𝔻𝕖𝕞𝕠𝕚𝕝𝕦𝕤𝕥𝕣𝕒𝕕𝕠𝕣ஜ══

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La clase de física me estaba taladrando la cabeza

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La clase de física me estaba taladrando la cabeza. Despegué mi vista del tablero y mire a mi lado. Toda mi atención se la llevaron los dibujos del pelirrojo sentado a mi lado. Sonreí ligeramente. Eran verdaderamente impresionantes la forma en la dibujaba las expresiones y sus pinceladas eran tan finas y exactas que lo hacía ver demasiado fácil.

Nathaniel me miró de reojo y cubrió sus dibujos. Frunze en ceño por su acción y desvíe la mirada poniendo atención al tablero nuevamente.

—¡Nathaniel¡ ¡¿Qué estás dibujando?!—regaño la maestra golpeando la mesa fuertemente con su mano. Hice una mueca e hice todo lo posible por no despegar mi vista del pizarrón.

—Estas distracciones son la razón por las que repruebas ciencias. —La maestra sacudió un dibujo en el aire y lo dejó caer en el suelo. Seguí con la mirada el pedazo de papel.

—Te vas ahora mismo a la oficina del director y le muestras tus dibujos —ordenó señalando la puerta. El pelirrojo se levantó del asiento, guardando sus cosas con rapidez. No podía evitarlo; había observado cada detalle de la escena.

Si tenía una debilidad en este mundo era el chisme. Nathaniel caminó hacia la puerta, pero tropezó y cayó al suelo. Sonreí de lado y dejé mi lápiz en la tablet. —Interesante —susurre. Era un hecho que la situación se había apoderado de toda mi atención.

Chloe tomó el cuaderno en sus manos, sonriendo. —No te creo que lo va a ayudar —pensé abriendo la boca ligeramente de la impresión.

—¡Uh! Mira a Sabrina como superhéroe y mira a quien está salvando: Marinette —reveló en voz muy alta. Abrí los ojos impactada, no es que importara, pero había que admitir que entretenido sí era.

Volve la mirada hacia Nathaniel y no puede evitar soltar una carcajada silenciosa. —Parece muñeco de trapo —murmuré controlando mi risa. La señorita Mendeléyev lo tenía agarrado por el cuello de su camiseta como títere.

—Está totalmente loquito por ti, Marinette —ironizó la rubia ganándose que Nathaniel le arrebatará el cuaderno de un manotazo.

La maestra lo echó de la clase para poner fin a toda esa situación. Chloe me dio una mirada y me guiñó el ojo. Sonreí con complicidad y levanté el pulgar.

Todo en la clase volvió a la normalidad después de un rato. —El siguiente grupo para la presentación de Física serán Adrien, Nino y Alya —anunció leyendo una planilla. —El segundo serán Chloe, Kathleen y Marinette —escuche mi nombre junto al de las dos y suspire con alivio.

Las conocía a ambas y sin duda eso haría más fáciles las cosas. Marinette volteó a verme y me sonrió. Le sonreí de vuelta e hice una señal de "OK" con mis manos. Ella rió y volvió a voltearse.

Chloe levantó la mano y la maestra le cedió la palabra. —Maestra, ¿podría ponerla en otro grupo? Kathleen y yo trabajamos mejor solas —pidió con autoridad. Hice una mueca y baje la cabeza. No quería tener nada que ver entre los conflictos de esas dos.

La maestra se negó rotundamente: la imprudencia era algo que Chloe nunca controlaba y esa era la gran diferencia entre ella y yo. La clase terminó, guardé mis cosas y me dirigí hacia los casilleros.

—¿Nos reunimos en tu casa para hacer el proyecto? —cuestione posicionándome a su lado. Chloe cerró la puerta de su casillero y rodó los ojos. —Querida, no tengo tiempo para hacer un estúpido proyecto; dile a Marinette que ella te ayudara —afirmó.

Suspire derrotada. —Chloe, no te cuesta nada colaborar —demandé. Yo tampoco quería hacer tal proyecto, pero era mi obligación por desgracia.

—¿Está todo en orden? —preguntó la azabache irrumpiendo en la conversación. Llevé una mano a mi sien, la cual comenzó a dolerme por el estrés; al pensar eso todas mis alertas se activaron. Saqué el mini espejo que siempre cargaba en el bolsillo de mi saco.

Mire mi frente con sumo detenimiento: no podía arriesgarme a que me salieran granos. —Te tengo que recomendar una crema que está, pero de muerte —la voz de Chloe me sacó de mis pensamientos.

Sonreí ampliamente. —¿Cuál? —pregunté sacando mi teléfono para anotar el nombre. La azabache se aclaró la garganta para llamar nuestra atención. —El proyecto —sonreí apenada.

—Sí, claro, ¿nos vas a ayudar o no? —cuestioné dirigiéndome hacia Chloe. La rubia se cruzó de brazos, rehusándose. —Me niego a tener que hacer un insignificante proyecto —decidido estaba a la defensiva.

—Pero ¿por qué no vas a ayudarnos con el proyecto? —preguntó la azabache.

—Eso no te importa —contradijo la rubia.

—En realidad sí porque soy parte del grupo.

—¿Quién te crees panadera? —

—¡Ya! —exclamé con un tic en mi ojo. —Van a hacer que me salgan arrugas —suspire profundamente entrando en calma. —Chloe, nos ayudarás con el proyecto, te guste o no —dispuse tomando su muñeca con un poco de fuerza. Esta me miró mal y rodé y la llevé hacia la biblioteca.

El azabache nos siguió. —Mi cabello está hecho un asco —se quejó intentando soltar mi agarre. —Luego vamos juntas a la peluquería, además te he dicho que no lo cargues con tanto producto, lo vas a resecar —Chloe detuvo nuestro andar.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo —admitió mirando sus puntas con decepción. —Tienes que dejarlo descansar, te voy a recomendar un shampoo para que lo hidrates —sugerí.

La azabache volvió a aclararse la garganta para llamar nuestra atención. Esta vez con un poco más de fuerza, la mire. —¿Ah?—inmediatamente reaccionó sacudiendo mi cabeza. Sonreí mostrando todos mis dientes apenada. —Sí, Chloe, vamos —tome a Chloe de la muñeca y la jale hasta la biblioteca.

Y ahí estaba yo otra vez en medio de las discusiones de esas dos. —No puedo perder el tiempo aquí; necesito ir al salón de belleza —decidió Chloe golpeando la mesa.

—No es una pérdida de tiempo, es un proyecto obligatorio —afirmó Marinette golpeando la mesa con mucha más fuerza. La miré mal al ver que casi me pisa los dedos con su puño.

—Para mí sigue siendo una pérdida de tiempo —dijo Chloe cruzándose de brazos, dándonos la espalda a ambas.

—No es—¡YA!—interrumpí a la azabache en un grito. —Por milésima vez me tienen hasta los tacones de sus peleas que no sirven de nada, solo hagamos el proyecto y cada quien se va para su casa. —Ambas chicas quedaron en silencio mirándome atónitas.

—Siéntensen —dispuse señalando las sillas a mi lado. Los dos tomaron asiento con rapidez; la mesa se inundó de un silencio que para cualquiera puede ser incómodo, pero para mí era como estar en el cielo luego de estar escuchando tantos gritos.

—Yo me sigo negando —murmuró Chloe bajando la cabeza. Marinette y yo volteamos a verla al mismo tiempo. —Chloe, colabora —repetí una vez más colmada de paciencia.

—No quiero —su queja fue interrumpida por los golpes de un montón de boinas que cayeron del cielo. Abrí los ojos en par y miré hacia arriba confundida. —¿Qué rayos?—susurre.

Una secadora gigante apareció de la nada. Sonreí anonada. —Maravilloso—. Murmure.

La secadora empezó a perseguir a Chloe por toda la biblioteca; inmediatamente me levanté del asiento aún con una sonrisa en mis labios. —¡Espera! Chloe, ¡¿Dónde la compraste?!—exclamó ignorando los gritos de terror de la rubia.

Marinette me observó con un matiz serio y sonreí nerviosa. —¿Qué?—levanté los brazos con falsa inocencia. Segundos después se fue corriendo, dejándome totalmente sola en aquella mesa.

Observé a mi alrededor y todos habían evacuado la biblioteca. Miré mis tacones con cierta lástima y al imaginarme el dolor de tobillos que tendría si corría, todas las ganas de huir que tenía se marcharon.

Volví a tomar asiento nuevamente y tomé uno de los tantos libros que tenía al frente con un ligero puchero. —Gallinas—.

Aún se podían escuchar los gritos de la rubia resonando por todo el lugar. Mire a mi alrededor esperando la entrada de los héroes.

—¿Qué haces aquí?—La voz del héroe felino me sacó de mis pensamientos.

Resople con fastidio para voltear a verlo. —Leyendo un libro sobre cómo peinar un pony —ironizó con un obvio tono de molestia —¿Y tú? —le devolví la pregunta con falso interés.

El felino rodó los ojos y continuó su camino hacia la pequeña batalla que tenían con la secadora gigante. Observé cómo se alejaba al lugar de la pelea saltando por los estantes, devolví la mirada al frente y suspiré con desgano. —Idiota —murmuré.

Transcurrieron algunos minutos hasta que la pelea se puso frente a mí; el acometido había hecho una pared con su tableta, bloqueando el paso para ambos.

—¿A dónde se fue? —preguntó la moteada en voz alta

—Mmmm... ¿A su casa?—contestó obviamente, mientras pasaba la página del libro de física —Lo que todos quieren hacer estando en la escuela—.

Ladybog se acercó más al barandal del segundo piso para poder establecer mejor comodidad en la conversación.

—¿Tienes alguna idea de dónde pudo haber ido?

Lo pensé por algunos momentos cerrando el libro que tenía en mis manos, el cual no había entendido en lo absoluto. Simule pensarlo por algunos segundos.

No tenía idea de dónde había podido ir el akumatizado. Ni siquiera conocía su identidad detrás del traje, ni tampoco la razón por la cual fue akumatizado. Así que ponerme a pensar solo sería un intento de adivinanzas en vano.

Me limito a negar con la cabeza, sosteniendo una sonrisa de inocencia. El gesto de la azabache decayó y se pasó la mano por su rostro frustrado.

Ambos héroes salieron de la biblioteca y yo sí que me había quedado completamente sola ahí.

Suspire profundo disfrutando del gran silencio que inundaba el lugar. Adoraba los lugares silenciosos, aunque en ciertas ocasiones me tendían a estresar un poco.

Mi maravilloso silencio fue interrumpido por la vibración de mi teléfono. Hice una mueca y contesté.

—¿Hola?—

—Kathleen, ven a mi casa, ahora, tengo miedo —dijo Chloe desde la otra línea con su típico tono quejoso.

Lo medite unos segundos. —Me prometes que no aparecerá otro akumatizado loco intentando matarte, ¿por ahí?—cuestione empezando a guardar los libros que necesitaría para el proyecto en mi bolso.

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Toqué el timbre de la puerta de la habitación de Chloe y la pequeña sonrisa que albergaba mi rostro se desvaneció por completo al ver quien me había abierto.

—¿Y a esta?—me señaló con desagrado. —¿Quién la invitó? Cruce la puerta golpeando toscamente su brazo con el mío mientras ambos sostenimos la mirada penetrante; en lo personal hubiera preferido dejarlo sin hombro, pero para mí desgracia era demasiado alto.

Al adentrarme más en la habitación pude notar el tenso ambiente que había entre Ladybog y mi amiga y las razones eran más que obvias. Quería a Chloe, pero en ocasiones era demasiado irritante.

—Kathleen —Chilló Chloe apenas notó mi presencia, corrió a abrazarme fuertemente. Le correspondí el abrazo, dándole unas palmaditas en la espalda.

—¿Ya sabes porque el akumatizado quiere hacerte puré?—cuestione después de soltar nuestro abrazo.

La rubia negó: —Claro que no lo sé, todos me aman —aseguró en un tono de resignación.

—Por su puesto, porque eres tan adorable. El sarcasmo en la voz de la moteada era más que obvio y se podía notar a kilómetros de distancia; lo raro es que Chloe no lo entendió o simplemente no quiso hacerlo.

Aunque aún no entendía el porqué de su actitud, admitía que Chloe no era fácil de soportar; pero la moteada en verdad actuaba como si la odiara.

—¡Si! ¡Ladybog piensa que soy adorable! —se alegró dando pequeños saltitos para acercarse a la Azabache. No pude evitar sonreír con ternura ante la ingenuidad de mi amiga.

Me acerqué al sofá para depositar mi bolso sobre él. Note un detalle que llamó toda mi atención; tome el dibujo en mis manos, ocultando las risas que estaban por salir de mí.

Contemplar aquel dibujo me hizo darme cuenta de que quitando los garabatos el dibujo era simplemente impresionante. Automáticamente, el recuerdo de esta mañana al ver por primera vez un poco de los dibujos de Nathaniel se cruzó por mi mente.

Sonríe mucho más. —¿Quién fue el creativo?—pregunté entre pequeñas burlas que eran inevitables en mi voz. —Por supuesto yo —afirmó Chloe poniendo las manos en su pecho con orgullo.

Con todo lo sucedido esta mañana, pude notar que Chloe y Marinette se llevaban pésimo. Pero ¿por qué? Marinette no parecía una persona capaz de odiar a nadie y Chloe no era un ángel, pero tampoco era mala.

—Dios mío, dame la sabiduría para desenterrar el chisme —rogué mentalmente. Ante mi pensamiento, no pude controlar la gran carcajada que salió de mí.

Volví a centrar mi atención en el dibujo—una obra de arte digna de un premio amiga—sincere.

En un parpadeo, la moteada me había quitado el dibujo y arrugado en sus manos... Hice una mueca de molestia ante su acción. —Oye, ¿por qué?

—¡Shhhh!—Me interrumpió—Muy bien, ahora sí podía notar que aquí había algo que olía mal. Me concentré un poco más en el olor que había en el ambiente y provenía del gato pulgoso.

Apestaba a queso añejo; de lejos se puede notar que ni se baña. Hice una mueca de asco y me alejé mucho más de él.

—Tenemos que concentrarnos, esto está comenzando a cansarme —se quejaba la moteada caminando de un lugar a otro sin parar.

El felino se acercó a ella en un intento de calmar su actitud, pero eso solo hacía que la pequeña discusión que estaban teniendo se hiciera más fuerte.

Lo próximo que ocurrió fue que la moteada se fuera del lugar, dejándonos solamente a los tres en la habitación.

—¡Ay! ¡Esto es grandioso! ¿No lo creen?—expresó la rubia con emoción.—Esto es como una película o una persecución. Policías y yo soy la protagonista-Canturreo.

Suspire con desánimo y tomé asiento en el mueble, acerqué mi bolso hacia mí y busque entre él un espejo para después buscar mi máscara de pestañas. Retoque cada una de ellas con suma delicadeza.

Estaba tan entretenida en pincelar bien las pestañas que el recuerdo del proyecto de física atravesó mi mente como rayo; alejé el rimel de mis pestañas con una mueca y rápidamente tomé los libros que había empacado previamente.

—Chloe, ven a ayudarme —ordenó señalando el asiento a mi lado—. Chloe me observó con frustración. —¿Que no ves que estoy en una situación de vida o muerte?—Dramatizo llevando una mano a su cabeza.

—No seas vaga y colabora —volví a insistir, empezando a resignarme a tener que hacer trabajo yo sola. Chloe me miró con súplica para después observar al felino.

—¡Ya sé! Que Chat Noir te ayude—Tomó al héroe del brazo y lo sentó a mi lado con brusquedad. Mi cara automáticamente se transformó en una de desagrado al tener a menos de dos metros a ese ser tan despreciable.

¿Por qué lo odiaba? Simplemente, en todas las ocasiones que tuve encuentros con él no ha hecho más que complicarme la vida, aparte que no es para nada considerado ni caballeroso con las mujeres...

—Escuche que los gatos son buenos para la física —insinuó Chloe.

—Este gato es un genio para la física de partículas —presumió el felino señalandose.

—. Mentira—murmuré en un tos.

El felino me observó con molestia: —¿Tú qué sabes?—Discutió quitándome el libro de las manos. —Me cruzé de brazos, mirándolo enfadado. Lo estaba haciendo de nuevo. Iba a colmarme la paciencia de nuevo.

—Mucho más que tú te lo aseguro —afirmó para después intentar recuperar el libro de sus apestosas manos.

—Déjame leer —se quejó negándose a soltar el libro. —Yo lo tenía primero—alegué. Utilizaba todas mis fuerzas y por más que lo intentara no podía hacer que el libro cediera ni tan solo un poco.

Algo en el felino comenzó a vibrar, cosa que hizo que soltara el libro de inmediato, provocando que caiga al suelo por la fuerza que estaba ejerciendo. Mi espalda chocó con el suelo y el libro cayó a algunos metros de mí.

Resople furiosa —¡Te odio, Chat Noir! —exclamé lo suficientemente fuerte como para que él me escuchara.

Lo observaba mientras salía hacia la terraza con los ojos fulminantes. —Maldito —pensé. Me levanté del suelo algo aturdida; sacudí mi cardigan con molestia, rogando porque no se hubiera ensuciado. Por suerte era rosa, así que no había tanto riesgo de que se notara.

Termine de sacudir mis vestidos y me acerque al libro para recogerlo.

Al notar la acción del héroe Chloe me arrebató el libro de las manos y fue hacia él a presionarlo para que ayudara con el proyecto. En lo personal, yo rogaba para que se largara lo más rápido posible.

Su presencia me estorbaba y contaminaba mi ambiente.

El rubio se despidió y se marchó del lugar. Suspire aliviada. —Ojalá nunca vuelva a verlo —pensé mientras caminaba sigilosamente hacia Chloe. Tomé su brazo y la senté en el sofá. —Te tengo—. Murmure con una pizca de malicia en mi voz.

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Apreté un poco más la soga a Chloe para evitar que se escapara. —No quiero —chilló pataleando con sus piernas. Lleve una mano a mis cien y suspiré para encontrar la paciencia que ya se me había agotado.

—Yo no quería nacer y ¿qué crees? Me toco —dispuse tomando asiento junto a ella. —La vida no es fácil —suspire profundamente para mantener la calma. —Así que te guste o no me vas a ayudar.

—¿Qué hay de Marinette? Ella también tiene que ayudarnos—repuso la rubia en un intento de escape en vano. Me dolían los pies después de correr detrás de ella por todo el hotel; sí que era veloz.

Tomé mi teléfono y marqué el número de Marinette; desde su desaparición en biblioteca se había esfumado del mapa.

—¿Nada?—cuestionó la rubia. Negué con la cabeza.

—¡Ash!—Se quejó—Lo sabía, esa panadera tiene el descaro de llamarme a mi floja, cuando ella siquiera se aparece para ayudarnos—alegó con un tono sermoneante.

—¿Le habrá pasado algo?—me cuestioné mentalmente mientras insistía en la llamada.

Por enésima vez colgué la llama que por enésima vez me había enviado al buzón. —No—murmuré, apenas audible.

Mire hacia las ventanas y mis ánimos decayeron al ver que ya estaba anocheciendo. —Estoy cansada—murmuré. Deslizando el libro de la mesa hacia mí con sumo desgano.

—Esa panadera es una —la tercera temporada de los sermones de Chloe se vieron interrumpidos por el timbre de la habitación. Me levanté del sofá a abrir, pero me detuve en seco al ver como parte de la puerta comenzaba a borrarse.

Tragué aterrada e inmediatamente corrí hacia Chloe para desatarla. —Padre nuestro, que estás en el cielo—murmuraba decantando la soga con rapidez.

—¡Apresúrate, Apresúrate!—Grito Chloe moviendo la silla con desesperación. —Ahí voy —balbuceó intentando desatarla lo más rápido posible.

—¡Ashg!—Chille—¿Por qué mis nudos de exploradora son tan perfectos?—sospese. Al terminar de desatarla noté como una de mis uñas estaba rota. —¡Ay!—Grite—. Chloe me tomó del brazo y me arrastró hacia debajo de su cama.

—¿Por qué me persigue la desgracia?—reflexioné para mis adentros, observando mi uña con tristeza.

De la nada el Demoilustrador empezó a borrar el closet de Chloe junto a todos sus vestidos y zapatos; sentí como mi corazón se partió en miles de pedacitos. La rubia comenzó a gritar al ver su Chanel's edición especial desaparecer. Rápidamente cubrí su boca en un intento de continuar con nuestro pequeño escondite, pero sabía que era en vano, pues el akumatizado ya sabía dónde estábamos.

Entendía a Chloe y, no era para menos, yo habría caído en coma.

La cama se borró de la nada y ambas quedamos indefensas. Abrí los ojos en par y como un rayo me levanté para correr. —Patitas para que las tenga. Me escondí detrás de una silla, dejando a Chloe atrás.

Pues ella se había quedado gritando sobre lo mucho que le dolía que todos sus zapatos y vestidos de marca hayan desaparecido. Tenía luto en mi corazón contando que no eran los míos. No me imagino su dolor.

El akumatizado dibujó un zapato gigante que persiguió a Chloe por toda la habitación. —Qué tacón más feo.—murmuré observando aquel zapato con desagrado.

La punta del zapato se quebró, dándole entrada a la moteada que anteriormente se había ido y para mi desgracia al héroe que tenía un fetiche con arruinar mis mejores prendas.

Le hice una señal a Chloe para que viniera a mi escondite; la rubia rápidamente se acercó a mí. —Kathleen, mis zapatos, vestidos, bol—puse mi mano en su boca para neutralizar su voz. —Después hablamos de eso, estarás bien, ya paso—acaricie su espalda mientras le daba ligeras palmaditas.

Mi mirada se desvió hacia la pelea y una carcajada burlona se escapó al presenciar cómo el felino salía volando hacia la terraza gracias a uno de los guantes de boxeo. Desde el día de hoy ese guante tenía mis respetos.

En el transcurso de la pelea pasaron tantas cosas que me fue difícil analizarla debidamente. Lo que sí noté fue como mi deseo de querer borrar al felino del mapa casi se hace realidad.

Sonidos de vidrios rotos y oscuridad invadieron toda la habitación. Cubrí la cabeza de Chloe con mi cuerpo para que ella pudiera cubrirse los oídos.

Al escuchar cómo Ladybog invoca sus milagros, las dos suspiramos con alivio. Las mariquitas rodearon toda la habitación, haciendo que todo lo que el akumatizado había borrado apareciera como nuevo. Mire mi uña con ilusión, y me decepcioné al ver que esta no volvió a la normalidad.

—La vida es muy injusta —me lamento.

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Escuchaba la entrevista que Chloe le daba a Alya para el blog con una sonrisa burlona. En verdad era una malagradecida, pero no podía negar que la adoraba.

Cerré mi casillero y suspiré profundo para ir a hablar con Marinette. Me acerqué a ella con un gesto inexpresivo. —Te estuve llamando anoche para terminar el proyecto —inició la conversación.

—En realidad lo siento, Kathleen, estuve ocupada, pero si quieres podemos hacerlo hoy, después de todo, física nos toca luego del descanso —sugirió. Podía notar la vergüenza en su cara, pero eso no justificaba su irresponsabilidad.

—Puedes decirme al menos ¿Por qué no me contestaste?—inquiri desviando la mirada hacia mis uñas.

La azabache sonrió nerviosa —Estuve muy ocupada, lo siento—. Volvió a disculparse. Resople resignada; en definitiva, no podía discutir con ella; era demasiado linda.

—Por el proyecto no te preocupes, lo termine ayer—informé aún con un semblante serio—, pero no quiero que se repita—advertí antes de darme la vuelta para alejarme.

Al dar un paso choqué con alguien haciendo que todos mis libros se esparcieran por el suelo. —Fíjate —murmuró. Hice una mueca y me puse en cuclillas para recoger mis libros.

El chico con el que choqué también bajó para ayudarme. Me reincorporé para tener una mejor posición para acomodarlos; el chico me entregó los que él había recogido.

Levanté ligeramente la cabeza para verlo y al ver parte de su rostro me quedé perpleja. —¿Qué?—murmuré totalmente paralizada por lo que mis ojos estaban viendo.

El chico me miró confundido. —¿Disculpa?—

Tragué en seco y suspiré. Bajé la mirada poniéndome de pie. —Nada—murmuré mirándolo de reojo. —Gracias —mustie caminando hacia la salida.

What happen?!What happen? !

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What happen?!
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𝐼𝑙𝑙 𝑤𝑖𝑙𝑙 𝐶ℎ𝑎𝑡 𝑁𝑜𝑖𝑟 / 𝐴𝑑𝑟𝑖𝑒𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora