ᴅᴇꜱᴄᴜʙʀɪᴇɴᴅᴏ ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ (Saga Tiempo #2)

- 𝟏𝟔. 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐧𝐭𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐩𝐚𝐭𝐫𝐨𝐧𝐮𝐬

CAPÍTULO 16

ENCANTAMIENTO PATRONUS

Matt la besó mientras soltaba una sonrisita divertida. Enojada, lo empujó hacia atrás causando que su amigo cayera contra el respaldo del sofá verde de la sala común.

—No me hace gracia.

El chico parecía medio arrepentido medio aguantándose la risa. Puso un puchero bastante decepcionante.

—Era una broma, Esme. Ven aquí.

—Trabájatelo un poco más.

Matt abrió los brazos, mirándola con los ojos llenos de lujuria desde la diferencia de altura que proporcionaba que él estuviera sentado y ella de pie.

—¿Podría hacer el favor su alteza de perdonarme y seguir por donde íbamos? —murmuró, sonrojado del calentón.

Esmeralda estaba tan excitada que ni se acordaba por qué había estado enfadada en primer lugar; así que se sentó en el regazo de él, doblando las rodillas y poniendo cada pierna a un lado del chico.

Lo observó malévola, sabiendo que aquella era la única postura en la que estaría con superioridad en estatura, antes de lanzarse a sus labios.

Llevaban algún tiempo sin estar solos y era notable las ansias que ambos tenían por olvidar todo un rato. Eso eran ellos: amigos que se aseguraban de pasarlo bien e ignorar la realidad cada vez que podían.

Matt la agarró por las caderas y la apretó contra sí, uniendo más ambos cuerpos. Como respuesta, la rubia comenzó a moverse sobre él, causando que la velocidad del beso aumentara considerablemente hasta la desesperación.

Notaba la eyección de él a través del pantalón, que le tenía que estar incluso doliendo, y eso solo hacía que quisiera más. Mucho más. Su amigo jadeó contra sus labios mientras ella bajaba la mano en busca de la cremallera.

Por su parte, él hizo el amago de apartarle la ropa interior hacia un lado.

Amago.

Pues se vieron interrumpidos por una voz que parecía asustada.

—¡AAAAAAAAAH! —gritaron—. ¡Esa es mi hermana, Matthew!

Separándose de él, vio que su amigo se había puesto rojo como un tomate y que su hermano Scorpius los observaba desde el lado de Albus con una expresión horrorizada.

—Qué asco —farfullaba—. Mis ojos. Tápame los ojos, Al.

Albus, testigo de la incomodidad de la situación, disimuló la carcajada con una tos.

—Pues no mires, pervertido —espetó Esmeralda, matándolo con los ojos.

—¡Estás en medio de la sala común!

Era cierto. Sin embargo, tanto Matt como ella habían creído que, al ser horario de clase, nadie se detendría a pasar por allí. Por lo visto, habían estado equivocados.

Lo único en lo que podía pensar era en las ganas que tenía de follar y lo mucho que estaba odiando a su hermano pequeño en ese instante.

—Me acabáis de traumar —aseguró Haylee, la cual había estado todo ese tiempo sentada en la mesa, detrás de la pareja de amigos. Parecía que había llegado con ellos y se había sentado tras ver lo que ocurría, la muy exagerada—. No tenía ni idea... Vosotros no... ¿Cuándo?