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Luz contra oscuridad

Las garras comenzaron a segregar una sustancia extraña en mi cuerpo, algo similar a un veneno destinado a paralizar y cegar a su presa. Avancé liberándome de las garras de Número 21 y, en un movimiento rápido, la golpeé en el estómago. Luego, con un puñetazo en el rostro, la neutralicé, y usando uno de mis tentáculos, la sujeté por la pierna derecha y la lancé lejos.

Maldita traidora.

—Eres fuerte Número 19, pero es una lástima. —exclamo la comandante señalándome. —¡Mátala Número 73!

Los ojos morados de Número 73, brillaron junto a las ramificaciones que cubrían su cuerpo, su mirada era indescifrable, su cuerpo estaba tenso y su respiración era agitada.

—¡¿Qué esperas?! —grito la comandante a Número 73.

El destructor de luz extendió su mano derecha y una energía de color morado se formó en su palma. Era un ataque cargado de pura energía, listo para impactarme. Sin embargo, me equivoqué. Número 73 giró hacia la comandante y la eliminó con el mismo rayo, despedazando su cuerpo en incontables pedazos de carne que se esparcieron entre los soldados, salpicando sangre y órganos en sus cascos y rostros.

Los soldados comenzaron a disparar contra Número 73, pero él no mostró ni un poco de preocupación, e incluso respondió con el mismo ataque, desintegrando a los demás soldados.

Después de desintegrar a los soldados, Número 73 me miró y señaló mi pierna rota.

—Lo siento. —exclamo dejando caer sus lágrimas y extendiendo su mano creando otro rayo para desintegrarme. —Él me está controlando, no quiero hacer esto...

—Número 73 espera...

El rayo de luz vino hacia mí, pero antes de impactarme, una pared de roca emergió, bloqueando el impacto y salvándome. El destructor de rocas se lanzó hacia mi posición, levantándome rápidamente del suelo, llevando entre sus brazos para lograr escapar, adentrábamos en el bosque. Detrás de nosotros, la destructora de planta, que al igual que Número 32 me cargaba a mí, ella cargaba a Número 26 mientras nos seguía de cerca.

El destructor de luz también nos perseguía, disparando las mismas ráfagas de energía que uso para eliminar a los soldados. Sus disparos destrozaban los árboles, desencadenando un incendio que se propagaba rápidamente. Esta situación daba a Número 15 una ventaja considerable, ya que podía utilizar su dominio sobre el fuego para lanzarnos potentes llamaradas. Sin embargo, eso fue solo el inicio de sus ataques; en su segundo asalto, convocó una lluvia de meteoritos que golpeó violentamente el suelo, avivando aún más las llamas.

Uno de los meteoritos alcanzó a la destructora de planta, dejándola con una pierna rota y envuelta en llamas, mientras que el destructor de metal cayó al suelo, inmovilizado por el veneno que había recibido.

Le pedí a Número 32 que me soltara, ya que necesitaba actuar rápidamente, pero él se negó. En un intento desesperado por seguir adelante en nuestra huida, la destructora de planta envolvió lianas y raíces alrededor de nuestras piernas heridas, actuando como torniquetes para detener el sangrado y proporcionarnos una prótesis improvisada que nos permitiera correr y movernos sin necesidad de cárganos.

—¡No tienen donde huir cobardes! —grito Número 21, creando un torbellino de fuego que se convirtió en nuestra propia jaula.

El destructor de luz se deslizó sin esfuerzo entre las llamas, empleando su telequinesis para incapacitar al destructor de roca, rompiéndole ambos brazos. Mientras tanto, comenzó a asfixiar a Número 26 y Número 45.

LAILA - OSCURIDAD ETERNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora