Capítulo 1

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El sueño de Jeonghan era tranquilo, su cama no era amplia, pero sus cabellos negros alborotados sobre la almohada indicaban que estaba durmiendo plácidamente.

Aunque no pudo dormir mucho más, un ruido fuerte en la habitación del lado le despertó de golpe y casi se cayó cuando se levantó en un solo movimiento.

—Chan, ¿Estás bien? —dijo cuando entró a la habitación.

—Se cayó.

Chan estaba de pie junto a la pila de juguetes en el suelo, por suerte no parecía estar herido, ni siquiera parecía estar asustado.

—Debiste despertarme si querías algo —Jeonghan suspiró mientras se acercaba al pequeño.

—Pero no quería despertarte... —dijo mientras jugaba con el borde de su pijama de dinosaurio.

—Además, ¿Qué hacías despierto a esta hora? —Jeonghan se acercó para asegurarse que ningún juguete había golpeado al pequeño.

El pequeño negó con la cabeza y señaló el reloj de superhéroes que tenía en la mesita de noche a un costado de su cama.

Solamente quedaban treinta minutos para la hora en la que debían irse.

No tuvo tiempo para suspirar, tomó a Chan en brazos y se metió a la ducha con él, un dos por uno, pensó. Luego de lavar bien sobre todo al pequeño, lo envolvió en una toalla y se inclinó para dejar un beso en su frente.

—Chan, ve y vístete como si fueras Flash, ¿Sí? —dijo intentando no sonar desesperado porque iban tarde y caía la posibilidad de perder el autobús.

Chan asistió con la cabeza y fue rápidamente a su habitación para vestirse. Por su parte, Jeonghan tuvo que preparar el desayuno, hacerle la merienda a Chan y vestirse, todo al mismo tiempo.

El pequeño llegó luego de unos minutos, vestido, pero desaliñado y, mientras comía, Jeonghan tuvo que arreglarle el uniforme escolar y el cabello, además de beber su café matutino.

Aunque estaban cortos de tiempo, Jeonghan no se olvidó de aplicar su neutralizador mientras el pequeño se lavaba los dientes. Una vez estuvieron listos ambos, Jeonghan tomó en brazos al pequeño y corrió todo lo que pudo hacia la parada de autobús, por poco no lo lograban.

La vida de un padre soltero y joven era difícil, o eso pensó Jeonghan.

No estuvo tranquilo hasta que dejó a Chan en la puerta de la primaria y le vio entrar. Lo más importante ya estaba listo, ahora solamente debía llegar a su trabajo, que por suerte quedaba dos calles al costado de la primaria de su pequeño.

—Por poco no llegas, Jeonghan —dijo Seungkwan, su amigo y compañero, a la entrada del preescolar mientras miraba la hora en su móvil.

—Te juro que...

—¿De nuevo la alarma? —le interrumpió en un tono burlón— Vamos, hoy te toca la recepción por casi no llegar.

Jeonghan sonrió a su amigo, siempre le hacía lo mismo cuando llegaba un poco tarde o casi en la hora tope. Sabía que Seungkwan no disfrutaba de lidiar con los padres nuevos o los que ya estaban.

Ambos trabajaban en un preescolar a las cercanías de varias oficinas, el lugar les pertenecía a los padres de Seungkwan, quienes amablemente le habían dado el trabajo.

Jeonghan había sido padre a una edad muy temprana, el omega se había descuidado mucho en su juventud. Aunque la llegada de Chan fue una luz de esperanza que lo devolvió a una vida estable. Podía decir que a los veinticinco años era padre de un hermoso niño de siete años.

Baby ❤️ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora