CAPÍTULO 7

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—Por favor, no puedes creerle a todo el mundo que está viendo hacia otro lado—. dije en un tono bajo, asegurándome de que quienes se encontraban por los alrededores del casino de soldados no escuchasen. Estábamos rodeados por compañeros de la base y la última cosa que quería era que mi vida personal se convirtiera en el chisme del día.

—Angela, si están hablando de eso, ¿por qué sería mentira entonces? —respondió Bauer, tratando de mantener la calma, pero con una mezcla de incredulidad y preocupación en su voz—.

Lo miré, aguantando las ganas de llorar. Sentía un nudo en la garganta y las lágrimas amenazaban con desbordarse, pero me negaba a dejar que eso ocurriera. No quería mostrarme vulnerable en la base, y mucho menos quería que empezaran a hacer preguntas sobre mis problemas personales. Había luchado tanto por construir una imagen de fortaleza y profesionalismo, y ahora todo parecía tambalearse por rumores infundados.

Respiré hondo y apreté los labios, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que Bauer estaba preocupado y que solo intentaba entender la situación, pero cada palabra suya parecía una daga que empeoraba mi angustia. 

—Es que... no todo lo que dicen es cierto. La gente habla sin saber, y sus palabras pueden hacer mucho daño —.  susurré finalmente, con la esperanza de que él pudiera ver la sinceridad en mis ojos.

El murmullo de los soldados alrededor continuaba, indiferente a la pequeña tormenta emocional que se desataba en nuestro rincón. En ese momento, deseé más que nunca poder desaparecer, escapar de las miradas curiosas y de las conversaciones malintencionadas. Sin embargo, sabía que huir no era una opción. Tenía que enfrentar esta situación con la cabeza en alto, demostrar que no me dejaría derrumbar por habladurías.

Bauer me observó en silencio por un momento, asimilando mis palabras. Su expresión se suavizó ligeramente y pude ver un destello de comprensión en sus ojos. Aún así, el peso del malentendido y la presión de mantener mi dignidad en un entorno tan implacable seguían oprimiéndome, recordándome lo frágil que podía ser la línea entre la verdad y la percepción en un lugar como este.

Primero, Bauer me había advertido que tuviera cuidado con un teniente que trabajaba en la misma compañía que yo, Bennett. Desde el principio, Bauer mostró su preocupación por la cercanía laboral que tenía con Bennett, alguien de quien él desconfiaba profundamente. Sin embargo, para mí, era inevitable verlo todos los días y trabajar con él debido a nuestras responsabilidades en la compañía.

Bennett, con frecuencia, me pedía ayuda con algunos informes y trabajos en formato Excel, ya que era conocida por mis habilidades en este tipo de tareas. Siempre me gustó ser útil y colaborar con mis compañeros de trabajo, así que no le veía nada de malo a esto. Además, ayudar a Bennett me permitía mantener una buena dinámica laboral y asegurar que el trabajo de nuestro equipo se realizara de manera eficiente. No tenía ninguna intención de hacer algo inapropiado, ni siquiera se me pasaba por la mente.

Todos en la base sabían lo enamorada que estaba de Bauer. Era un secreto a voces que mis sentimientos por él eran profundos y genuinos. No tenía ojos para nadie más y, en mi mente, solo existían sueños de matrimonio e hijos junto a él. Desde el momento en que Bauer y yo nos conocimos, sentí una conexión especial y supe que él era la persona con la que quería pasar el resto de mi vida.

Mis compañeros y amigos en la base solían bromear sobre lo evidente que era mi amor por Bauer. No podía evitar sonreír cada vez que él estaba cerca, y mis ojos siempre lo seguían con admiración y cariño. Para mí, Bauer era todo lo que necesitaba, y nunca permitiría que nada ni nadie se interpusiera entre nosotros. Soñaba con un futuro juntos, lleno de amor, respeto y una familia que construiríamos con esfuerzo y dedicación.

La idea de que alguien pudiera pensar que tenía algún interés en Bennett era completamente absurda. Mis acciones siempre habían sido transparentes, motivadas por un deseo de profesionalismo y compañerismo, y nunca por ningún tipo de interés romántico. Bauer y yo habíamos hablado muchas veces sobre nuestro futuro, y esos planes estaban grabados en mi corazón y mi mente. Estaba decidida a hacer todo lo posible para que nuestra relación prosperara y se fortaleciera cada día más, sin importar los desafíos que enfrentáramos en la base o en cualquier otro lugar.

Mi amigo Wallis, quien al principio no simpatizaba mucho con Bauer, ahora lo soportaba aún menos. Su desagrado había crecido con la actitud de Bauer, quien parecía pensar constantemente que yo lo estaba engañando o que miraba hacia otro lado. La situación estaba afectando nuestras amistades y mi propia tranquilidad.

—Mira, Bianchi, te voy a ser sincero —. dijo Wallis un día, con una mezcla de frustración y preocupación en su voz. 

— Esto con Bauer ya no me está gustando. No puedes hablar con nadie porque automáticamente estás coqueteando y tú ya no eres la misma de antes. ¿Cómo el imbécil no se da cuenta de que está haciendo todo mal? ¿Acaso tú crees que cuando él sale a fiestas es 100% fiel? ¿Tú le crees? .

Las palabras de Wallis me golpearon con fuerza, llenándome de tristeza. Sentí como si me hubieran clavado un puñal en el pecho. Mi pecho se apretó y la desconfianza volvió a invadir mi mente. Estaba enferma de solo pensar en ello, y esa sensación de enfermedad me estaba consumiendo, haciéndome daño de una manera que no podía controlar.

Wallis tenía razón en una cosa: yo ya no era la misma de antes. La constante vigilancia y las acusaciones infundadas de coqueteo habían cambiado mi forma de comportarme. Ahora medía cada palabra, cada gesto, temiendo que fueran malinterpretados. Me había vuelto más reservada, más cerrada, intentando protegerme de los rumores y las sospechas que me rodeaban.

La desconfianza sembrada por Wallis empezó a corroer mi mente. Por mucho que quisiera rechazar sus insinuaciones, no podía evitar que sus palabras me afectaran. ¿Y si tenía razón? ¿Y si Bauer no era tan fiel como yo creía? La incertidumbre me carcomía, y la duda se instalaba en mi corazón, convirtiendo cada pensamiento en una espiral de inseguridad.

Esta situación no me hacía ningún bien. Me encontraba en un estado de constante angustia, incapaz de encontrar paz. La relación que tenía con Bauer, que antes era mi mayor fuente de felicidad y esperanza, se estaba convirtiendo en una fuente de estrés y tristeza. La preocupación por su fidelidad y la presión de mantenerme impecable frente a sus ojos me estaban destrozando por dentro.

Intenté hablar con Bauer sobre mis sentimientos, pero cada conversación parecía terminar en más malentendidos y dolor. Sentía que estaba atrapada en un círculo vicioso del cual no podía escapar. La confianza que alguna vez compartimos se estaba desmoronando, y no sabía cómo detener la caída.

Wallis, aunque bien intencionado, había encendido una chispa de duda que ahora ardía sin control. Sabía que necesitaba encontrar una forma de resolver esta situación antes de que destruyera por completo la relación que tanto valoraba. Pero en ese momento, todo parecía abrumador y la solución parecía estar fuera de mi alcance... o de mi mente.

ESPERA, ¿SÓLO SOY YO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora