CAPITULO 2

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Agridulce

- Haru, despierta – Pude escuchar una voz a lo lejos, sentía que le conocía, pero no lograba aclarar la oscuridad de mi mente para recordar o tan solo pensar – El desayuno ya está listo – Fue lo siguiente que escuché y fue cuando empecé a abrir los ojos para visualizar a la persona que se había encargado de levantarme

- Ren, por favor déjame dormir más tiempo – su risa sonó profunda y me hizo sonreír a pesar de que sabía que luego se burlaría de mí, procedí a poner una de las almohadas en mi cara, tapando la repentina luz que entraba por la ventana – sabes que me molesta que me levanten a las malas – nuevamente escuche su risa; "vaya sonido angelical" pensé

- Vas a llegar tarde a tu primer día de clases – Pude sentir el peso de su cuerpo en el lado de la cama que minutos antes se encontraba vacío, lentamente tomo la almohada y la quito de mi rostro para luego peinarme un poco el cabello.

- Sabes perfectamente lo poco que me importa eso – abrí mis ojos y me senté en la cama para luego recibir un beso en la frente – Bueno, si lo pides así no me parece tan malo – Nuevamente su risa resonó por toda la habitación.

Odiaba los lunes, me hacían sentir más miserable que los otros días de la semana; pero hoy era el peor lunes pues las clases habían iniciado y para sorpresa de todos había cambiado de ciudad y por lo tanto de preparatoria, siempre era complicado el primer día de clases con diferencia de que hoy yo sería la nueva lo que implicaba ser el centro de atención de todos los estudiantes o al menos de mi clase, en otra situación claro que me hubiese encantado ser el centro de la atención sin embargo en lo que tenía que ver a lo académico prefería no relacionarme ni acercarme a nadie, prefería pasar desapercibida ya que esto supondría que mi estadía aquí sería más fácil. Adicionalmente a esto hay que añadirle que durante el fin de semana no descanse lo suficiente, era complicado hacerlo cuando terminas la mudanza sola, ir a trabajar en la noche y llegar a casa de madrugada; lo único que podía subirme el ánimo es que Ren se encontraba conmigo en ese momento.

Me levante de la cama bajo la atenta mirada de mi amigo, eche un vistazo a la habitación donde encontré algunas de nuestras prendas de la noche anterior regadas por el suelo, me mordí el labio y ahí estaba nuevamente su risa, le fascinaba la situación. Entre al baño de la habitación para empezar a arreglarme y fue ahí cuando escuche a Ren decir que me esperaría abajo, en ese momento me dedique a observar mi aspecto, tenía ojeras, mi expresión era de cansancio total, tenía algunas marcas en el cuello y los brazos. Cerca de veinte minutos después regresé a mi habitación con una toalla envuelta en el cuerpo y otra cubriendo mi cabello recién lavado, me puse el uniforme. Honestamente no era muy diferente del uniforme que usaba antes en la academia, seguía siendo una falda, una camisa y un chaleco o chaqueta; realmente la diferencia eran los colores, ahora era en negro para la falda y un tono café claro para el chaleco sin contar que la corbata era roja.

Mientras desayunaba hablaba con Ren de cosas triviales, y rápidamente fue hora de ir a conocer mi nueva preparatoria, la preparatoria Inarizaki. El auto se detuvo frente a la entrada y Ren se despidió de mí, no sin antes recordarme que creía poder pasar por mí al terminar la jornada.

Llegar al salón no estuvo complicado, y al haber llegado temprano podía darme el lujo de pasar inadvertida al menos hasta el momento del inicio de las clases, puse mis cosas en una de las mesas al lado de la ventana, estaba casi al final del salón de clases, y hubiese sido así de no ser porque alguien ya había ocupado la mesa de la parte trasera, así que tuve que hacerme frente a ellos. Me senté y recosté mi cabeza sobre la mesa, la escena debía ser graciosa, una chica desconocida acostada en su asiento, con lentes oscuros y el cabello cubriendo la mayor parte de su rostro; definitivamente estaba muerta de sueño ya que mis ojos se cerraban solos; mientras luchaba por caer ante Morfeo pude ver como el aula se llenaba poco a poco, las personas se encontraban felices de verse unas a otras, algunos contaban anécdotas sobre sus vacaciones y otros solo especulaban acerca de lo difícil que sería este año, por otra parte algunas de las personas que ingresaban me miraban con confusión y curiosidad mezclada, "no los culpo".

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