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Doy vueltas una y otra vez sobre la cama. Me resulta imposible dormir.
<<Y es que no puedo sacarla de mi cabeza>> pienso contra la almohada. A mi lado derecho, a una muy corta distancia, se encuentra el cuerpo plácido y durmiente de Nahuel, mi novio, prometido, futuro esposo e irremediable amor de mi vida.
O eso se supone que sea.
No puedo eliminar su sonrisa de mis recuerdos, no puedo dejar de ver sus ojitos celestes, brillantes y hermosos; no puedo dejar de escuchar sus palabras, una y otra vez, repitiéndose incesantes en mi cabeza, en bucle, en un estado infinito de repeticiones... y doleres.
No puedo seguir ignorando mi corazón. No puedo seguir negando la verdad más grande que he tenido en mi vida. No puedo seguir ignorando todo esto.
Ocho años, me tomé ocho años para olvidarla, superarla, y volver a enamorarme.
Pero en todos esos años, su fantasma me acompañó a cualquier lugar al que fuera. En estos ocho años, mi lengua anhelaba volver a nombrarla, anhelaba poder volver a acariciar su nombre. En estos ocho años, mis sueños y noches sin descanso, tienen un nombre y una causa: María Piquel, la mejor amiga que tuve en toda mi vida, mi única mejor amiga, mi primer amor, mi primera ilusión...
Creo que lo más doloroso de esta —otra de las tantas— noche de insomnio y llena de recuerdos de ella y del nosotras, es que finalmente, finalmente lo acepté:
<<No puedo olvidarla>> Y muy probablemente nunca podré.
Pero no... No quiero... quererla.
Odio quererla. Odio ya no pueda quererla.
Odio el arrepentimiento que me carcome por mis acciones del pasado y presente. Odio no tenerla a mi lado. Odio la idea de jamás volver a tenerla a mi lado, de pasar mis dedos por su rostro, de acariciar sus labios con mis labios, de apreciar el cielo en sus ojos.
Odio esto. Odio mis lágrimas. Odio mi corazón roto por la ausencia de la mitad de él que ella se llevó.
Odio amarla.
Odio no poder decirle ahora mismo que la amo, de una manera loca, imposible y tan mágica, que resulta dolorosa la sola idea de perderla.
La amo, de una manera frenética, magnética e impensable.
La amo desde el primer día que la vi, siendo niñas.
Me enamoré y me sigo enamorando de ella, por cada día que paso con su cercanía y distancia.
La amo. Tanto que siento que pierdo mi corazón y sonrisa con cada segundo que no la tengo a mi lado.
La amo. Pero nuestro amor no es suficiente.
La amo. Pero mi miedo es más fuerte.
La amo, la amo, la amo, la amo.
Doy otra vuelta en la cama, tal parece, esta no será una noche de suerte. Me rindo, y me pongo de pie, procurando hacer el menos ruido posible para no despertar al hombre durmiendo a mi lado en la cama.
<<La amo.>>
¿Cómo es posible qué recién ahora lo vea, que apenas hoy acepte que sigo irremediablemente enamorada de esa chica tanto o más que hace ocho años atrás?
Un suspiro abandona mis labios, en presencia y forma de un vaho. Es la madrugada, es de noche, es otoño.
Estoy a dos semanas de casarme con el hombre que me espera en nuestra habitación.
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Bonita
RandomKarol está a tres meses de casarse con Nahuel, alias "el amor de su vida". Pero por pedido de su madre, se ve obligada a regresar a su casa y pueblo natal; dónde se reencuentra con su familia, amigos, vecinos, su ex mejor amiga... y su ex amante. Em...