Capítulo 35 (Parte 2)

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Actualidad.

Toc toc toc

Cierro los ojos con fuerza, bajo las manos del cuerpo de María, y ella baja las suyas del mío. Al compás de nuestros movimientos, un suspira abandona nuestros labios, al unísono.

—¿Sabes? —sin embargo, en un segundo, me toma por la barbilla y me aproxima a ella. Nuestras respiraciones se aceleran y entremezclan, un cosquilleo me recorre desde el cuero cabello hasta la planta de los pies; otro suspiro se me escapa. Creo escuchar de fondo, tras la puerta blanca de la habitación de baño, la voz de Eleanor, mi prima fanática del zodiaco y de las lecturas de mano, llamándome y pidiendo ser atendida— Es curioso.

—¿Qué es curioso?

Mis ojos se pierden en sus labios, al contrario de los suyos, que los sientos puestos en mi mirada, maravillada.

Siento mi rostro enrojecerse.

—Creo que es la primera vez que estamos de la misma estatura. Estos tacones te dan ventaja.

—¿Qué? —sin poder evitarlo, una risa escapa de mis labios. La sonrisa enternecida de María se vuelve casi tangible entre nosotras— Qué estupidez —me quejo, antes de unir nuestros en nuestro último beso, un beso con sabor amargo, a tristezas e impotencia, un beso que nos queda corto, en todos los sentidos posibles: de tiempo, de duración, de eternidad, de momento.

<<Merecemos más que esto>> me resulta imposible de no pensar.

<<Merecemos todo, juntas>> imposible de no anhelar.

—¡María, abre la puerta, por favor! ¡O tú, Karol!

Como si de una clase de despertador se tratara la voz desesperada de mi prima, María se me separa, posa sus manos en mis caderas y me empuja suave lejos ella. Suelto un suspiro, ahora resignado.

—El tiempo se nos acabó, Bonita —me dice, sin más. Camina hacia la puerta, la abre.

Rápida y con extremo desespero, entra Eleanor a buscarme, pasa de largo a Mary, sin siquiera dirigirle una fugaz mirada. Se adentra en la habitación que nis sirvió de refugio, se me acerca y me toma de las manos, busca mi atención. Pero para su desgracia, me veo incapacitada de alejar mi mirada de la chica de ojos de diamante y docenas de tatuajes, mi atención absoluta sigue a María y es recia a abandonarla; María que, sin mayor excusa, abandona el cuarto de baño, y sin mirar hacia atrás ni por un leve segundo, se marcha y desaparece por el estrecho pasillo rojo.

—Hey, hey, tu atención en mi —pide mi prima Eleanor. Sus manos ascienden hasta mis mejillas, me deposita suaves palmaditas. Meneo la cabeza de izquierda a derecha la cabeza, intentando con todas mis fuerzas centrarme y no ir tras la chicas de ojos color cielo y sonrisa que te hechiza.

Intento concentrarme en la voz de mi prima, en sus ojos oscuros y su cabello negro. Intento deshacerme del nudo en mi garganta y el desespero gigante de mi corazón y alma que me suplican por ir tras María.

—Tu mamá estaba por entrar al baño, no sabía que... con qué se encontraría, pero logré despistarla. Perdón si interrumpí algo.

—¿Mi mamá?

—Sí, ella —desliza sus manos heladas hasta llegar a mis hombros, de ahí no bajan—. Ya es tarde, todos están preguntando por ti. Debemos darnos prisa.

—¿Prisa para qué?

—Hem, ¿para casarte?

—Oh, claro —<<Qué idiota soy>>.

Los labios de Eleanor se sellan de un momento a otro, sus ojos oscuros, antes confundidos y fuertes, se suavizan en un parpadeo, y me aprecian con extrema preocupación.

BonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora