14 ฅ⁠^⁠•⁠ﻌ⁠•⁠^⁠ฅ final

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Minho no podía con el miedo. Estaba estático en sus pensamientos, tanto que no podía actuar con naturalidad. Le estaba saliendo mal su trabajo y cuando llegaba a su casa hasta Jeongin notaba que Minho no estaba igual que siempre. Pero no podía ser una mala persona, que desmantelaran el refugio era en realidad una gran noticia, sin embargo Minho no podía evitar sus sentimientos egoístas.

Jeongin iba a volver a ver a Mingi y ¿Qué le aseguraba que su gatito lo eligiera por sobre alguien que lo acompañó por años?

¿Qué le aseguraba que Jeongin iba a quedarse a su lado? No podía permitirse perderlo, no ahora que estaba tan enamorado que le dolía el pecho de sólo imaginarlo. Jeongin era suyo, tanto como Minho era de él.

Estaba tan inmiscuído en todos los escenarios donde Jeongin lo dejaba que había creado en su cabeza, que pasó por alto lo que tanto Changbin como Beomgyu le habían pedido, preguntarle a Jeongin sobre si estaban emparejados o no. El híbrido lo sabría, era algo natural en él, en cambio Minho como humano no tenía más que confiar en una confirmación de palabra de Jeongin. Y hasta el momento, Minho no lo sabía, ni tampoco preguntaba.

El dolor que le causaba el simple pensamiento de perder a su gatito, lo había llevado a adoptar inconscientemente actitudes que Jeongin tenía con él, comportamientos que eran típicos de híbridos pero que Minho hacía sólo por diversión. Ahora los hacía sin pensarlo, llegaba a su hogar y se dedicaba a marcar a Jeongin en el cuello, a chupar y morder su piel y a repetirle mío, mío, mío como el menor solía hacer cuando él debía irse.

Jeongin no se quejaba, de hecho le fascinaba el hecho de que el mayor lo reclamara como suyo; sólo le hacía pensar que había hecho bien en elegir su compañero. Pero fuera de eso, estaba preocupado por la forma en que Minho se comportaba últimamente. Sí, tenía esos arranques posesivos, pero también estaba fuera de sí y Jeongin podía notar lo intranquilo y nervioso que se sentía. Y no sabía qué hacer con eso.

Por un lado estaba feliz de que Minho estuviese mucho más posesivo con él, pero por el otro no podía evitar tener un poco de miedo. ¿Minho se habría arrepentido? ¿Minho lo dejaría? Minho no dejaba de ser un humano, uno que no se emparejaba como normalidad y uno que quizás no sentía con la misma fuerza que Jeongin, con las mismas ganas de fundirse en su cuerpo y volverse uno.

Al final del día, eran dos con los mismos pensamientos que no dejaban salir para aclararlos, y eso los estaba arruinando.











El día siguiente, Minho trabajó con la idea en mente de volver a su hogar y hablar las cosas con Jeongin, de sacar sus inseguridades y saber qué es lo que su gatito quería. El aceptaría lo que sea con tal de que Jeongin fuera feliz. Aún si no era con él, Minho estaba dispuesto a aceptarlo, porque el menor lo era todo para él y su bienestar siempre iba a ir primero.

Sin embargo, minutos antes de regresar a su hogar, la llamada de Beomgyu lo hizo frenar en el lugar. El día anterior habían encarcelado a todos los encargados del último refugio ilegal de híbridos y ya era totalmente seguro para ellos salir a la calle. En la llamada, Beomgyu le pedía por favor su podía ir a su casa con los amigos de Jeongin que estaban desesperados por volver a verlo y asegurarse de que estuviera bien. Y a Minho, con el corazón en la mano, no le quedó otra que aceptar.

Jeongin salió a su encuentro como cada día, recibiéndolo con abrazos y besos cortos que Minho no pudo disfrutar por el nudo que se le había formado en la garganta.

—Min… ¿Estás bien? —Jeongin se veía preocupado y a Minho le rompió más el corazón estar haciéndole pasar un mal rato.

—Innie —quiso decirle, quiso explicarle y tomarlo en sus brazos, pero había algo más importante en ese momento—, Beomgyu vendrá en unos minutos con una sorpresa para tí ¿Qué tal si te vistes? —le dijo en cambio, viendo que su gatito estaba como siempre, un hoodie que apenas lo cubría y el pantalón del pijama.

k o n e k o [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora