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Descubriendo la verdad

—¿Cómo te sientes Número 19? —me pregunto la científica encargada de borrar nuestros recuerdos después de cada misión.

—Bien. —respondí, intentando levantarme, pero detenida por la comandante.

—Espera a que todas las agujas salgan de tu cerebro, eres valiosa Número 19, tú eres la que mantiene a ese grupo de estúpidos en orden. Eres la número uno de los destructores, la señora de las sombras y la oscuridad eterna.

Las máquinas empezaron a emitir sonidos extraños producto de que los mecanismos en forma de agujas de hierro incrustadas en mi cerebro usadas para eliminar los recuerdos empezaron a salir. Era un proceso que no producía dolor, mi organismo se regeneraba de las heridas en cuestión de segundos, además de que el proceso nos permitía mantener segura a la empresa.

En el peor de los casos, alguno de los destructores puede ser capturado y obligado a hablar, llevando a la destrucción de N.O.V.A.

La comandante, luego de verificar que las agujas de metal fueron retiradas de mi cerebro, me pidió que me levante. Obedecí y en menos de 20 segundos todas las heridas cerraron.

Pedí permiso para tomar una ducha, con la finalidad de limpiar toda la sangre, tierra, lodo y ramas que tenía en mi ropa y cabello.

—Adelante, nos veremos en los cuartos de entrenamiento. —respondió la comandante.

El cuartel se dividía en siete pisos. El primer piso era en donde se guardaban los vehículos de combate: aviones, tanques de guerra, helicópteros, Vehículos blindados de transporte de personal (APC). El segundo y tercer piso estaban vacíos, no por falta de equipos o personal, sino porque dentro de sus paredes se encontraban láseres con visión infrarroja y detectores faciales y oculares, cualquier individuo que planee atacar y logre pasar el primer piso rápidamente sería asesinado por los rayos láser.

El cuarto piso era en donde se guardaba todo el armamento que usaban los equipos de respaldo, que en su mayoría no hacían nada porque estábamos nosotros a cargo de todas las misiones y de la defensa de nuestro cuartel.

El quinto piso era en donde se encontraba los sistemas de defensa y táctica armada, en ese piso se encontraban los trabajadores encargados de rastrear a nuestros enemigos y también estar atento de posibles ataques contra nosotros.

El sexto piso nos pertenecía a nosotros, solo contaba con cinco divisiones: dormitorio, cuarto de baño, cuarto de entrenamiento, cuarto de tortura y cuarto antimateria. El último fue diseñado exclusivamente para liberar nuestra verdadera forma monstruosa y así entrenar con ella en el caso sea necesaria.

Por último, el séptimo piso era usado como laboratorio, almacén de documentos secretos y alimentos. Estaba colocado en ese nivel porque la única forma de llegar a él sería cruzar por nuestro piso y cualquiera que fuera lo demasiado estúpido, intentaría enfrentarnos solo para llegar a ese piso.

Llegue al cuarto de baño, abriendo la pesada y gruesa puerta de metal parecida a una caja fuerte, en su interior el vapor del agua caliente que salía de los caños de las tinas de agua colocadas en el suelo hizo que mi visión sea borrosa. Producto de ello, pise la mano del destructor de Luz, que estaba tomando un baño.

Creo que la comandante dijo que se llaman jacuzzis.

—¡Fíjate donde pisas! —me grito, recibiendo una patada en el rostro rompiéndole la nariz.

El destructor me maldijo entre dientes, pero lo ignoré.

Empecé a desvestirme dejando caer mi ropa en el suelo, sumergiéndome luego en el agua tibia de la tina de agua caliente más grande que todos solíamos usar. Empezando a lavarme el cuerpo y quitarme la sangre y tierra del cabello.

LAILA - OSCURIDAD ETERNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora