Ready, set, go

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Finalmente estábamos aquí, ambos habíamos dejado atrás a nuestros parientes para perseguir nuestros sueños, para vivir en la abarrotada e iluminada ciudad de Seúl. El viento soplaba a mi lado y veía pasar a cientos, miles de personas. Ahora bien, yo no era del tipo al que le gustaban las ciudades llenas de gente, pero Han realmente quería vivir en Seúl y, en el fondo, quería ver cómo era el lugar por la noche, las luces brillando y los autos corriendo. Definitivamente no fui tan persistente como Han, pero habíamos hablado con firmeza acerca de mudarnos juntos durante los últimos tres años y teníamos que lograrlo algún día. Esta noche iba a ser una gran noche; Han había escuchado que había carreras de autos todas las noches y que dos de las pandillas más peligrosas estaban luchando entre sí esta noche, y Han, siendo del tipo que sigue el peligro, insistió en que fuéramos.

-No puedo creer que finalmente estemos aquí- chilló a mi lado, agarrándome del brazo y apretándolo.

-Yo tampoco- dije, mirando hacia arriba a todos los rascacielos.

-Ahí está el taxi- dijo nuevamente, mientras tomaba su equipaje y comenzaba a llevarlo al vehículo.

Lo seguí, también luchando con todas mis maletas pesadas.

-¿Qué tan lejos está el apartamento?- pregunté, mientras tiraba mis maletas en la cajuela del auto.

-Alrededor de una hora- dijo, mientras saltaba dentro del coche.

Hice lo mismo y me abroché el cinturón después de entrar. Mientras atravesábamos la ciudad, observé todos los autos y la gente; había tanta gente. Una hora y 20 minutos más tarde estábamos en nuestro pequeño apartamento nuevo. No era nada espectacular, pero era todo lo que necesitábamos para comenzar nuestras nuevas vidas. Entramos a la casa y corrí curioso como un niño.

-¡Sí, dos baños!- vitoreé, haciendo que Han se riera.

Tiré mi equipaje en mi habitación y agarré el pequeño reproductor de CD que traje, lo conecté todo y luego puse uno de mis muchos CD para bailar. Salté y me tambaleé, haciendo que mi cabello dorado me azotara en la cara de vez en cuando. Me detuve cuando sentí un par de manos sobre mí.

-Felix, concéntrate, tenemos que salir ahora.

-¿Por qué?- pregunté- Acabamos de llegar.

-Porque tenemos que averiguar dónde se reúnen las pandillas.

-¿Qué tienen de genial estas pandillas?- dije, molesto por el hecho de que ya tengo que irme del apartamento.

Han se burló.

-Son solo las personas más famosas de Seúl.

-Entonces, ¿por qué no he oído hablar de ellos?- Me crucé de brazos y estiré la pierna izquierda.

Han tomó asiento y yo me quedé mirándolo de cerca.

-No son estrellas de cine famosas, solo se conocen entre los corredores de Seúl, la mayoría de la gente les teme.

-¿Quiénes son?- pregunté, molesto.

-Todo lo que sé es que hay una pandilla de cuatro hombres, y son la pandilla más peligrosa y temida que se conoce en Seúl. Corren autos y simplemente se divierten, supongo.

-Entonces, ¿por qué los encuentras tan importantes?

-Porque ya sabes lo que siento por los autos. Los autos son las cosas más geniales jamás creadas por el hombre y verlos acelerar sería una gran emoción.

Suspiré.

-Bien- Me dirigí a mi habitación- pero primero me voy a cambiar.

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