—En la mayoría de los cuentos de hadas el príncipe rompe el hechizo besando a la princesa —enunció la señorita Bustier.
Di un largo bostezo al sentir la clase cada vez más aburrida; era cierto que en París las personas se tomaban demasiado a pecho el tema de San Valentín. En Londres lo más romántico que vas a ver son dos personas intentando no matarse por un puesto para estacionarse.
—Alguien puede decirme ¿por qué?
—Porque solo el amor conquista el odio —respondió Rosita en un tono soñador.
—Qué asco me dan—murmuré. Deje caer mi cabeza en mis brazos; me sentía como una especie de Grinch en Navidad. No encajaba aquí; de verdad toda esta dulzura iba a terminar matándome de diabetes.
—Técnicamente hablando, este razonamiento solo ocurre en el ochenta y ciete por ciento de los libros—. Levante la mirada y observe a Max con severidad.
—Adrien, espero que lo que escribes tenga que ver con mi clase —La señorita Bustier se acercó al asiento del rubio para darle más atención a su falta de interés a la clase.
—Le aseguró que todo es más interesante que esta clase.
—¿Puedes repetir lo que acabo de decir?—
—El príncipe salva a la princesa porque solo el amor conquista el odio —enunció con desinterés. En verdad, nunca en toda mi vida pensé escuchar esas palabras de esa boca y con esa voz.
Maldije por un momento no haberlo grabado. Podía utilizar ese video para muchos chantajes convenientes para mi beneficio.
Mis oídos fueron bendecidos cuando escuché el timbre para cambiar de clase. Estaba segura que nada en el día podía ser peor que esta clase.
Guardé mis cosas en mi bolso; iba a levantarme, pero mi teléfono vibró. Abrí la notificación y mi rostro se adornó con sonrisa.
—Feliz día de San Rapustine.
Solté una risita y me acomodé mejor a responder el mensaje.
—¿Qué santo es ese?—
—El rasputero—
Solté una carcajada y pude sentir como mis mejillas se comenzaban a calentar. Al darme cuenta de esto deje de sonreír y guardé mi teléfono.
—Mussolini, no hagas eso, Mussolini—. Murmuré caminando hacia la salida.
Al bajar las escaleras vi a Marinette rebuscando en la basura. Quise tomarle una fotografía y subirla a mi Instagram como el buen meme que sería, pero preferí no hacerlo.
—¿Se te perdió algo?—Pregunté en voz baja intentando llamar la atención de la azabache; en realidad no era como si me importara; solo quería averiguar el porqué de su asquerosa búsqueda.
La azabache dejó de buscar y me miró apenada. —Kathleen, estás aquí—balbuceó. —¿Qué haces aquí? —La mire confundida para después voltear a mi alrededor... Tal vez podía ser una broma y había una cámara escondida.
Al examinar bien mi alrededor. —Estudio aquí —murmuré incómoda.
Los ojos de la azabache se abrieron en par y sonrió con nervios. —Sí, claro, no me hagas caso. Asentí con la cabeza y continué con mi camino.
Saque mi teléfono nuevamente para ver el chat. Pero mis pasos se detuvieron al chocar con una persona. Caí de espaldas al perder el equilibrio por el golpe en la frente. ¿Existían espaldas tan fuertes?
—Mi cabello —murmuré al saber el efecto que provocaría el golpe. Había desordenado todo mi cabello. El chico se volteó y su expresión se volvió una de molestia al verme.
—Te recuerdo que no tengo ojos en la espalda, por si piensas culparme de nuevo —demandó, estaba molesto. ¿La razón? No la sabía, pero sí estaba segura que no iba a dejar que me trataran de tal forma.
Me levanté del suelo y sacudí mi falda. —¡No entiendo para qué te colocas en todo el centro de la mitad! —Exclame. Busque mi teléfono con la mirada por todo el suelo y mi alma calló en picada al verlo roto.
Puse las manos en mi cien, pidiéndole paciencia al cielo para no matarlo. —¡Mira lo que hiciste! —Señaló mi teléfono roto.
—¡Eso no fue mi culpa!—se acercó a mis zancadas, quedando a solo centímetros de mi rostro. —¡Tú tenías que fijarte por donde ibas!
—¡Y tú tenías que hacerte a un lado!
Estaba molesta, tenía ganas de asesinarlo. Por qué simplemente no podía orillarse; se supone que la puerta es un lugar donde salen y entran personas; debería haber nadie ahí cubriendo el paso.
—¡Tu! —exclamo, señalome con el dedo. Iba a responderle, pero Chloe se interpuso entre nosotros con una sonrisa. —Amigos, hay que calmarse —Nos alejo un poco de los hombros.
Di algunos pasos hacia atrás. —Las personas aquí carecen de sentido común y eso es notable —afirme en voz alta para que todo el que pase por ahí pudiese escucharme.
Quite la mano de Chloe de mi hombro y recoji mi teléfono del suelo. Sostuve con más fuerza mi bolso y salí del salón hecha furia.
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—¿Ya viste la nueva colección de Flower Knows? —Recoste mi cabeza sobre el hombro de Chloe para estar más cómoda.
—Sí, obviamente, me llega la próxima semana, no me envidies —recostó su cabeza sobre la mía mostrándome la orden de compra en su teléfono.
Solté una pequeña risita. —Lo haría si yo ya no tuviera los míos —La boca de Chloe se abrió hasta el suelo. —¿Cómo la conseguiste tan pronto?
—Bueno, ser la hija de la dueña de la revista Marie Claire tiene sus ventajas —alarde.
—La idea no era que la sintiera envidia fuera yo—Se quejó.
Solté una carcajada. El recuerdo de mi teléfono roto llegó a mi mente y mi momento de tranquilidad se desvaneció. —Lo odio—murmuré.
—¿A quien? —Preguntó la rubia guardando su teléfono. —A tu amigo él... —Lo medité por algunos segundos intentando recordar su nombre; recordaba su apellido pero no su nombre.
—¿Adrien-boo?—Hice una mueca ante el apodo que me dio un poco de pena ajena. Asentí con la cabeza sin dejar de mirar hacia la nada. —¿Por qué el apodo?—cuestione.
Quería retener las palabras que estaban por salir de mi boca, pero hay momentos donde la imprudencia es más fuerte que nada. Vacile algunos segundos antes de atreverme a preguntar. —Acaso... —hice una pausa, arrepintiéndome de ser tan entrometida.
La rubia asintió con la cabeza indicándome que continuaría. Suspire derrotada y opte por terminar de abrir mi bocota. — ¿Te gusta? —
La rubia me vio con una cara que no pudo decifrar por algunos segundos. El arrepentimiento se fue apoderando de mí cada vez más; en definitiva debía aprender a cuidar mi bocota.
Sonrió ligeramente y soltó una carcajada. —Obvio, no —se carcajeó más fuerte. Sonríe con incomodidad al sentirme como una verdadera estúpida. En estos momentos en verdad sentía que había cometido suicidio social.
La rubia me tomó por el hombro, comenzando a acariciar este. —Veo a Adrien cómo te veo a ti, son como mis hermanos —pico mi nariz con su dedo índice. —Así que no te preocupes; nadie te va a quitar tu lugar de mi mejor amiga —Se aferró a mi brazo entrañándolos con fuerza.
Sonreí ampliamente; de verdad quería a Chloe. Si ella me consideraba como su hermana, yo podría decir lo mismo. Me entendía de una forma que nadie lo hacía y si habíamos pasado tanto tiempo separadas, podría decir que no fue fácil, en lo absoluto.
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Caminábamos por los almacenes del centro comercial como unas locas, entrando en cada almacén que veíamos. Si había algo que extrañaba hacer con ella, era ir de compras.
Cuando éramos niñas, nuestras madres nos llevaban a comprar disfraces y ropa todo el tiempo. Podría decir que era mi parte favorita de los fines de semana.
—¿Segura que me queda?—le pregunté a Chloe por enésima vez. Lo que veía en el reflejo, en definitiva, no me agradaba; sentía que el vestido era demasiado pequeño para mí; hasta podía verme un poco subida de peso en él.
Chloe rodó los ojos. —Te ves fabulosa, amiga; de verdad, ya te está afectando estar aquí en París. La ceguera es contagiosa —susurró aquello último.
Reí ligeramente, pero aquella sonrisa desapareció al verme en el espejo. —Me veo gorda—murmuré. Lo que veía en el espejo sin duda me desagradaba, tenía un sin sabor en la boca y me preocupaba subir aún más. La Semana de la Moda estaba a la vuelta de la esquina.
—Estás loca —Chloe se acercó a mí y vio la talla del vestido. Su mandíbula cayó al suelo cuando vio la talla. —Kathleen es doble XS —vociferó con un tono de voz alto.
—¡Exacto!—. Hice una mueca de fastidio y miré mis brazos. —Esta talla antes me quedaba grande —me quejé. Estaba empezando a sentir ansiedad al verme con eso puesto.
Me metí al vestidor rápidamente y me quité el vestido con la mirada hacia el techo; estaba segura de que si veía mi cuerpo en el espejo, me podría llorar y eso era algo a lo que me dedicaría estando en casa.
Me puse mi ropa y salí del vestidor con una expresión seria. —Kathleen, en verdad te veías preciosa —dijo suavemente Chloe, acariciando mi espalda.
Asentí y le di una ligera sonrisa antes de salir de aquella tienda. —Bueno, a lo que vinimos—. Ella asintió y entrelazamos nuestros brazos para ir a la tienda de teléfonos...
Después de comprar el teléfono y lograr rescatar la información del roto al nuevo, salimos del centro comercial al estar consternadas por lo lleno que este se estaba comenzando a tornar; literalmente no cabía ni un alma. Salir de ahí fue todo un desafío.
—Así es en un marco de oro de veinticuatro quilates, entregarlo en el hotel Le Grand Paris y póngalo a la cuenta de mi papi —Daba instrucciones claras mientras caminábamos por el Sena.
Yo solo podía mirar todo a mi alrededor; aunque París no fuera algo nuevo para mí, no podía negar que ver su gran belleza era algo que no podía comparar con nada.
—¿Y tú qué estás haciendo aquí? —Aquellas seis palabras bastaron para que toda mi atención se la llevara la rubia. Era un chico que había jurado ver en la escuela; claro, debía ser insignificante si yo no recordaba su nombre.
Pero su altura y vestimenta no lo hacían fácil de olvidar; era como tres veces más alto que yo, considerando que todo el mundo era más alto que yo. Alcanzaba a Alix por pocos centímetros y eso era mucho decir.
El chico se veía aparentemente nervioso. —Ah yo... —tartamudeaba sin parar y eso era algo que en definitiva me estresaba. ¿Por qué habían personas que hacían eso? ¿Acaso nunca les enseñaron a hablar o qué?
—Tú... tú—lo imitó Chloe claramente irritada. Y era obvio que yo ya me hubiese largado, pero como no era mi problema, me quedé a observar cómo buena chismosa que soy...
El chico se arrodilló salpincando en un charco de agua sucia; retrocedí algunos pasos para evitar que ensuciara mis tacones. —Asco—murmuré viendo cómo su pantalón se ensuciaba.
De repente una bicicleta pasó justo a su lado, haciendo que el agua del charco salpique directamente a su cara. —Te pasaste —Susurre mirando hacia el cielo.
Una bolsa de papitas voló hacia su cara. Mis ojos se abrieron y todas mis fuerzas estaban empequeñecidas en no reírme de la quema escena, pero en la inevitable.
—No te muevas —Chloe le tomó una foto y rió con malicia. —Esa es mi chica. Sonreí viendo la foto en el teléfono y Chloe, para después ver al chico.
¿Tan mala suerte se podía tener? Chloe lo rechazó tan feo que no pude evitar que mi malcriado y malo corazón se arrugara. Hice un puchero y me acerqué a él lentamente.
—No me corresponde decirte esto, pero tal vez si cambias el color de tu cabello consigas una mosca—. Me alejó de él riendo fuertemente.
La situación anterior, de verdad que me había hecho el día feliz, fue tan graciosa. —Pásame la foto —le dije a Chole entre risas.
—No te preocupes, linda, lo haré—Chloe envió el video a absolutamente toda la clase. Admito que eso era sobrepasarse un poco; pero no dejaba de ser sumamente entretenido.
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Mi momento de felicidad había pasado y ahora me encontraba viendo cómo Chloe regañaba a los hombres del correo porque le habían traído un marco de oro de dieciocho quilates y ella lo solicitó de veinticuatro.
De la nada una flecha negra rebotó contra la camioneta y todas volteamos hacia donde vino. Era el chico y ahora estaba akumatizado.
Las personas aquí no aguantan nada; si Hawk Moth viera mis rabietas cuando me enojo, de verdad sería su obra maestra y no es que quisiera ser endemoniada por una mariposa mágica; es solo un análisis.
La pelinaraja nos metió a mí y a Chloe de jalón al hotel mientras Ladybog tenía una especie de conversación. Con el villano.
—Ay amiga, creo que se te pasó la mano —le dije a Chloe una vez estuvimos dentro del vestíbulo. Chloe me dio la razón con la mirada para después anhelar que el cuadro con la foto del insoportable del Agreste estuviera adentro con nosotras.
—La próxima intenta tener un peluche que diga "Eres basura" y se verá más lindo —le dije intentando relajarla. Chloe rió ligeramente, pero aún se podía notar preocupada por el cuadro.
Al final, después de tanto evitarlo, no pude intentar no quedar atrapada en él; en serio era un parecido verdaderamente impresionante; si no supiera que en realidad no es él, ya estaría botando la baba al tener ese rostro tan cerca.
De la nada la moteada entró como un roedor por la puerta; mi momento de admiración había acabado; era hora de escuchar chisme.
—Ladybog ¿Qué te pasa? ¿Donde has estado? —Hice una mueca de incomodidad. Chloe podía ser muy cuestionable cuando quería, demasiado diría yo.
—Tú tienes que irte de aquí, tu amigo Kim. —¿Era su amigo? —Se transformó en cupido negro y no sé qué hará si te encuentra.
—Nada bonito te lo aseguro —murmuré por lo bajo. —Exacto —me señaló la moteada.
—A mí, pero ¿por qué querría tomar represalias contra mí?—cuestionó la rubia con indiferencia. Pellizque mi cien; la amaba, pero lo admitía: era de paciencia.
—Será porque lo rechazaste de la peor forma posible y ahora seguramente te está buscando para jugar a los dardos —sinceré con el tono de voz alto.
Chloe negó y me tomó por los hombros. —Es por eso, todos querían ponerle las manos en cima —señaló el cuadro del rubio fuera del hotel. Observe el cuadro y luego a la rubia con molestia.
—A mí me sigue pareciendo un cero a la izquierda —confesé restándole halagos al Agreste. Pude ver cómo Chloe y la moteada me miraron con impresión.
—¿QUÉ?—
Vimos cómo el cuadro del rubio venía hacia nosotras por si solo. —¿Por qué de la nada todo lo que insulto cobra vida? —Me quejé.
La moteada envolvió a Chloe en su yo-yo y la sacó del Hôtel arrastrando. La de lentes me tomó del brazo y me sacó del Hôtel tras de ellos con fuerza. Ya se le estaba volviendo costumbre.
—!Corre Chloe corre!—
Todos corríamos detrás de Ladybog, pero mi paso se detuvo al ver al héroe con traje de gato en frente de mí. —Así que dime ¿En verdad te crees más que todos los demás? —Preguntó acercándose a mí lentamente.
Retrocedí algunos pasos; teníamos diferencias, pero este no era el momento para solucionarlas. De esta forma, pude notar cómo sus labios tenían un color negro.
Estaba hechizado y el doble de molesto. En definitiva, me haría papilla y no solo en insultos. —No me creo lo soy —afirmó. Tal vez esta no era la mejor ocasión para hacerlo enojar, pero no podía evitarlo.
El felino se abatió sobre mí y me arrinconó fuertemente sobre una pared. —Auh—me quejé al sentir todo el aire de mis pulmones salir por el golpe en mi espalda.
—Dime, ahora te sientes superior, ¿te crees mucho verdad? —Afirmó el agarre a mis hombros, acercando su rostro un poco más al mío.
Al sentírme furiosa por su falta de respeto le enteré las uñas en el brazo sin medir mi fuerza; esto hizo que su agarre se aflojara y pudiera liberarme. —Te repito que no me creo, lo soy, y no intentes volver a intimidarme; te advierto que no te saldrá barato —Espete.
Estaba furiosa. ¿Cómo se le ocurría siquiera acercarse a mí? No tenía idea de con quien se estaba metiendo. El héroe se volvió a abalanzar a mí, pero esta vez logré esquivar el ataque con previa preparación.
—Podría hacer esto todo el día —afirmé con las manos detrás en mi espalda. No iba a poder hacerme nada, no mientras estuviera alerta.
—Eres una ignorante, no sabes nada del mundo ni de cómo funciona y ¿crees que tratando mal a los demás llegarás a mucho? ¿No?—
Reí con ironía. —Y ¿quién eres tú para decirme eso? —Le di una sonrisa ladeada. —¿Tú sabes mucho sobre el mundo?—interrogue.
—¿Cuantos años tienes?—Preguntó con falso interés. —¿Te digo, abuelo? O no mejor, ¿Te crees Dios? —Lo mire de arriba a bajo desafiante.
—¿Quién te crees que eres para juzgar mis comportamientos? —Podía notar el enojo en su rostro y con cada palabra que salía de mi boca este se iba incrementando más. ¿Me importaba? No
Esta vez se lanzó sobre mí más rápido, pero yo era más ágil. Con mucha precisión logró tomar su brazo y girarlo en su espalda para tirarlo en el suelo, retorciéndose de dolor.
—¿Tengo tu atención? —Susurre en su oído con una sonrisa satisfactoria. De la boca del felino solo salían quejas y gruñidos, lo que me hizo enfadar aún más.
Apreté más su agarre; los quejidos aumentaron en el héroe, lo que era música para mis oídos después de la forma en la que me trató. —¿Tengo tu atención?—volví a repetir con más intensidad.
Hola ¿Cómo están todos? Mis queridos lectores, de ante mano quisiera disculparme por desaparecer pero se me había perdido la inspiración para crear a mí su majestad pero en fin el punto es que ya regreso.
Quería hacerles una aclaraciones acerca de algunos cambios que le estoy haciendo a los personajes.
—Punto número uno : La personalidad de Chloe como tal no es algo que esté cambiado más que todo es ver el trato diferente que tiene con alguien a quien si quiere y aprecia .
—Punto número dos : La actitud agresiva de Adrien, aquí me inspire más que todo en el Adrien de la primera temporada donde podemos ver que tiene una personalidad más seria y se podría decir que hasta grosera en algunas ocasiones, ya en el transcurso de la serie vemos cómo se va haciendo más amable tanto que hasta la voz le cambia.
Y por último esta es la primera parte de este especial esperen la segunda, los quiero.
¡Nos leemos luego!
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𝐼𝑙𝑙 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝐶ℎ𝑎𝑡 𝑁𝑜𝑖𝑟 / 𝐴𝑑𝑟𝑖𝑒𝑛
Fanfiction¿Se puede odiar antes de amar? ¿Puedes detestar lo que no conociste jamás? Eso es lo que mi corazón pregunta todas las noches cuando sale la luna , mis lágrimas caen al suelo haciendo que este moje como en un aguacero ¿Estoy soñando , delirando o...