Capítulo 17: Ecos de Resistencia

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El aire en la Torre estaba cargado de tensión. Después de la victoria contra el contingente enemigo, la resistencia había ganado un respiro, pero sabían que no duraría mucho. Lía, Ana y Marcos estaban reunidos en la sala de planificación, rodeados de mapas y documentos, discutiendo los próximos pasos.

—El disruptor ha sido un éxito —dijo Ana, señalando un gráfico en la pantalla. —Pero necesitamos asegurar nuestras posiciones y expandir nuestro alcance si queremos mantener esta ventaja.

Lía asintió, sus pensamientos alineados con los de Ana.

—También necesitamos reclutar más aliados —dijo. —Hay muchos en NeoLumen que están hartos del régimen, pero no saben cómo unirse a nosotros.

Marcos, que había estado observando en silencio, finalmente habló.

—He estado trabajando en eso —dijo. —Hay rumores de una facción en el distrito industrial que ha estado organizando protestas y sabotajes. Podrían ser valiosos aliados.

Lía miró a Marcos con interés.

—¿Tienes algún contacto? —preguntó.

—Sí, un viejo amigo mío, Raúl, está involucrado —respondió Marcos. —Puedo organizar una reunión.

Lía asintió, sabiendo que era crucial fortalecer sus filas.

—Hagámoslo —dijo. —Cada aliado cuenta en esta lucha.

Esa misma noche, Lía, Marcos y un pequeño equipo se dirigieron al distrito industrial. Las calles estaban desiertas y el ambiente era opresivo, con la constante presencia de drones de vigilancia y patrullas enemigas. Se movieron con cuidado, evitando ser detectados, hasta llegar a una fábrica abandonada, el punto de encuentro acordado.

Raúl, un hombre alto y robusto con una barba descuidada, los recibió con una sonrisa cálida.

—Marcos, es bueno verte —dijo, estrechando la mano de su viejo amigo. Luego se volvió hacia Lía. —Y tú debes ser Lía. He oído mucho sobre ti.

—Igualmente, Raúl —respondió Lía. —Gracias por reunirte con nosotros.

Raúl los guió a través de un laberinto de pasillos hasta una gran sala donde un grupo de personas discutía animadamente. Al ver a Lía y su equipo, el grupo se silenció, observándolos con curiosidad y cautela.

—Compañeros, estos son nuestros amigos de la Torre —dijo Raúl. —Están luchando por la misma causa que nosotros.

Lía se adelantó, su voz firme y clara.

—Sabemos lo que han estado haciendo aquí —dijo. —Sus protestas y sabotajes han sido una inspiración para muchos en NeoLumen. Queremos unir fuerzas. Juntos, podemos hacer una verdadera diferencia.

Uno de los líderes del grupo, una mujer joven llamada Marta, se levantó y se dirigió a Lía.

—Hemos estado esperando una oportunidad como esta —dijo. —Pero necesitamos asegurarnos de que nuestra gente esté segura. No podemos arriesgarnos sin un plan sólido.

Lía asintió, comprendiendo sus preocupaciones.

—Tenemos un plan —dijo. —Con su ayuda, podemos expandir el alcance del disruptor y golpear al enemigo en puntos clave. Necesitamos coordinarnos y actuar rápidamente, antes de que ellos se reorganicen.

Marta intercambió una mirada con Raúl, quien asintió.

—Estamos con ustedes —dijo finalmente Marta. —Pero necesitamos saber qué necesitamos hacer.

Pasaron las siguientes horas discutiendo y planificando. Raúl y Marta proporcionaron información valiosa sobre las operaciones enemigas en el distrito industrial, y juntos desarrollaron una estrategia para expandir el alcance del disruptor y realizar ataques coordinados en varios puntos clave.

Al amanecer, cuando el plan estaba finalmente en marcha, Lía sintió una renovada esperanza. Sabía que esta alianza podría marcar la diferencia en la lucha contra el enemigo.

Regresaron a la Torre y comenzaron a organizar los equipos para la próxima fase de la operación. Cada miembro de la resistencia estaba enfocado y decidido, sabiendo que este era un momento crucial.

Días después, los equipos se desplegaron por toda la ciudad, instalando nuevos disruptores y preparando los ataques. La coordinación entre las distintas facciones fue impecable, y pronto, NeoLumen fue testigo de una serie de explosiones y sabotajes que paralizaron las operaciones enemigas.

En la Torre, Lía, Ana y Marcos monitoreaban la situación, sus corazones latiendo con fuerza.

—Está funcionando —dijo Ana, observando los monitores. —Están en desorden total.

—Este es nuestro momento —dijo Lía. —No podemos dejar que se recuperen.

Organizaron un ataque masivo contra una de las principales bases enemigas. Con la red de comunicaciones enemiga interrumpida y sus fuerzas dispersas, el asalto fue un éxito rotundo. Lía lideró el ataque, luchando en primera línea junto a sus compañeros.

Al final del día, la base enemiga estaba en ruinas y los líderes de la resistencia se reunieron para celebrar la victoria.

—Hemos logrado mucho hoy —dijo Lía, su voz llena de emoción. —Pero la lucha no ha terminado. Debemos seguir adelante, unidos y fuertes.

—Por NeoLumen —respondieron todos al unísono.

Mientras el sol se ponía, bañando la ciudad en una luz dorada, Lía miró a su alrededor y sintió una profunda gratitud por sus compañeros y la determinación de seguir luchando hasta el final. Sabía que cada batalla los acercaba más a la libertad y la justicia que tanto anhelaban.

La rebelión se fortalecía, y con cada paso, estaban un poco más cerca de la victoria definitiva.

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