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La verdadera oscuridad se manifiesta

—¿Lograste encontrar algo? ¿Ingresaste a sus mentes? ¿Por qué...?

—Cierra la boca o te arrancaré la lengua. —respondí molesta por las preguntas constantes de Dominic, empezaba a perder la paciencia y quería arrancarle el corazón. —¿No te cansas de hablar?

—Eso fue grosero, Laila.

—No me interesa enclenque. —dije, volviendo a cerrar mis ojos para intentar localizar a mis compañeros.

Cuando Dominic regresó de lo que él llamaba «escuela secundaria», apenas presté atención. Para mí, no tenía importancia alguna. Sin embargo, él había impuesto una regla antes de irse: no salir de su habitación, aunque el techo se me cayera encima.

Esa regla no me importaba en lo más mínimo, ya que mi único objetivo era encontrar a mis compañeros. Aproveché el tiempo que Dominic estuvo fuera para concentrarme e intentar acceder a la conexión mental y neuronal que compartíamos como una mente colmena. Sin embargo, no pude hacerlo. Era como si me hubieran bloqueado o expulsado de esa conexión. Esto aumentó mis dudas, ya que nadie más que yo podía restringir el acceso a cualquier destructor, yo fui el encargado de crearla e igual que una puerta con cerradura, yo solo tenía la llave de acceso. La única explicación que tenía sentido era que la conexión se había roto, pero incluso eso parecía ilógico, porque eso significaba que ellos... habían muerto.

Miré a mi alrededor, la habitación de Dominic era un espacio reducido, apenas iluminado por la luz que se filtraba a través de una ventana parcialmente cubierta por cortinas desgastadas. El escritorio estaba desordenado con libros y papeles, y la cama sin hacer reflejaba la prisa con la que había salido. Me acerqué a la ventana, observando el entorno exterior, tratando de distraerme mientras buscaba una solución.

Sabía que debía haber alguna manera de restablecer la conexión, considere que no lograba acceder a la conexión mental por mi estado débil. Cada minuto que pasaba sin ellos me hacía sentir más aislada y vulnerable. No porque tenía mis poderes reducidos o esta extraña condición, sino porque la destructora de fuego podría atacarme de manera inesperada.

—¡Domi baja a almorzar!

—¡Voy, mamá! —grito el enclenque sin quitarme la mirada de encima. —¿En serio debes comer carne humana?

—¿En serio los humanos son tan idiotas? —, pronuncie molesta por su incredulidad, sin abrir los ojos y fingiendo estar concentrada.

Escuché el suspiro de Dominic, seguido de sus pasos que se alejaban y el sonido de la puerta cerrándose tras él. Ahora, sola nuevamente en la habitación, me levanté del suelo y me estiré un poco, sintiendo mis piernas pesadas y una extraña sensación como si insectos caminaran sobre ellas.

Caminé lentamente por el reducido espacio en el que me encontraba. Todo a mi alrededor era extraño e inusual. Había frascos con líquidos de colores brillantes que destilaban aromas agradables, figuras de plástico de colores llamativos con formas humanas, ropa de distintos tonos guardada en cajones de madera y cuadros con personajes de proporciones irregulares que colgaban de las paredes.

Mientras exploraba la habitación, mis ojos se posaron en una mesa de madera en un rincón. Sobre ella descansaba un libro. Su cubierta, de un color dorado intenso, brillaba bajo la luz tenue de la habitación. Me acerqué y pude ver las letras grabadas en relieve que decían:

—Sagrada Biblia. —leer el título me trajo recuerdos de lo ocurrido con la figura de fuego, así que llena de curiosidad lo tome y lleve conmigo hacia el suelo para leer.

LAILA - OSCURIDAD ETERNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora