CAPÍTULO 9

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Me mantuve algunos días relajada dentro de lo que podía. Mis pensamientos intrusivos me hacían querer contarle a Bauer lo sucedido, pero ¿para qué? Eso solo arruinaría más las cosas. Había sido un malentendido que nunca sucedió y jamás se concretaría. Por ese mismo motivo, decidí no contar nada de lo sucedido. Sin embargo, opté por alejarme un poco de Wallis, limitando nuestra interacción al ámbito profesional y nada más.

Con Advial, la dinámica en clase siguió siendo cordial. Hablábamos cuando estábamos en clases. Él sabía materias que yo no, y me hacía los trabajos a cambio de cigarrillos, a lo cual yo aceptaba. De igual forma, yo le daba respuestas a exámenes que él no entendía. Esta colaboración mutua funcionaba bien y nos beneficiaba a ambos. Gracias a esta relación de intercambio, mantenía un buen promedio, siendo la mejor de la clase, de hecho. Advial me había enseñado la materia que más me costaba aprender y que ahora se me daba con facilidad.

A pesar de todo lo que había sucedido, encontrar un equilibrio en mi vida académica y en mis relaciones fue crucial para mantener mi estabilidad emocional. Evitar a Wallis fuera del contexto profesional me permitió poner límites saludables y reducir el estrés. Por otro lado, la colaboración con Advial me ayudó a mantenerme enfocada en mis estudios y a seguir sobresaliendo en clase.

Cada día, me esforzaba por mantener la calma y no dejar que los pensamientos negativos me dominaran. Mi determinación por proteger mi relación con Bauer me daba la fuerza necesaria para seguir adelante. Sabía que cargar con este secreto no sería fácil, pero estaba dispuesta a hacerlo por el bien de nuestra relación y por mi paz mental.

Así, entre los estudios, las interacciones limitadas con Wallis y la colaboración con Advial, continué mi camino, aprendiendo a manejar mis emociones y a mantener el equilibrio en mi vida. Con el tiempo, esperaba que las heridas causadas por la traición de Wallis sanarían y que podría encontrar una manera de seguir adelante sin el peso de la desconfianza y el dolor.



[1:25 AM]

—Oye, Angela....—. Sentí cómo una mano tocaba suavemente mi espalda, lo que me hizo despertar de mi letargo. Al abrir los ojos, vislumbré a Bauer en la esquina de la cama, con las palmas de las manos cubriéndole el rostro. Con rapidez, me enderecé, extendiendo mi mano para tranquilizarlo, pero él la apartó bruscamente.

—Mi amor, ¿qué sucede? —pregunté, preocupada por la angustia que percibía en su gesto. Bauer se levantó y me mostró lo que había en "Google Photos" de mi teléfono. Había husmeado en cada rincón de mi dispositivo y había encontrado la captura de pantalla que le había enviado a Wallis la última vez. La escena que se desarrollaba frente a mí era una pesadilla hecha realidad. Bauer, con gesto de angustia en su rostro, me mostraba el contenido de mi teléfono, específicamente la captura de pantalla que había enviado a Wallis. Sentí un nudo en el estómago al ver la traición reflejada en la pantalla. ¿Cómo podía haber llegado a esto?

Traté de tranquilizar a Bauer, pero mis palabras parecían caer en oídos sordos. Él estaba atrapado en un torbellino de emociones, y no había espacio para la razón. Con impotencia, vi cómo tomaba las cartas que le había escrito y las arrojaba al suelo con brusquedad. El sonido de las hojas golpeando el suelo resonaba en la habitación, pero mi atención estaba completamente centrada en la mirada de decepción y dolor en los ojos de Bauer.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas mientras el caos se apoderaba del departamento. Nunca antes me había sentido tan vulnerable, tan destrozada. Intenté encontrar las palabras adecuadas para explicar lo inexplicable, para desentrañar el malentendido que había arruinado todo lo que habíamos construido juntos. Pero cada intento era recibido con un muro de incredulidad y dolor por parte de Bauer.

Recogí las cartas del suelo y las guardé en mi bolso con manos temblorosas, sintiendo cómo el peso de la situación se hacía cada vez más abrumador. ¿Cómo podía haber llegado a este punto? ¿Cómo podía haber permitido que una simple captura de pantalla causara tanto daño?

El silencio se instaló en la habitación, solo interrumpido por el sonido de mis sollozos y los sollozos reprimidos de Bauer. En medio de la desolación, una pregunta seguía resonando en mi mente: ¿cómo podríamos reconstruir lo que esta traición había destruido?

Le expliqué a Bauer todo, desde el principio hasta el final, pero aún así, parecía dudar de mí. Seguía aferrado a la idea de que yo era la responsable, a pesar de mis intentos por explicarle la verdad. A medida que las horas avanzaban y el reloj marcaba las 4 de la mañana, el peso del desasosiego se hacía más insoportable. Decidí tomar una medida desesperada: llamé a Wallis. Después de desbloquearlo y enviarle una avalancha de mensajes sin respuesta, finalmente opté por marcar su número.

Para mi sorpresa, Wallis contestó. Entre sollozos y lágrimas, le recordé lo enojada y herida que estaba. Le pregunté por qué había hecho lo que hizo, por qué había decidido traicionarme de esa manera. Después de unos minutos, corté la llamada y volví mi mirada hacia Bauer, que permanecía allí, sin expresión alguna. Le aseguré que le estaba diciendo la verdad, que no le había mentido. Sin embargo, su escepticismo seguía intacto.

Él anunció que dormiría en el sofá, pero yo insistí en que se quedara en la habitación. Necesitaba espacio para procesar lo que estaba sucediendo, así que salí a caminar. La madrugada estaba fría, con una fina llovizna que caía sobre mí. Caminé unas cuantas cuadras, tratando de encontrar claridad en medio del caos emocional que me consumía. Pero eventualmente, me vi obligada a regresar al departamento. Me senté en las escaleras frente a la entrada, con lágrimas silenciosas corriendo por mis mejillas y el sabor amargo de la ansiedad en mi boca.

[5:10 AM]

Con el pecho apretado y el corazón pesado, no podía entender el enojo de Bauer a pesar de haberle contado la verdad. Me dolía profundamente que, incluso después de abrir mi corazón y revelarle lo más preciado de mí, él siguiera sin creer en mis palabras. ¿Cómo podía pensar que no me importaba lo que teníamos juntos? ¿Cómo podía imaginar que tiraría todo por la borda sin siquiera considerarlo?

Decidí regresar al departamento, donde reinaba un silencio abrumador. Abrí la puerta con cautela y todo estaba tranquilo. Avancé en silencio hacia la habitación y lo vi recostado allí, aparentemente dormido. Con cuidado, lo cubrí con la manta, cerré la puerta suavemente y me dirigí al comedor.

Me quedé allí, sola con mis pensamientos, mirando el cielo a través de la ventana del tercer piso. Las estrellas brillaban en la oscuridad, pero mi mente estaba turbada por la confusión y el dolor. ¿Cómo podríamos superar esto? ¿Cómo podríamos reconstruir la confianza que se había roto en pedazos? Las preguntas se agolpaban en mi mente mientras el tiempo pasaba lentamente, marcado por el susurro del viento y el suave tintineo de la lluvia contra el cristal.

ESPERA, ¿SÓLO SOY YO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora