- 𝟏𝟐. 𝐥𝐚 𝐭𝐨𝐫𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐚𝐬𝐭𝐫𝐨𝐧𝐨𝐦í𝐚

19 1 0
                                    



CAPÍTULO 12

LA TORRE DE ASTRONOMÍA

Expulsó el humo del cigarro por sus labios, viendo cómo éste se dispersaba en la fría brisa de la noche.
El búho que ululaba a lo lejos parecía seguir un ritmo marcado por la oscuridad; era el único sonido que rompía el silencio aquella madrugada.

Le había gritado a James en su última clase que quería pasar un tiempo con sus amigos, por lo que la reunión se aplazaba después de medianoche. Si el azabache no la había escuchado y se había llevado una decepción al no verla a las nueve, no era su problema. Que tuviera que quedar con él había sido lo que la había parado de ir hacia el dormitorio de Matt después de despedirse del resto.

Llevaba el pijama junto con una sudadera la cual la estaba salvando de pillar una hipotermia. Si él tardaba mucho más, se iría. No pensaba aguantar despierta helada de frío por algo que podrían hablar en otro momento.

Suspiró, cerrando los ojos un instante. Sabía que ese tipo pensamientos los tenía mientras James no estuviera delante. Una vez lo veía frente a ella, su cabeza solo podía analizar lo atractivo que era.

Si su padre la viera actuar de manera tan ridícula, probablemente la desheredaría. Esmeralda haría lo mismo. Se avergonzaba de cambiar tanto de actitud ante un ser que ni siquiera charlaba con ella por placer sino por temas como salvar el mundo y esas cosas.

Alzó la vista y las estrellas le devolvieron la mirada. Había algo íntimo y mágico en la noche, algo que ningún hechizo podría nunca crear. Esmeralda siempre había creído que era en la oscuridad de aquellas horas donde se llevaban a cabo los momentos más especiales de la vida.

Como si las personas creyeran que la ida de la luz solar los volvía invisibles, pudiendo así dejarse llevar hacia el lado más vulnerable de su existencia.

Una sombra se dejó ver de reojo para posteriormente convertirse en un alto azabache que tomaba asiento junto a ella en la torre, imitando se postura y dejando caer mitad de las piernas al vacío.

Esmeralda se aplaudió a sí misma por no sonrojarse en ese mismo instante antes de ofrecerle una calada sin mirarlo a los ojos, pues sabía que perdería toda confianza al hacerlo.

Las manos de James fueron delicadas al tomar el cigarro. Luego, escuchó cómo exhalaba el humo.

Se preguntó si al final de la noche reflexionaría acerca de lo sucedería en pocos segundos y decidiría que hubiera sido mejor quedarse en la cama de Matt hasta el amanecer, o si preferiría quedar con Potter todas las noches hasta el final del curso.

—No sabía que fumabas —admitió James, devolviéndole el cigarro.

Estuvo a punto de decirle, dejando ver lo mal que la puso ese comentario, que era injusto pues ella sabía todo sobre él, pero se lo pensó mejor.

Algunos murciélagos volaron muy cerca de ellos, casi rozando el cabello rubio de la Malfoy, la cual los miró con reto en sus ojos. Si la tocaban, en vez de ponerse a gritar, les hechizaría.

Bueno, eso le recordaba que...

—Toma —escuchó que él le decía.

Del bolsillo, el azabache sacó una varita de madera de abeto con núcleo de pluma de ave del trueno. Una varita de la que conocía cada detalle no por casualidad.

ᴅᴇꜱᴄᴜʙʀɪᴇɴᴅᴏ ᴇʟ ᴘᴀꜱᴀᴅᴏ (Saga Tiempo #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora