ESPERA, ¿SÓLO SOY YO?

CAPÍTULO 14

—Ya terminé —exclamó Bauer. Miré su plato y, efectivamente, estaba limpio. Yo todavía tenía un poco de comida en el mío, pero no me quedaba casi nada, así que me levanté para retirar su plato. Cuando estuve a su lado para recoger el plato vacío, Bauer me abrazó por la cadera, apoyando su frente en mi abdomen. Era un abrazo cálido y sincero, o al menos así lo sentí yo. Respondí a su abrazo soltando el plato que iba a recoger y posando mi palma derecha en su nuca, acariciándola suavemente.

A pesar de la cercanía, ninguno de los dos mencionaba el tema que nos preocupaba. Ambos éramos conscientes de su presencia, pero preferíamos evitarlo por el momento. No quería hablar de ello porque temía que las cosas se pusieran tensas entre nosotros otra vez, y lo último que deseaba era volver a ese estado de incomodidad y malentendidos.

En ese momento de silencio compartido, Bauer murmuró un "te amo". Sus palabras fueron suaves, pero cargadas de significado. Sentí una calidez inundar mi pecho y respondí a su declaración con un "te amo" igualmente sincero y profundo. Acaricié su cabello mientras sentía una mezcla de emociones que me llenaban el corazón: amor, gratitud y una esperanza renovada en nuestro futuro juntos.

Después de ese breve pero significativo momento, continué con las tareas diarias de la casa. Mientras limpiaba y organizaba, no podía dejar de pensar en lo afortunada que era de tener a alguien como Bauer a mi lado. La manera en que nos entendíamos sin necesidad de palabras, la forma en que sus abrazos podían disipar cualquier preocupación, todo eso me hacía sentir verdaderamente bendecido.

Al final, decidimos salir a la playa para celebrar nuestro "cumple mes". La idea de pasar la tarde junto al mar me llenaba de ilusión y esperaba que este pequeño festejo nos permitiera olvidar las preocupaciones, al menos por un rato. Preparé una pequeña canasta con algunos bocadillos y bebidas, y juntos nos dirigimos hacia la playa, disfrutando de la caminata bajo el sol.

Fue un día bonito. Lo que comenzó siendo algo lamentable, terminó siendo algo especial dentro de todo. La brisa marina, el sonido de las olas y la calidez del sol crearon el ambiente perfecto para relajarnos y disfrutar de nuestra compañía mutua. Paseamos por la orilla, recogimos conchas y nos reímos de cosas triviales, pero significativas. Cada momento compartido fortalecía nuestro vínculo y, al final del día, sentí que habíamos renovado nuestro amor y compromiso.

Nos sentamos en la arena y contemplamos el atardecer, disfrutando del espectáculo de colores que el cielo nos ofrecía. Hablamos de nuestros sueños y esperanzas para el futuro, y cada palabra intercambiada parecía acercarnos aún más. Me sentí más conectada a Bauer que nunca, y supe que estos pequeños momentos de intimidad eran los que realmente importaban.

De regreso a casa, me di cuenta de que estos gestos y celebraciones eran los que realmente fortalecían nuestra relación. Aunque el camino no siempre fuera fácil, sabíamos que, juntos, podíamos superar cualquier obstáculo. Y mientras Bauer y yo caminábamos de la mano, supe que, pase lo que pase, siempre tendríamos el uno al otro para apoyarnos y amarnos incondicionalmente.

Al llegar a casa, nos preparamos una cena ligera y nos acomodamos en el sofá para ver una película. A medida que la noche avanzaba, sentí que la paz y la felicidad del día nos envolvían. Me acurruqué junto a Bauer, sintiendo su calor y escuchando el latido constante de su corazón. Sabía que esos momentos de tranquilidad y cercanía eran invaluables, y los atesoraría siempre.

Cuando finalmente nos fuimos a la cama, me quedé despierto por unos minutos, observando a Bauer mientras dormía. Sus facciones relajadas y su respiración suave me llenaron de ternura. Besé su frente con delicadeza y me acomodé a su lado, cerrando los ojos con la certeza de que, sin importar lo que el futuro nos deparara, enfrentaríamos todo juntos, como siempre lo habíamos hecho.