Guerra de Troya

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Me encontraba llorando en un rincón apartado de la escuela. ¿Por qué ese niño grande me golpeaba? Solo quería ser amigos de todos, pero el niño grande me dijo que era un bichos raro y luego todos se rieron de mí.

-Disculpa, pero yo estaba antes en este lugar y tu ruido no me deja leer.- Una voz serena y calmada me sobresaltó de mi llanto. El niño se veía mucho más grande que Nate, el niño que me golpeó. Su cara era tan bonita, yo quería jugar con él, pero no quería volver a sentir dolor, así que, aunque me moría por jugar con él, me contuve.

-Lo...lo siento, me iré. Disculpa por per...pert....- La palabra nueva se me había olvidado, esa palabra que me había enseñado mi padre a pinta de golpes y me decía cada vez que, en su mente, yo lo molestaba. -Ya me voy.

Justo cuando me iba, el niño habló.

-Puedes quedarte si no hablas.- Decía el niño aún en su libro. -Y la palabra que buscar es perturbar.

-Sí.- Dije alegre y luego recordé que debía permanecer callado. Con mucho cuidado me senté a su lado y traté de ver los dibujos del libro, pero no tenía ninguno.

-No es un libro de bebés.- Dijo lo que estaba pensando. -Es la historia de Troya.

-¿De quien?

-Se trata de como el mundo se divide en una guerra por una mujer.

-Oh, suena interesante.

El niño se burló.

-Causar la muerte de millones por una mujer, es lo más ilógico que he leído en mi vida.

El niño me miró y sonrió.

-Soy Hannibal.

-Will, tengo 5 años.- Y le señalé mis cinco deditos con alegría.

El chico me miró y suspiró. Me tocó uno de mis rizos y mi corazón se sintió extraño.

-Tus rizos son lindos.

Le sonreí.

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12 años después

Will gemia mientras su novio lo embestia salvajemente.

Su novio.

Suyo.

Will aún no podía creerlo. Sus anhelos, los sueños que tenía cada noche y todos sus deseos se hicieron realidad cuando hace un mes Hannibal lo besó y le dijo:

-He esperado suficiente tiempo. Ya no lo soporto más, si vuelvo a ver a otra persona cerca de ti, juro que iniciaré una guerra. Eres mío, solo mío, rizos. Me encantaría ser tu novio. ¿Qué dices?

¿Que decía? Sí, una y mil veces sí.

Él fue mi primer beso, mi primera relación y si me salía con la mía, sería el primero y el último en todo.

Cuando terminamos, nos acostamos en su habitación agotados. Hannibal no me dejó solo en todos estos años de amistad y ahora era mucho más posesivo conmigo.

Lo amaba.

Cuando pasó un rato, tuve que reírme y lo miré.

-Pensé que creías que era ilógico iniciar una guerra por una persona.

Me miró y me dio un codicioso beso.

-Por un suspiro tuyo reduciría el mundo en llamas, Mylimasis.

Corazones entrelazados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora