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Los primeros rayos de sol se filtraban suavemente entre las cortinas entreabiertas, proyectando patrones de luz dorada en las paredes de la habitación. John, desnudo, se removió entre las sábanas, su rostro fruncido en una mueca de molestia al sentir la calidez del sol sobre su piel. Con un leve gruñido, se dio la vuelta, buscando refugio de la luz matutina al cubrirse con las sábanas hasta los hombros. Mientras se acurrucaba en la cama, encontró nuevamente la serenidad en el suave abrazo de la tela, permitiéndose unos momentos más de sueño en la tranquila mañana.

Pero su paz fue arruinada por pasos rápidos y erráticos que irrumpieron en la habitación sin cuidado. Un irritante aroma a hojas de té negro recorrió la habitación, traído por Sherlock, vestido con su clásica bata de casa azul y un periódico arrugado en la mano debido a sus movimientos frenéticos.

—¡El cerebro! —exclamó con fastidio el alfa—. ¡El cerebro Sherlock Holmes! —tiró con fuerza el periódico sobre la mesita de noche.

John respiró profundamente, aún negándose a abrir los ojos—. ¿Para eso te levantas tan temprano? —se cubrió aún más con las sábanas—. Déjame dormir.

Sherlock gruñó, continuando con su errática caminata por la habitación.

—Tranquilo, todo el mundo tiene uno —agregó John en un leve susurro, aún adormilado—. He escuchado peores apodos: "El Sexy", "El Sexy Sucio" —bostezó—. Muy pronto me pondrán uno a mí también.

—Página seis, columna tres, "El Destinado de Sherlock" —habló con ironía.

John abrió los ojos, mirando hacia la pared, parpadeando perplejo y maldiciendo internamente al periodismo de Londres—. Qué cursis, ¿qué rayos significa "destinado"? —agarró una almohada y la colocó sobre su cabeza, deseando no escuchar más al alfa que solo perturbaba su mañana.

—¿Por qué siempre con la foto con la gorra? —se quejó Sherlock mientras miraba con odio la gorra de cazador que reposaba en su mesita de noche. Dio pasos firmes para tomarla en sus manos y la estrujó como si la estuviera ahorcando—. ¿Por qué tiene dos frentes?

El omega gruñó levemente al percatarse de que el alfa no tenía intención de dejarlo dormir. Sentía que merecía descansar un poco más, pues la noche anterior Sherlock lo había reclamado repetidamente, tomándolo una y otra vez hasta bien entrada la madrugada. A pesar de haber caído en la cama exhaustos alrededor de las dos de la mañana, Sherlock se despertaba lleno de energía y vitalidad, mientras que John se sentía como si le hubieran succionado el alma.

—Es una gorra de cazador —comentó John mientras se encogía entre las sábanas.

—¿Qué hace un cazador con una gorra? ¿Arrojársela? —tiró el objeto como si fuera un frisbee.

Sherlock soltó un largo suspiro frustrado y se dejó caer sobre la cama, con la mirada fija en el techo. Inhaló profundamente, deleitándose en la mezcla perfecta del dulce aroma de John combinado con el suyo propio. Era un perfume embriagador para el alfa, que giró la cabeza para observar la espalda de John, quien aún no lograba volver a dormirse, aferrado a la almohada como si fuera su salvavidas.

Últimamente, John estaba más dispuesto a acostarse con Sherlock, y el alfa lo había notado. Había reflexionado sobre la posible razón detrás de este cambio. Descartó la idea del celo y la rut de ambos, ya que las fechas estaban aún muy lejanas. La alimentación seguía siendo la misma, ya fuera los pocos platillos que el omega cocinaba o la comida de la señora Hudson. No podía ser un aumento de feromonas debido a cambios en el ambiente, porque todo seguía igual. La actitud de Sherlock no había variado, seguía siendo cínica e implacable, enfocada únicamente en los casos.

El único factor nuevo era el anillo. Desde el día de la propuesta, la proximidad física entre ellos había aumentado considerablemente. Sherlock observó el anillo en la mano de John, que sostenía la almohada. Sabía que nunca se lo había quitado desde que se lo entregó. Las pequeñas señales de desgaste y las marcas en la piel eran testimonio de ello. Era probable que, en algún rincón del subconsciente de John, el anillo le brindara una sensación de estabilidad y seguridad ante la formalización de su relación.

Vínculos - JhonlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora