𝚅𝚘𝚕𝚟𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚊 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚛

3 1 0
                                    

Akira, con el ansiado permiso en mano, se aventuró fuera de la casa de Severus, disfrutando de la libertad de explorar por sí misma. Optó por iniciar su recorrido en el emblemático Callejón Diagón, un lugar repleto de recuerdos y favoritos de antaño.

Luciendo una sonrisa radiante, deambuló entre las vibrantes calles, donde las tiendas bullían de actividad y los árboles aportaban un color verde especial al ambiente. Se detuvo, dedicando tiempo a admirar las vitrinas que exhibían una variedad de mercancías, cada una contando su propia historia a los curiosos espectadores.

Akira hizo una pausa ante varios establecimientos que le resultaban familiares, observando con detenimiento las vitrinas y los productos en exhibición. Momentos de claridad intermitente asomaban entre las sombras del olvido, como destellos que buscaban abrirse paso a través de una densa bruma.

Con cada paso, su reconocimiento de detalles dispersos crecía, y la emoción de redescubrir fragmentos de su historia personal se intensificaba. Su conciencia trabajaba en cada segundo para poder enlazar esos fragmentos, aunque piezas cruciales aún permanecían sin aparecer.

Continuó su travesía por el Callejón Diagón, deteniéndose ante un comercio de equipamiento deportivo. Rememoró la vez que eligió su primera escoba en ese mismo lugar. La observó con afecto, un atisbo de memoria cruzó su mente. Recordaba muy poco del Quidditch, tendría que hablarlo con los gemelos. —Pensó.

Tras un breve instante de reflexión, prosiguió su camino hasta llegar a una librería. Recordaba las horas invertidas en aquellos pasillos, sumergida en la búsqueda de lecturas fascinantes. Ingresó y recorrió las estanterías, su sonrisa se ampliaba al sentir la familiaridad envolverla cada vez más. Se quedó estática en los libros de Pociones y los libros de Defensa contra las Artes Oscuras, sintiendo una extraña conexión.

— Tal vez fue una de mis materias favoritas, le tendría que preguntar a Severus, de seguro sabe cómo era mi estatus académico. —Pensó nuevamente, en voz alta, mientras seguía recorriendo un poco más los libros que allí se encontraban.

Siguió adelante, pasando por distintos locales y negocios. Los hilos de su memoria comenzaban a entrelazarse, despejando la neblina poco a poco, aunque la imagen completa aún se resistía a emerger.

Finalmente, se encontró frente a una boutique de moda, un lugar que evocaba su pasado con dulzura. Entró, acariciando con ternura las prendas que una vez conoció, sumergida en un mar de recuerdos nostálgicos.

Akira, cautivada por la nostalgia que despertaban las prendas de la boutique, no pudo resistirse a llevarse un pequeño recuerdo. Se decidió por una bufanda de seda, cuyo patrón le recordaba a una persona típica de Slytherin, el color esmeralda resaltaba en la lana y contrastaba con el gris oscuro. Con su nueva adquisición, salió de la tienda sintiéndose un poco más conectada con su pasado.

El recorrido continuó, y con cada paso, Akira se sentía más inmersa en su mundo olvidado. Se detuvo en una antigua cafetería, donde el aroma del café recién molido y el sonido de las tazas chocando le trajeron recuerdos más claros de tardes de charlas y risas. Se permitió una pausa, disfrutando de una cerveza de manteca y un breve recuerdo viajó a su mente, lo cuál le pareció muy extraño.

Se encontraba ella junto a un grupo de unas cinco personas, pero había en específico de la cuál no sabía ni su nombre, se veía borrosa, sólo estaba presente su silueta. El grupo de amigos se encontraba riendo y conversando entretenidamente, ella intentó fijarse en cada uno, especialmente en una chica, no sabía que tenía amigas, George y Fred no mencionaron nada sobre eso.

Revitalizada por la pausa, retomó su camino, cada vez más segura de que, aunque algunas piezas del rompecabezas de su memoria faltaban, estaba en el camino correcto para encontrarlas. La jornada de Akira por el Callejón Diagón fue un paso más hacia la reconstrucción de su historia personal, un viaje que continuaba con esperanza y determinación.

A medida que Akira se alejaba de su viaje por el Callejón Diagón, sentía la nostalgia y la añoranza persiguiéndola, faltaban detalles por descubrir, momentos especiales. Cada lugar que visitó y cada objeto con el que interactuó tuvo el potencial de desencadenar recuerdos y revelar fragmentos de su historia. Con cada descubrimiento, la imagen de su vida anterior se volverá más clara y completa, permitiéndole entender mejor quién era y cómo esos recuerdos influyen en la persona en la que se está convirtiendo.

El proceso de redescubrimiento es gradual y puede estar lleno de sorpresas y emociones. Pero con determinación y un poco de suerte, Akira seguramente desentrañará los misterios de su memoria y recuperará las piezas perdidas de su identidad.

Akira, antes de volver a su casa, se dirigió al mercado local. Los aromas de las especias frescas y el colorido de las frutas y verduras de temporada llenaban el aire. Se movía entre los puestos, seleccionando cuidadosamente los ingredientes. Una vez satisfecha con sus elecciones, pagó y guardó todo en su bolsa reutilizable. Con las compras completadas, Akira regresó a su hogar, donde la esperaba una cocina acogedora y llena de posibilidades.

Al llegar, colocó los ingredientes sobre la encimera y encendió la estufa. Finalmente, todo estaba listo. La pasta se escurrió y se mezcló con la salsa, cada hebra abrazando el sabor del tomate y el ajo.

Severus observó cómo Akira se movía con una familiaridad relajante por la cocina. Su habilidad para cocinar estaba patente en cada elección y movimiento que realizaba. El aroma de los ingredientes llenaba la habitación, evocando un sentido de normalidad y confort.

— Huele bien, —comentó él, apoyado en el marco de la puerta— Tienes un talento innato para la cocina.

— Gracias, Severus. ¿Tienes hambre? —Preguntó Akira, sonriente.

Severus se apoyó contra el marco de la puerta, cruzando los brazos. Su expresión estoica dejaba traslucir una pizca de calidez.

— En realidad, sí. —Respondió con tono tranquilo. Su mirada siguió todos sus movimientos alrededor de la cocina, observando cómo agregaba los tomates, el ajo y la albahaca en la sartén.

— Sabes, hoy aproveché el día para tomármelo para mí...

Severus arqueó una ceja, intrigado. Su tono reflejaba una leve curiosidad—. ¿Para ti, dices? Suena como si hubieras disfrutado de un día relajado.

— Me surgió una duda y espero que me la puedas resolver, ¿Sabes cómo me iba en Pociones y en Defensa contra las Artes Oscuras? -preguntó con curiosidad- Sentí una extraña conexión con esas materias...

La pregunta de Akira intrigó a Severus. Se incorporó y se acercó a ella—. Ciertamente, eras excelente en Pociones. Tenías un talento natural para ellas, especialmente en la preparación de pociones complejas. Tu conocimiento del tema era sobresaliente, y tus habilidades de destilación y preparación eran impecables. Tu nivel de estudio en Pociones era avanzado para el equivalente de un quinto o sexto año, incluso superior a muchos estudiantes mayores. —Hizo una pausa, observando su expresión antes de continuar—. Dumbledore estaba muy orgulloso de ti y de todo lo que aprendiste, podrías haber sido el mejor promedio de Hogwarts, pero no te gustaba alardear.

— Wow, ¿Cómo que no me gustaba alardear? ¿A qué te refieres?

— Había una compañera de Gryffindor, Hermione Granger. Ambas tenían el mismo nivel, sólo que a ella le gustaba mucho interrumpir en las clases y dar su opinión, mientras que tú te las reservabas y las sacabas sólo cuando era necesario.

— ¿Hermione es una amiga?

— No te llevabas muy bien con ella... Pero sí con el hijo menor de los Weasley, Ron, a él le caías bien.

— Lo conozco, pero nunca fui de hablar con él...

— Y en cuanto a Defensa Contra las Artes Oscuras... En ese aspecto bueno, digamos simplemente que eras una estudiante natural. Tu destreza para aprender hechizos defensivos era impresionante, y tus reflejos y reacción en situaciones de estrés eran encomiables. La forma en que manejabas una varita, incluso sin recordar nada, era un claro reflejo de tu habilidad en el campo de Defensa Contra las Artes Oscuras.

— Me agrada saber todo esto, Severus.

Severus asintió, manteniendo la calma característica de su expresión, pero con un brillo de calidez en sus ojos. Estaba complacido de poder revelar aspectos de su pasado a ella, incluso si solo se trataban de sus habilidades en ciertas materias—. Estoy seguro de que habrá más cosas que recordar con el tiempo. Tu habilidad y potencial en la escuela eran evidentes, incluso para un estricto profesor como yo.

Alohomora: Desbloqueando Recuerdos [A.R. II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora