes que regían las vidas de todos los habitantes.

Lía se movía con sigilo por los oscuros pasillos de su complejo habitacional. Sabía que las cámaras de vigilancia eran omnipresentes, pero también sabía que los sistemas de monitoreo tenían puntos ciegos, lugares donde la tecnología no podía penetrar. Era en estos lugares donde Lía había aprendido a ocultarse, donde planeaba su resistencia silenciosa.

A sus 28 años, Lía había visto desaparecer a amigos y familiares, "desvanecidos" en la noche sin dejar rastro. La razón oficial siempre era la misma: desobediencia civil, subversión, peligro para la estabilidad social. Pero Lía sabía la verdad. Eran los pensamientos libres, las ideas de cambio, las que se castigaban con la desaparición.

Cada día era una lucha por la supervivencia, no solo física, sino también mental. La propaganda del Consejo Supremo inundaba cada pantalla, cada pared, cada rincón de la ciudad. La libertad es el caos, decían. La obediencia es paz. Pero Lía no podía aceptar eso. No después de haber descubierto el diario de su madre, escondido entre las paredes de su antiguo hogar.

El diario hablaba de un tiempo antes de la Torre, antes de las máquinas, cuando el sol brillaba libre y las personas podían pensar y hablar sin temor. Era un tiempo perdido, una era de mitos y leyendas, pero Lía estaba decidida a descubrir la verdad.

Esa noche, Lía se reunió con su grupo en uno de los sótanos abandonados de la periferia de la ciudad. Eran pocos, pero estaban unidos por un objetivo común: derrocar al Consejo y devolver la libertad a NeoLumen. Habían encontrado un antiguo sistema de túneles subterráneos que conectaban varios puntos clave de la ciudad, y estaban listos para utilizarlo.

—Esta es nuestra oportunidad —dijo Lía, extendiendo un mapa viejo y arrugado sobre la mesa. Su voz era firme.


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