Capítulo 4: Las Sombras del Amanecer

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Las luces de emergencia parpadeaban intermitentemente en la Torre, creando un juego de sombras que se movían como espectros en los muros de acero. La alarma aún resonaba, pero el eco de la voz de la madre de Lía había dejado una marca indeleble en los corazones de los ciudadanos. Mientras los miembros de la resistencia luchaban por abrirse camino hacia la superficie, la ciudad de NeoLumen comenzaba a despertar de su largo letargo.

Lía y su grupo avanzaban con cautela por los pasillos ahora desprovistos de la vigilancia opresiva que los había mantenido a raya. Marcos, cubierto de sangre y sudor, mantenía un ojo vigilante mientras Ana y los demás se aseguraban de que nadie quedara atrás.

—Tenemos que llegar al núcleo de datos —dijo Lía, su voz firme a pesar del cansancio. —Ahí es donde podemos asegurarnos de que el Consejo no recupere el control.

—¿Cómo piensas hacer eso? —preguntó Ana, jadeando mientras seguía a Lía.

—Mi madre dejó más que un mensaje. Dejó un programa que puede reescribir los algoritmos de control del Consejo. Si lo activamos, podríamos deshabilitar permanentemente su capacidad de vigilancia y control.

Marcos asintió, reconociendo la importancia del plan. Sin embargo, los corredores estaban plagados de soldados desorientados, tratando de restablecer el orden en medio del caos. La resistencia no podía permitirse una confrontación directa. Tenían que moverse rápido y con precisión.

Al llegar a la sala del núcleo de datos, Lía se encontró ante una puerta blindada, mucho más avanzada que las anteriores. Sabía que no podía simplemente hackearla; necesitaría algo más.

—Necesitamos una clave de acceso —murmuró, mirando a su alrededor. —Debe haber una terminal secundaria cerca.

Marcos y Ana se dispersaron, buscando algún punto de acceso. Fue Ana quien encontró una pequeña consola escondida detrás de un panel falso en la pared. Con manos temblorosas, Lía conectó su dispositivo y comenzó a trabajar.

El tiempo parecía detenerse mientras tecleaba furiosamente. Cada segundo que pasaba era una eternidad, cada pulso de las luces una cuenta regresiva silenciosa. Finalmente, con un chasquido y un zumbido, la puerta se abrió.

La sala del núcleo de datos era una catedral de tecnología. Filas de servidores y pantallas llenaban el espacio, irradiando un calor y una energía casi palpables. Lía se dirigió rápidamente a la terminal central y conectó el programa que su madre había dejado.

—Necesito unos minutos —dijo, su voz más serena de lo que se sentía.

Mientras Lía trabajaba, Marcos y Ana se posicionaron para defender la entrada. Podían oír el tumulto acercándose; los soldados del Consejo no tardarían en encontrarles. Sin embargo, Lía permanecía concentrada, su mente bloqueando todo excepto el código frente a ella.

De repente, las pantallas se llenaron de un mosaico de colores. El programa se había activado. Una a una, las luces de las cámaras de vigilancia se apagaron, los drones de patrullaje cayeron del cielo y las puertas de seguridad se abrieron, liberando a los prisioneros políticos y a los ciudadanos detenidos injustamente.

—¡Lo logramos! —exclamó Ana, viendo cómo las defensas del Consejo caían a su alrededor.

Pero Lía sabía que su trabajo no había terminado. Había una última cosa que debía hacer: transmitir un mensaje en vivo a toda la ciudad. Conectó un micrófono a la terminal y, tomando una respiración profunda, comenzó a hablar.

—Ciudadanos de NeoLumen, mi nombre es Lía. Hoy hemos derribado los muros de opresión que nos mantenían esclavizados. Pero esto es solo el comienzo. Debemos reconstruir nuestra sociedad sobre los cimientos de la libertad y la justicia. La lucha no ha terminado, pero juntos, somos imparables.

La voz de Lía resonó por toda la ciudad, amplificada por cada pantalla y altavoz. Las calles, antes dominadas por la desesperanza, ahora vibraban con la energía de la resistencia.

Mientras el sol comenzaba a asomarse por el horizonte gris, bañando la ciudad con una luz dorada que no se veía desde hacía años, Lía y su grupo salieron de la Torre. El amanecer traía consigo la promesa de un nuevo comienzo, una nueva era para NeoLumen, donde las sombras del pasado serían reemplazadas por la luz de la libertad y la esperanza.

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