𝕍𝕠𝕝𝕡𝕚𝕟𝕒 𝟙/𝟚 ஜ ══

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—El pasado solo es una mancha de lodo en el presente que cuando intentas limpiar se hace más grande— Escritora Anónima

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El pasado solo es una mancha de lodo en el presente que cuando intentas limpiar se hace más grande—
Escritora Anónima.

—A la mierda, señor Darcy —me quejé despegando la vista de mi libro

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—A la mierda, señor Darcy —me quejé despegando la vista de mi libro. Detestaba cuando se comportaba así con Elizabeth, pero ella tampoco colaboraba.

Suspire profundo y retome mi lectura. Sentí como alguien apoyó su frente sobre mi cabeza y sonreí al ver a Adrien. —Hola-. Él sonrió.

—¿Cómo sigues? —Ignoré que me había hecho esa pregunta cinco veces el día de ayer. Que fue el día que regresé a clases después de una semana entera. No solía enfermarme con frecuencia; pero cuando lo hacía de inmediato acababa conmigo. Tenía malas experiencias con la fiebre desde pequeña.

Cada vez que me enfermaba tendía a durar días en cama. —Como nueva —respondí. Adrien se sentó a mi lado e inclinó un poco su cabeza para ver el título del libro. —¿Qué tal?—Cuestino.

Hice una mueca. —Terrible—. Dije con pesadez. Él sonrió y recostó su cabeza sobre su brazo. Me quedé hipnotizada con sus esmeraldas brillantes. ¿Cómo podían brillar tanto? Eran como los reflejos del sol. Me trasmitían demasiado. Mi atención pasó a sus labios y no pude evitar ampliar mi sonrisa.

—Adrien, ya tengo todos los libros —una voz familiar llamó mi atención. Desenfoque mi vista del rubio y la lleve hacia donde provenía la voz. Me quedé helada al ver a la dueña de aquella voz.

—Anna—deje salir un grito ahogado y me quede sin aliento. La castaña me dio una sonrisa ladeada al hacer contacto visual conmigo. —¿Te conozco?—preguntó con inocencia.

—¿Estás bien? —Te veo pálida—. Había visto un fantasma. El fantasma del pasado que tanto me estaba costando dejar atrás, mi tranquilidad y la poca felicidad que había construido con el río de lágrimas que habían salido de mis ojos en todo este tiempo.

—No—Lo miré y de nuevo vi a Félix a través de sus ojos. Lo que hizo que todas las emociones que estabas experimentando en ese momento se intensificaran. Ahí me di cuenta de lo mucho que lo necesitaba.

—Tengo que ir al baño —Me levanté de la silla y tomé mi bolso. Pasé al lado de Anna para confirmar que sí era real y no era otra de mis tantas pesadillas.

Ella me dedicó una sonrisa y yo solo pude tragar en seco. —Zorra —Susurre lo suficientemente bajo para que Adrien no me escuchara antes de salir de la biblioteca.

Busque en mí bolso. Tomé mi celular y marqué el número que tenía bloqueado hace exactamente una semana. Pasaron algunos segundos y contestó. —Félix, si no me ayudas juro que voy a suicidarme.

—¿Cómo que Anna está en París?—

Inspeccione todos los cubículos del baño, confirmando que no había nadie en ellos. Me metí a un cubículo no sin antes volver a mirar a mi alrededor.

—Sí, la muy zorra, está cabildísima. Hasta tiene los ojos verdes.

Escuche cómo Félix soltó una carcajada. —¿Qué vas hacer? Va hundirte —

—Lo sé, tienes que ayudarme.

—Te dije que vinieras a Londres, necesitamos aclarar cosas.

Deje salir un largo suspiro. —Iré—murmuré. —La próxima semana.

—Mientras tanto finge demencia; si te amenaza, finge. Pon en práctica lo que mejor sabes hacer, amor —Asentí aceptando aquellas palabras en mi corazón... Debía admitir que fingir tanto me estaba consumiendo; pero era la única salida para abrirme camino entre todo el caos que se estaba generando a mi alrededor.

—Si se complican las cosas, llámame, tengo algunas fotos que pueden ayudarnos.

—Te quiero —susurré.

—Te quiero—. Respondió. Colgué la llamada y suspiré profundo. Ahora más que nunca necesitaba ser fuerte y demostrarle a Anna que la mierda de persona que conoció se había vuelto peor. No podía demostrar miedo, aunque lo tuviera.

Todo lo que le había hecho a Anna no tenía justificación, y estaba arrepentida. Pero no podía demostrárselo, no ahora. No dejaría que arruinara todo mi trabajo y el de Félix por una venganza que por la sonrisa que vi en sus labios pondría en práctica.

Salí del cubículo del baño y me miré al espejo. —El mundo me odia. Mojé mis manos y las pasé por mi frente. Tomé mi bolso del mesón y salí del baño.

Todos, absolutamente todos, hablan de lo fabulosa que era Lila. Pero ¿quién carajos era tal Lila? Entre de nuevo a la biblioteca. No iba a esconderme de esa zorra. No podía demostrar que me tenía amedrentada.

Sonreí ampliamente y tomé asiento al lado de Adrien, el cual tenía una clara expresión de incomodidad ante la cercanía de la castaña. —Perdón por lo de hace rato. Ella sonrió y extendió su mano.

—Mucho gusto, mi nombre es Lila—. Que se joda. Ella era tal, Lila, pero qué clase de mentiras estaba diciendo esta mujer. Anna era la chica más insípida que había conocido en mi vida. Y Lila supuestamente tenía una vida perfecta.

Trague en seco y correspondí a su saludo. —Mucho gusto Lila, soy Kathleen—.

Baje la mirada al libro que tenía Adrien en las manos y no pude explicar el vuelco de alegría que dio mi corazón. Sonreí ampliamente y lo miré. —Qué lindo libro, ¿puedo verlo? —Utilice el tono de voz más suave y convincente que tenía.

Él sonrió con nervios y me lo entregó de inmediato. No podía creer que tenía el grumo rio de los Miraculos en mis manos. Tenía toda la información que estaba buscando; era mía; por fin lo había encontrado. Los hechizos, los poderes. Todo estaba dentro de este libro y Adrien era mi boleto hacia él.

—Es hermoso, ¿dónde lo compraste?—Él bajó la mirada. —Es de mi padre—. Por supuesto, eso era algo obvio.

—Tu padre tiene un excelente gusto. "Lila" interrumpió en la conversación. Era mi impresión que Anna también estaba detrás del grimorio. ¿Por qué tenía que ser tan molesta? Dios.

La castaña intentó quitarme el libro de las manos, lo que hizo que apretara más mi agarre. Me arrepentiría de esto en el futuro, pero no dejaría que ella ganara ventaja sobre Adrien. Mucho menos ahora que sabía que él tenía el grimorio.

Tome su mano y la entrelace con la mía. No tenía intenciones de meter a Adrien en mi sucio juego. Ya le había tomado mucho cariño. Solo planeaba usarlo inocentemente en contra de Marinette, pero ahora que sé que él tiene más información de la que aparenta. Acaba de marcar su posición como peón en mi tablero de ajedrez.

Él me miró sorprendido y sonrió como un tonto. Me acerqué a su oído. —¿Puedes prestármelo?—Susurre. Pude sentir miradas quemarme. Una sabia que era de Anna, pero la otra no sabía de donde provenía.

Adrien me miró con sorpresa para después mirar el libro; seguido de eso devolvió su mirada hacia mí. Sentí nervios al no encontrar nada para decirle, por lo que deshice nuestro contacto visual. —Es que me gustó mucho la idea; estoy planeando hacer algo similar con fotos para mi madre. —Mentí con seguridad. Me había vuelto muy buena en ello.

—Ella es amante de ese tipo de álbumes, y que mejor algo así original, que sea ilustrado. —Sonreí y acerqué mi rostro al suyo.

—Quédatelo todo el tiempo que quieras—murmuró mirándome fijamente a los ojos. Y de nuevo me perdí en ellos. Eran como un embrujo que constantemente se apoderaba de mi cordura.

Escuchamos un golpe, lo que hizo que me separara de él. Volteó a ver de donde provino, pero no logró ver nada. Sentí un apretón en mi mano y noté que todavía la tenía entrelazada con la de Adrien.

—¿Estás enamorado de Ladybog?—Aquellas palabras que salieron de la boca de Anna hicieron que todo el control que estaba teniendo sobre mis emociones se estrellara contra una pared.

Volteé a ver a Adrien, el cual tenía los ojos abiertos en par mientras me miraba con nervios. —Claro que... —Hizo una pausa y sus ojos se iban y volvían a los míos. —Quiero decir. Volvió a callarse.

Reí internamente. Claro, era obvio que a Adrien le gustaba Ladybog; fue por eso que vi fotos de ella en cada rincón el día que fui a su casa. Pensé que solo era su admirador, pero era obvio. Era una idiota, superficial de mierda.

Desate nuestras manos haciendo algo de fuerza ante la resistencia por su parte. Sentía asco. ¿Cómo era que Marinette literalmente se moría por él? Se moría por estar con él y él no la determinaba. ¿Pero si se había enamorado de Ladybog?

Marinette es una chica insegura y desastrosa; seguramente, como él se considera Perfecto, prefirió enamorarse de la versión perfecta de ella. La que no comete errores, la que es súper inteligente. Era un asco.

En los días que estuve enferma, Chloe se vio muy interesada en mi relación con Adrien. Por lo atento que se había mostrado. Ella, incluso Alix, me dijo que yo le gustaba. Y según ellas, era reciproco por mi parte. Yo solo pude decirles lo muy equivocadas que estaban porque Adrien hasta hace unos pocos días quería matarnos.


Pero todos los comportamientos de su parte solo rebelaban lo inseguro que era y que tenía muy poco amor propio. ¿Cómo podría gustarme alguien que siquiera se ama así mismo?

Me esforcé por mostrar una sonrisa. Lo que él fuera como persona en definitiva no me importaba; ni tampoco iba a juzgarlo por ello. Después de todo, yo no estaba en una posición donde podía criticar las malas acciones de los demás. —Muchas gracias por el libro, Adrien, te lo devolveré en cuanto termine. —Deje un beso sobre su mejilla y me levante de la silla.

—Y fue un verdadero gusto conocerte, Lila—. Sentí nauseas al decir aquellas palabras. Pero lo que me había dicho Felix se repitió en mi cabeza. Fingir, era lo que mejor sabía hacer.

Salí de la biblioteca con una sonrisa gigantesca en mis labios. Por fin tenía la entrada a todo; me sentía verdaderamente orgullosa. Sentía alivio; experimenté el sentirse poderoso.

Tomé mi teléfono y marqué el número de Jack. —Tengo a la gallina de los huevos de oro.


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—Creí que sí habías comprado una gallina que ponía huevos de oro —Jack se cruzó de brazos con decepción. Rodé los ojos y tomé el grimorio en mis manos. —Esto es mucho mejor que un pollo que satisfaga tu avaricia, mi querido colega —acaricie la tapa del libro con delicadeza.

Jack soltó una carcajada. Estaba feliz, él estaba feliz. Todo comenzaba a avanzar; pronto todos nuestros planes e intereses iban a ser cumplidos. El hecho de haberme escapado de la escuela solo para venir a la organización y estar feliz por mi reciente logro, no me importaba en lo absoluto.

Jack tomó el libro de mis manos y lo examinó. —Dijiste que era de Adrián, hay que sacarle una copia —asentí. No quería meter a Adrien en problemas con su padre; Gabriel era un hombre demasiado temperamental. Y más cuando se trataba de estas cosas.

Termine de verificar la copia de libro; necesitaba que todo fuera exactamente igual. No podía haber errores. —La has revisado como diez veces—Regaño Jack.

—No puede haber errores, tú conoces a Gabriel. Cualquier diferencia va a notarlo de inmediato. No puedo hacerle eso, Adrien.


—Te importa mucho, ¿no? —Volteó a verlo con una expresión de confusión. —Quiero decir, tú no te preocupas así por cualquiera—.

—Actúas como si fueras un monstruo. Él negó y se acercó a mí. —No lo malinterpretes, estoy diciendo la verdad. No eres un ángel y... No quieras dártelas de heroína; ambos sabemos que nunca podrías el bienestar de alguien antes que el tuyo. —Palmeó mi hombro y salió de la sala de juntas.

Era cierto; era demasiado egoísta para poner el bienestar de alguien antes que el mío. Pero no iba a arruinar la poca confianza que Adrien tenía con su padre. Tome la copia del libro para llevársela; entre menos tiempo pase, sería mucho mejor.

Recordé que no tenía en número de Adrien, por lo que opté pedírselo a Chloe. No sabía donde estaba, y no iba a arriesgarme a ir a su casa con el libro en manos.

Registre su teléfono y le mande un mensaje.



𝐼𝑙𝑙 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝐶ℎ𝑎𝑡 𝑁𝑜𝑖𝑟 / 𝐴𝑑𝑟𝑖𝑒𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora