Open your eyes.

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Hyunjin's pov:

Tenía ese dulce aroma que llenaba mi cabeza y me mareaba. Él gritaba, la agonía deslizándose de entre sus labios cuando le robé su inocencia. Dejé caer mi cabeza sobre él. Finalmente parecía tener control. Estaba temblando, no sé si era porque estaba asustado o aún trataba de soltarse, pero me gustaba.

Suspiré profundamente antes de finalmente abrir los ojos. Una vez que mi vista encontró su rostro, lleno de miedo, sentí que me apuñalaban por dentro.

Felix's pov:

No sé cómo llegó a ser así, un minuto estaba encima de mí, ignorando mis gritos de dolor, y al siguiente estaba fuera del auto, gritando y pateando tierra. Estaba congelado en mi lugar, no podía mover mi brazo izquierdo; goteaba sangre en el auto; eso lo cabrearía.

Hice una mueca por todo lo que acababa de suceder, como si no lo hubiera asimilado del todo todavía, como si fuera solo una pesadilla. Temblé un poco antes de esforzarme por levantarme, limpiándome las lágrimas que aún estaban en mi rostro. El aire fresco de la noche rozó mi piel y me estremecí, haciendo una mueca por el dolor que aún palpitaba en mi muñeca. Usé mi brazo bueno para subirme mis pantalones, luego mi camisa. Solo podía subir la cremallera. Me deslicé hasta el borde del asiento para que mis pies estuvieran en tierra firme y miré a Hyunjin.

La suciedad voló alrededor de su rostro mientras su pierna pateaba un poco más en el aire.

—¡Qué carajo me pasa! —gritó mientras se agarraba la cabeza bruscamente.

Su voz estaba furiosa pero temblaba, como si estuviera a punto de llorar. Se puso de rodillas y miró directamente hacia la oscuridad. Él lugar estaba tan tranquilo; solo se podían escuchar nuestras respiraciones. Quería matarlo, quería encontrar su arma y dispararle justo en la parte posterior de la cabeza, pero no tenía idea de cómo usar un arma y algo dentro de mí me instaba a alejarme de eso. No sé por qué, pero ¿es posible sentir lástima por tu secuestrador, por el hombre que te robó tu inocencia? ¿Querer abrazarlo contra tu pecho y besarlo suavemente, diciéndole que todo va a estar bien porque te volverás leal y harás lo que él dice porque lo amas?

Algunos pueden pensar que sí, pero estoy seguro de que no. Salí del auto, usando mi brazo lesionado como un idiota para levantarme, lo que me hizo caer al suelo sucio. Hyunjin volvió su atención hacia mí de inmediato, levantándose para correr a mi lado.

—Felix, ¿qué pasa? —preguntó, mirándome, preocupado por mí.

—¿Qué creés? —le respondí groseramente, casi gritándole, pero estaba demasiado débil para hablar con tanta fuerza.

Inhaló fuertemente, agarrando mi muñeca suavemente. Fui a retirarla, pero no pude, no porque lo sujetara con tanta fuerza que una vena pudiera reventarse, sino porque lo sujetaba con tanta suavidad que me sorprendió lo bien que se sentía ser tocado suavemente por él. Hyunjin se puso de pie suavemente, guiándome con él. Intenté a dar un paso pero caí.

—¡Felix! —dijo preocupado, deslizándose sobre sus rodillas conmigo.

Puse mi mano derecha en su hombro.

—Todo está tan confuso —dije, mi cabeza estaba dando vueltas.

Vi como Hyunjin rozó sus dedos a lo largo de mi brazo, y de repente me sorprendió porqué no podía sentir sus dedos en mi piel, mi muñeca se había entumecido por completo.

—Has perdido tanta sangre —dijo Hyunjin. —¡Sangre! —espetó de repente. Parece qué se dio cuenta de qué necesitaba un hospital y rápido.

Me agarró y me levantó en sus brazos.

—Ugh, Hyunjin —gemí. Iba a discutir con él, decirle que me bajara que no estoy discapacitado y puedo caminar solo, pero estaba demasiado débil e incapaz de hacer nada en este momento.

—Está bien, vas a estar bien —dijo él mayor frenéticamente tratando de abrir la puerta delantera de su auto.

Una vez que la abrió, me colocó en el asiento e hizo lo más cariñoso que me había hecho antes: ponerme el cinturón de seguridad. Cerró la puerta de golpe y suspiré ante el sonido. Se repetía en mi cabeza, como un eco, pero en lugar de desvanecerse, se hacía más fuerte. Hyunjin corrió alrededor del auto y se tiró al asiento del conductor. Metió la llave en el contacto y puso el motor a rugir. Cerró la puerta de un portazo y luego se fue por el camino de tierra.

Estaba muy oscuro, el auto estaba cubierto por una capa de polvo y estaba preocupado de que Hyunjin fuera a chocar contra algo, siempre lo estaba cuando él conducia. El polvo finalmente se aclaró y Hyunjin guió el auto a la carretera. Las luces comenzaron a aparecer de repente cuando aceleró por las concurridas calles iluminadas. Mi muñeca me estaba matando y estaba muy preocupado por todos los ruidos que estaba haciendo.

Estiró la mano hacia atrás por una fracción de segundo todavía con los ojos en el camino y agarró su camisa para pasármela.

—Envuélvelo alrededor de tu muñeca —dijo, regañándose a sí mismo por no haber pensado en hacerlo antes.

Agarré la camisa y luché para envolverla alrededor de mi muñeca, de repente siseé cuando envió un tirón a mi herida, haciéndome exhalar lentamente; penosamente.

—Oh, Dios mío —murmuró Hyunjin mientras apartaba la mirada de mí y volvía a mirar la carretera. —¿Qué he hecho? —dijo, su voz quebrada como si fuera a llorar.

Me giré hacia él. Las luces de la calle hacían brillar el sudor de su frente y pude ver la tensión en su cuello, estaba realmente asustado. Sus manos estaban agarrando el volante con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos y su pie estaba tan empujado hacia adelante en el acelerador que pensé que había reventado el auto.

—Lo siento mucho —dijo, sin siquiera mirarme.

Estaba conmocionado, congelado en el lugar, Hyunjin estaba llorando.

—¡Por favor, perdóname, Felix, nunca quise lastimarte de esa manera! —murmuró, mirando al frente a la carretera.

Golpeó su puño contra el volante.

—¡Lo siento mucho —y siguió llorando.

Seguí mirándolo, mi espalda se desplomó en el asiento porque ya no podía levantarme, me sentía casi paralizado y no tenía fuerzas para moverme. Mis ojos comenzaban a caerse, podía ver mis pestañas mientras destellaban frente a mi rostro, de arriba abajo. Era bastante bonito.

—Felix —llamó, conteniendo las lágrimas. —¡Felix! —espetó—. Abre los ojos —dijo antes de darme un codazo.

Murmuré y solo alcancé a mover un dedo.

—¡Abre los ojos, Felix! —me espetó, ya no podía escuchar los gritos en su voz sino el pánico.

Abrí los ojos para ver a Hyunjin mirándome directamente, y pude ver la tristeza, la preocupación, el miedo, pude verlo todo. Él inhaló con alivio.

—No cierres los ojos —dijo antes de regresar a la carretera.

Estaba tranquilo, tal vez no estaba escuchando nada en absoluto, no sentía nada, ya no habia dolor ni miedo en mí.

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