XIII

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AMANDA.

— ¿Hablas enserio? — miraba a Derek como si le hubiera salido otra cabeza.

— Sé que es raro, pero literalmente eres mi única opción.

— ¿Tú única opción? — arqueo una ceja — yo creo que tienes muchas opciones a parte de mi.

Cómo por ejemplo la chica morena con la que estaba hablando muy a gusto el otro día.

Pero claro que no le diría eso.

— Sólo dime si irás conmigo o no.

Pensé por un momento lo raro que me resultaba todo esto. Pasé muchísimos días ignorando su presencia, (cosa que al parecer le valió un reverendo pepino), y de pronto viene a mi casa a suplicarme que lo acompañe a una fiesta.

Eso es tan raro y... Sospechoso.

Es decir, ¿Por qué yo? Si se nota que no me soporta en lo más mínimo. Y que no me venga con el cuento de que soy su única opción, porque sólo le basta decir que necesita una acompañante para que un montón de chicas se aparezcan.

— Depende.

Arruga el entrecejo un poco confundido por mi respuesta.

— ¿De qué?

— Bueno, tienes que decirme que tipo de fiesta es, el lugar, el día, la hora — me cruzo de brazos — necesito detalles.

— Es una fiesta familiar en mi casa, mañana a las 7pm.

Esperen, ¿Qué acaba de decir?

— ¿Fiesta familiar?

— Es una ocasión en donde se reúne toda la familia...

— Sé lo que es una fiesta familiar imbécil — lo miro con ganas de apuñalarlo.

— ¿Entonces?

— Es que pensé que era otro tipo de fiesta...

— En fin, ¿Irás?

Casi le digo que no, pero mi lado malvada se activó de repente y me llegó una gran idea.

— ¿Qué gano yo si te acompaño a esa fiesta?

Jamás se espero eso, lo sé por su cara de “¿Qué mierda?” con la que me mira ahora.

— Es decir, no pensarás que lo haré por nada — me siento en el posabrazos del sillón frente a él.

Se me queda mirando por un rato con su mejor cara de estúpido, mientras yo no podía contener la sonrisa de satisfacción que me causaba esto.

— ¿Cuanto quieres?

Oh cariño, esa no es la pregunta.

— La pregunta aquí es, ¿Qué quiero?

— Bien, ¿Qué quieres?

¡Esto será divertido!

— Me llevarás, por un mes, todos los días un café helado con caramelo a nuestra primera clase.

Bufa soltando una carcajada.

— Estás loca, no haré eso.

— Entonces, no iré a tu fiesta — me miro las uñas fingiendo desinterés.

— ¿Qué?

— Sólo iré con esa condición.

Lo miro debatir entre que hacer, incluso puedo escuchar los engranajes en su cabeza trabajando para tomar una decisión.

Mirada Gris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora