Tan bella como la luz de la luna

Capitulo 11: Nuevos comienzos (Parte Final)

La ley de la conservación de la energía, nos permite de cierta forma, conocer cuánta energía es capaz de almacenar, perder o absorber un cuerpo antes de entrar en estado de sobrecalentamiento, recuerdo que cuando era joven, solía preguntarme porque al calentar agua se comenzaban a ver burbujas sobre la superficie, no era hasta pasado un tiempo, que comenzaba a haber humo donde antes yacian estás burbujas... Era algo simple, fácil de entender incluso para un niño, el agua luego de superar cierto grado de calor, se evaporaba, disipando parte de su ser y cambiando de estado líquido a gas.

Y pensar, que las cosas más complejas de la vida, siempre han sido igual de simples, muy en el fondo, todo es tan sencillo, que podría incluso llegar a decir, que el mero acto de vivir, implica disipar parte de ti, no hablo de tu energía, ni de quien eres, si no más bien, de quién deseabas ser, conforme envejezco, las alegrías simples de la vida como encontrar dinero donde pensaba que no había, descubrir que el pedacito de pastel que guardabas en la nevera todavía está luego de una larga jornada de trabajo, el simple acto de recostarse y descansar, todo esto, aunque rutinario, es necesario, implica... En cierta forma, disipar las asperezas de la vida misma.

Algo tan usual como esto, no debe ser difícil de reconocer, ¿verdad?

Las dos bellezas, por primera vez en un largo tiempo, estaban solas, un silencio fúnebre provenía de los más recóndito de su ser, hermanas que tras mucho tiempo, por fin tenían la oportunidad de ponerse al día, pero, como podían interactuar de nuevo, anteriormente usaban a Arlan como excusa para entablar conversaciones triviales, pero, muy en el fondo, ambas recordaban, no, más bien, les era imposible olvidar el destino que las ataba, después de todo.
Ell lema del universo que ellas conocían siempre había sido "Incluso en la nada, el vacío es lo único que permanece, puesto que todo va hacia la nada y la nada terminará siendolo todo", este lema, resonó con ellas desde nacidas, teniendo significados distintos para cada una, pero identificando parte de su dolor la una con la otra, sin embargo, ahora, justo ahora, como era posible que para ellas, que tan bien se conocían, ahora parecía distanciarles un infinito abismo de locura, desesperación, frustración y enojo, puesto que ambas han conocido el dolor de la traición y la muerte, sus pesares deberían ser capaces de reunirlas nuevamente, pero en su lugar, al observarse entre si, ni siquiera las lágrimas lograban florecer, el poder del tiempo no perdona, ni siquiera a seres celestiales como ellas, rostros muy familiares, un infinito cariño, naturalmente deberian ser igual de unidas, pero nuevamente, ese no era el caso, entonces ¿Que se supone que deba hacer?
Era lo que ambas pensaron en ese instante, era demasiado para procesar, Vatra fue la primera en actuar tomando de la mano a su querida hermanita, su cara seria y decidida, algo muy inusual en ella dado que es muy expresiva y enérgica, ¡por fin era capaz de ponerle las manos encima todo lo que quisiera!
En ese mismo instante Lyrae reaccionó igual que lo haría un gato en terreno desconocido, pese a ser su propia hermana, los años en soledad le habían pasado factura, generándole una desconfianza natural en todo con lo que interactuaba, conocido o no, aún así, a sus todavía cansados ojos, el cabello rojizo y resplandeciente refractaba con los rayos del sol, Vatra y Lyrae reconocían, que en esta vida o en su próximo ciclo, está energía se conservaría incluso en el mismo vacío.

Vatra le dió un beso pausado, a primera vista podría parecer algo lujurioso, pero para Vatra, esto no era más que una señal de aprecio muy profundo, Lyrae naturalmente le dió otro se vuelta mientras sus manos algo temblorosas cubrían su cintura, logrando capturar su ser la una con la otra, expresando lo mucho que se extrañaban.

Lyrae por fin respiró aliviada, su querida hermana parecía no haber cambiado mucho realmente, muy en el fondo, está siempre fue muy infantil y nunca supo medir distancias con nadie, quizá por eso también, le hizo gracia que aceptara esclavizar a Arlan.

Vatra se tomó el tiempo para acariciar las manos de su hermana, muchos recuerdos surgían uno tras otro, sus muertes y aquel campo de batalla y su promesa inefable, sin soltar su agarre, se tomaron el día para recorrer el imperio, después de todo tenían tiempo, Vatra probó muchos vestidos en Lyrae, incluso le recomendó un par en conjunto con el cual podrían asaltar a cierto chico durante las noches, le mostró como las artes de batalla habían sido mejoradas y además, la parte más importante, en la recámara más protegida, una habitación de apariencia sencilla, protegida de la erosión del tiempo, yacia el cuarto que Vatra habia creado especialmente para Lyrae, esta dudó de si era el momento adecuado de mostrarle, pero, habiendo comprobado que su hermosa hermanita hacia su mejor esfuerzo para "ponerse al día", ¡no era momento de dudas!

Vatra respiró hondo y abrió la puerta que llevaba cerrada eones, dentro de la habitación, una cama bastante grande y muy pulcra, sábanas blancas y adornadas con el brillo de estrellas celestes, igual de brillantes que el cabello de Lyrae, junto a esta, un mueble sencillo, con unos cuantos libros infantiles apilados uno sobre otro, pero lo más importante, en una de las paredes, yacia un hermoso mural ilustrado, tres chicas, dos de ellas bastante pequeñas y una mujer de facciones hermosas, un cabello grisáceo, bastante sedoso, un pecho grande, con un porte noble, portando una corona de estrellas con ocho tonalidades distintas, desde un color oscuro, uno azulado, otro anaranjado, otro amarillo y así hasta llegar al color blanquecino, por otra parte, su vestido era largo y oscuro como la noche, y en su regazo, las dos niñas, una con rasgos muy parecidos a los suyos, mientras que la otra, su cabello era de tonalidad grisácea, pero bastante mas oscuro, su rostro era más fino y delicado, esta descansaba con una sonrisa alegre, por otra parte, la otra niña, tenía el ceño fruncido pero de igual forma, transmitía calidez hacia la mujer.

Vatra lucía lo suficientemente feliz como para irradiar la luz del sol mismo en esa habitación, después de tanto tiempo, al fin fue capaz de transmitir, aunque fuera un poco, el lazo que su madre les había instado a conservar desde que nacieron, el rostro de Lyrae después de mucho, mucho tiempo, estaba derramando lágrimas, expresando una profunda tristeza, todo este tiempo, ella había extrañado a su querida madre, pero a su vez, está le había instado, a seguir avanzando, ofreciéndoles siempre un hermoso paisaje, y a su vez, un nuevo comienzo.