14. ¿Lugar armónico?

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Thomas Carter

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Thomas Carter

—¿Por qué no vives aquí? —La pregunta que tanto he estado evitando no tarda en llegar. Sin perder mucho mi compostura giro mi torso y encaró el cuerpo tumbado de Eros en el sofá.

Cuando me ocupe de la remodelación había pedido que la cocina estuviera conectada al living porque muchas veces me había imaginado la imagen de Estrella recostada en ese mismo sofá mientras yo preparaba algo para cenar. Claramente era un sueño absurdo que tuve en algún momento porque aunque Estrella estuviera aquí nunca iba a sentir la sensación de placer que el saber que es solo mía me causaría, aparte de que tampoco sabía cocinar.

El sonido de la carne en la sartén me devuelve al presente e inspecciono el cuerpo de Eros mientras las voces de la televisión hacen eco en la habitación y chasqueo mi lengua encogiéndome de hombros. 

—No sé cocinar, la verdad.

—No quieres despegarte de las faldas de tu madre, que es distinto —vacila con diversión sin dirigirme la mirada.

—Puede ser, también. —Giro nuevamente en dirección a Eiden y me cruzo de brazos observando como mueve las verduras junto a la carne. El rico aroma no tarda en llegar a mis fosas nasales, pero contrario a darme apetito las náuseas regresan.

—Tengo buenas noticias —dice mientras termina de secar sus manos antes de verme. El delantal negro que tenía guardado le queda bien, pero mi mente traicionera no evita imaginarse a otra persona usandolo—. Hoy me di una vuelta por el bar, resulta que un viejo amigo es el socio mayoritario.

—¿Ah, sí? 

—Sí y me dejo preparar el escenario temprano, así que no tienes que preocuparte por eso, ya me he ocupado. —Apoya su cintura en el borde del mesón y me imita cruzándose de brazos—. Eros se encargará del sonido, ¿te sientes bien con eso?

—Confío en él...

—¿Pero...? —Suelto un bufido cargando el peso de mi cuerpo en mi otro pie. Hasta este punto no sabía si con el tiempo me había convertido en alguien transparente o Eiden sabía leer mis inseguridades a la perfección—. Ya veo, no confías en ti.

¿Confíar en mí? la palabra sonaba absurda, incluso demasiado fácil, pero es mucho más complejo cuando reflexionas sobre ello. Siempre había trabajado sobre mi confianza porque era la base de mis problemas, sobre todo cuando lo principal fue no atreverme a confiarle mi amor a Estrella y dejar que Sven me ganara solo porque no confiaba en mí. Desde ahí había sentido que todo se me desmoronaba cuando surgía algo importante, como si existieran miles de Sven capaz de robarme nuevamente la ilusión.

Sentía pánico, terror. Un miedo absorbente de quedarme en blanco delante de personas que ni siquiera conocía. Es horrible, como si miles de hormigas me estuvieran picando y ni hablar del calor que hacía sudar a mi cuerpo. 

No quería imaginarme a mí en un escenario porque siempre sucedía lo mismo, el miedo me atrapaba, estaba ahí para decirme que no era capaz y que todo iba a salir mal. Pero ¿y si no? ¿Y si todo este tiempo le había tenido miedo a una pequeña llama que se podía extinguir? la sensación de incertidumbre no me dejaba tranquilo y era uno de los impulsos que me animaba a atreverme.

Acariciando tus curvas [trilogía #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora