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AMANDA.

7:30am.

El sonido de mi celular me despierta. ¿Quién se atreve a molestarme en mi día libre? Lo reviso y sonrió cuando veo la foto de Alex sonriendo.

"Feliz cumpleaños Mandy”

Oh, es cierto. Hoy es mi cumpleaños número veinte, lo había olvidado. Mi móvil suena de nuevo avisando una nueva notificación. Es Emily.

"Pasa un mega feliz cumpleaños"

Estoy a punto a responderle cuando veo que envía una imágen. En cuanto esta completa la descarga, un miembro masculino gigante aparece en mi pantalla.

"Ahí está tu regalo ;)"

No sería Emily si no hace ese tipo de cosas. Les respondo los mensajes a los dos y me levanto de mi cama.

— Buenos días cielo — Mamá me recibe con una sonrisa — Feliz cumpleaños.

Trae consigo un pequeño pastel púrpura entre sus manos con una vela del mismo color.

— Ay mamá, no debiste molestarte.

— Es el cumpleaños de mi dulce niña, no lo podía dejar pasar.

— Una niña no tan niña — reímos ante mi comentario.

Mi dulce madre Elizabeth Steadman, es la madre más genial que pude tener. A pesar de haberme criado sola nunca me faltó nada y mucho menos amor.

Mi padre nos abandonó cuando yo era apenas una bebé y desde ese entonces nunca volvimos a saber de él. Pero falta no nos hace, hemos sido felices sólo nosotras.

— Sopla la vela y pide un deseo cariño.

Me incliné, soplé la velita y pedí mi deseo.

— Listo, ahora a devorar el pastel.

— Un momento señorita, primero el desayuno y luego el pastel.

Le hice caso. Con mamá es mejor seguirle la corriente, porque puede ser muy linda y dulce pero cuando se enoja se transforma es un ser que nadie quiere conocer.

— ¿Tienes algún plan para hoy? — pregunta mamá.

— No. Tal vez visite a Devon más tarde y le lleve un poco de pastel.

— ¿Cómo está él?

— Muy bien, ahora lo veo más feliz.

Devon es un bebé de dos años que fué abandonado en el parque natural Kwisbell. Una mañana decidí ir allí a tomar aire fresco y a dibujar el hermoso paisaje de ese lugar. Es muy raro ver a una persona allí porque se encuentra un poco lejos y prefieren ir a otros lugares, pero para mí el lindo panorama de este lugar no se compara con otro. De pronto escucho los llantos de un niño, me pareció raro y fuí a inspeccionar.

Lo encontré acostado sobre las raíces de un árbol y su estado era deplorable. Estaba sucio, tenía las manos y las rodillas con raspones, estaba en un estado de desnutrición severa. De inmediato llamé a la policía para que acudieran al lugar.

Ya han pasado seis meses. Nadie fué a reclamarlo, nisiquiera apareció un familiar. Lo único que sabemos es su nombre gracias al osito de felpa que tenía escrito en la panza "Propiedad de Devon". Desde entonces le hago visitas en el orfanato donde se encuentra y espero que pronto una familia de buen corazón lo adopte.

— Espero que siga así y pueda superar todo lo que le sucedió.

— También espero eso mamá.

Terminamos de desayunar, comimos pastel y guarde un pequeño trozo para llevarle a Devon más tarde.

Mirada Gris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora