VIII

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Takemichi había estado conversando con Bloody Painter durante una hora, pero pronto decidió unirse a las niñas para jugar. El azabache siempre encontraba un momento de diversión entre sus responsabilidades, y en ese instante, las pequeñas entidades le ofrecían una distracción.

Sally: Michi, enséñanos ese truco del espejo. —la pequeña ojiverde sonrió dulcemente, sus ojos brillando con emoción.

Takemichi: Está bien, solo ustedes dos sabrán cómo hago este truco. —el azabache respondió con una pequeña sonrisa, complacido de ver la emoción en sus rostros.

Lázari: Te lo prometemos, Michi. —la pequeña demonio asintió, sonriendo con picardía.

El azabache tomó un espejo pequeño de la mesa y, mientras las dos niñas lo observaban expectantes, comenzó a concentrarse. En ese momento, Takemichi desapareció dentro del espejo, adoptando la forma de un niño pequeño, de unos seis años. Aunque su apariencia podía parecer tierna a simple vista, había algo inquietante en ella. Su ropa estaba empapada de sangre, justo en la zona del corazón, y sus ojos azules opacos parecían penetrar hasta lo más profundo del alma de quien los mirara. Su piel, blanca como la porcelana, contrastaba con la escena macabra que había formado. Era una imagen perturbadora para los vivos, pero un truco fascinante para las dos pequeñas entidades.

Sally: ¡Wow, Michi, ese truco es asombroso! —la ojiverde no podía ocultar su asombro y alegría al ver el truco de Takemichi.

Takemichi: Aún no han visto la mejor parte. —el azabache sonrió levemente, dejando que las niñas se emocionaran un poco más. Luego, comenzó a cambiar el fondo del espejo, transformando el ambiente en una atmósfera más espesa, llena de neblina. Alrededor de la neblina, se podían ver almas girando en círculos, creando una sensación de claustrofobia y desorientación.

Las dos pequeñas entidades se emocionaron aún más al ver cómo el truco se volvía cada vez más intensamente macabro.

Sally: ¡Michi, qué más puedes hacer con ese truco!

Takemichi: Esto... —el azabache dijo, mientras salía del espejo, invocando unos brazos negros que emergían de su superficie reflejada.

Lázari: ¡Wow! —la pequeña demonio sonrió ampliamente, observando con fascinación cómo Takemichi controlaba los brazos negros como si fueran marionetas. La escena se volvía aún más inquietante, pero era exactamente lo que esperaba ver.

Takemichi continuó manipulando los brazos oscuros con una destreza aterradora. Luego, se volvió hacia las niñas, que lo observaban con ojos llenos de admiración y curiosidad.

Takemichi: Y así, harán que su víctima piense que todo lo que está pasando es de verdad y no un sueño. —explicó, con una calma inquietante. —Es una técnica eficaz, porque la mente no sabe diferenciar entre lo que es real y lo que no lo es cuando se está atrapado en un sueño bien manipulado.

Sally: ¡Eres increíble, Michi! —la ojiverde no podía contenerse y le lanzó un elogio sincero.

Lázari: No hay duda de por qué cierto chico se enamoró de ti. —la pequeña demonio soltó esa frase sin pensarlo demasiado, dejando que el silencio cayera sobre el ambiente.

Takemichi la miró, levantando una ceja, intrigado por lo que acababa de escuchar.

Takemichi: Huh, ¿alguien gusta de mí? —preguntó, incrédulo, sin saber realmente a quién se refería.

Lázari: Sí, pero no te diré quién es. Él debe darte las pistas, o por lo menos una señal, para que sepas que le gustas. —la pequeña demonio dijo, con una sonrisa traviesa, mientras evitaba mencionar que ese "alguien" era Bloody Painter. Sabía que si Takemichi lo descubría, las cosas tomarían un giro inesperado.

Takemichi: Me parece justo. —el azabache respondió, algo dudoso, pero con una ligera curiosidad sobre quién podría ser esa persona.

Sally: Michi, ¿vas a salir con Jeff a perseguir personas o te quedarás en la creppyhouse mientras los otros están cazando víctimas? —la pequeña ojiverde lo miró con expectación.

Takemichi: Oh, eso… —el azabache pensó un momento, luego sonrió con malicia. Yo iré a molestar a ciertas personas en sus sueños. —dijo, como si fuera lo más divertido del mundo.

Lázari: ¿Y si llevas a Bloody? Él me ha dicho que no ha encontrado víctimas correctas para usar su sangre y hacer pinturas. —la pequeña demonio aprovechó la ocasión para lanzar una sugerencia, uniendo a esos dos chicos a su modo.

Takemichi: Hmmm… luego le preguntaré si está libre esta noche y quizás lo lleve a buscar algunas víctimas. —respondió el azabache, sin saber que estaba siendo manipulado por Lázari para acercar a los dos chicos.

Sally: Bueno, nos vemos, Michi. Lázari y yo iremos a jugar a mi habitación. ¡Adiós! —la ojiverde tomó la mano de la otra niña, y juntas se fueron saltando hacia su habitación.

Takemichi: Adiós, pequeñas. —el azabache les respondió mientras las veía alejarse.

Al quedar solo, Takemichi se quedó mirando el frondoso bosque de abedules que rodeaba la creppyhouse. Su mente se llenó de pensamientos oscuros, recordando a aquellos que en vida le prometieron lealtad y amistad, solo para traicionarlo cuando más lo necesitaba. Había creído en ellos, confiado en sus palabras, pero ahora yacía muerto, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos, rodeado de asesinos, entidades y criaturas de pesadilla.

El azabache sacó esos pensamientos de su mente con un suspiro, decidido a no perder más tiempo. Era hora de prepararse para la noche. Entró a la creppyhouse, sabiendo que esta noche no sería diferente a las demás. Cazaría, atormentaría, y se aseguraría de que sus víctimas nunca olvidaran el horror que él, Takemichi, podía crear.

El azabache sonrió para sí mismo, mientras se alistaba para lo que sería otra noche de caos y pesadillas.

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