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¿Qué eres? ¿Cómo llegue?

Abrí los ojos lentamente, sintiendo el ardor en mis párpados y una fuerte punzada en mi vientre. Seguía algo adormecida por el cansancio extremo y el veneno de la destructora de fuego, pero ese sentimiento se desvaneció cuando me di cuenta del nuevo entorno en el que me encontraba: una habitación desconocida. La tenue luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, creando una atmósfera suave y acogedora.

La habitación era amplia, pero estaba adornada con objetos extraños que emitían luces de colores, y algunos parecían estar descompuestos. Las paredes eran de un blanco puro, adornadas con algunos cuadros con imágenes extrañas en tonalidades demasiado oscuras. Bajé la mirada al suelo de madera clara y noté algunas prendas dispersas, lo que me llevó a bajar curiosamente de la cama. Sentí un repentino golpe de frío que recorrió mi cuerpo como una descarga eléctrica, y solo entonces me di cuenta de que mis pies estaban descalzos.

Confundida, miré a mi alrededor en busca de mis botas, solo para encontrarlas cerca de lo que parecía ser un estante con otros tipos de calzado extraño para mí. De repente, la puerta, de color gris, de la habitación se abrió. Un individuo alto, de cabello negro, ojos marrones, piel semi oscura, labios gruesos y cuerpo delgado, me miraba fijamente.

—Por fin despertaste...

—¿Quién eres y que hago aquí? —interrumpí al individuo masculino caminando hacia su dirección, algo que provoco que retrocediera aparentemente asustado. —¡Responde! ¡¿Estás con ellos?! Porque si es así, empieza a correr.

—¿Estás loca? Yo debería estar preguntándote eso...

—¡Te dije que respondas! —estaba por usar mis poderes, pero una punzada en el pecho me detuvo, sentí que el aire me faltaba, y caí al suelo producto del dolor.

El individuo corrió hacia mí para ayudarme, pero gruñí para mantenerlo a distancia. Rápidamente, captó el mensaje, lleve mi mano derecha a la altura de mi pecho izquierdo, recordando que ahí impacto la bala durante mi escape. El dolor fue breve, y enseguida pude ponerme de pie, observando al desconocido mientras consideraba si debía eliminarlo de inmediato o si primero debía extraerle las respuestas que necesitaba.

—Debes ir a un hospital...

—Cállate. Me estresa tu voz. —volví a interrumpir a aquel individuo.

No era tan alto como los eran los otros destructores, su cuerpo era insignificante y sus rasgos faciales eran comunes, pero podía sentir un olor extraño en él, algo hormonal a decir verdad. Sea lo que sea, no vivirá mucho porque debo comer para recuperarme.

—Ok, ya te ayudé y esto puede ser grosero, pero no es correcto que tenga una chica en mi habitación, menos una desconocida que se aparece en una noche de tormenta eléctrica llena de sangre y con rasgos de psicópata... bla-bla-bla.

No preste atención a lo que dijo el enclenque. Camine hacia el estante donde estaban mis botas y rápidamente me las coloque, saliendo de esa extraña habitación solo para toparme con un largo pasadizo y más puertas.

—¿No escuchaste? Tienes que irte...

—Tengo hambre.

—¿Puedes dejarme de interrumpirme?

—Tengo hambre. —volví a decir. —Necesito comer para recuperarme.

—Ok puedo ir por un sándwich...

—No. Tú serás mi comida. — Con uno de mis tentáculos lo levanté en el aire, empezando a estrangularlo.

—¿Qué... que...demonios...eres? —pregunto mi comida.

LAILA - OSCURIDAD ETERNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora