Capitulo 8

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  – Permiso – dije haciendome espacio entre los dos hombres para sentarme junto a ella – Ya se pueden retirar – les dedique una falsa sonrisa con un ademán de mano haciendo un gesto para que se fueran.

      Estos miraron a la chica junto a mí buscando algún tipo de respuesta y esta solo asintió dándome la razón. Yo por mi parte solo sonreí orgullosa.

      – ¿Qué te pasa? O es que tu acaso no ves que estaba hablando con unos posibles sociosos para mi empresa – dijo Rosé cuando los dos hombres estaban lo suficientemente lejos.

      – ¿Todavía sigues con eso de tu empresa? ¿Qué acaso no es suficiente para ti la nuestra? – dije molesta al ver como seguía con ese mismo cuento.

      – No, esa no es nuestra empresa, es TU empresa – soltó molesta dándome un leve golpe con su dedo en el pecho.

      – ¿Y que te cuesta hacerte mi socia entonces? ¿Por qué quieres andar de socia con esos hombres y no conmigo? – sinceramente no entendía el peso de mis palabras, potencialmente era el alcohol en mis venas o el haberla visto con esos hombres minutos atrás.

      – Porque yo soy tu secretaria, ese es mi lugar, es mejor mantener el margen y el respeto para tener una buena relación entre empleado y subordinado – dijo sería estando a punto de levantarse dispuesta a irse.

      – ¡No, tu de aquí no te vas! – la tomé de los brazos y la senté en su lugar de golpe.

      – ¿Qué quieres Jennie? – me miró seria.

      – Quiero que de una bendita vez – la tomé de cuello de la camisa jalandola hacia mi – Dejes tu estupidez y dejes de llamarme así, de referirte así hacia mi o ¿a quien debo romperle la cara para que tu entiendas Roseanne? Ven y dime a quien – y lastimosamente eso sonó más a una suplica que un regaño.

      – Jennie, ya deja – dijo poniéndo sus manos en mi pecho tratando de separarme.

      – No, no dejo nada – dije tomándola con más fuerza – Tu eres mía y hago contigo lo que se me de la gana – Ella se separo rápidamente de mi y me miró furiosa.

      – Ya no tenemos cuatro años Jennie, madura – se levantó dispuesta a salir de ahí y a paso rápido me dispuse me dispuse a seguirla.

      – Roseanne... Roseanne... – dije tratando de frenarla mientras iba tras ella.

      Mientras caminaba vi a Lalisa llamarme y dirigirse hacia mi, pero eso ahora no me importaba, así que la ignore y seguí caminando.

      Rosé se dirigió hacia el estacionamiento, se monto en su carro y yo solo me pare justo al lado viéndola como encendía el coche.

      – ¿De verdad Rosé? Me vas a dejar aquí tiranda para que me vuelvan a secuestrar, esperaba más de ti.

      – Sube – me miró por unos segundos, como en una especie de debate interno, soltó un bufido, abrió la otra puerta del coche y yo con una sonrisa triunfante en mi rostro me subí.

      Arranco el auto y se dirigió a su departamento, todo el camino se mantuvo en un silencio incómodo, aunque para mí no lo era, me enderece en el asiento del copiloto y me quite mi saco y los dos primeros botones de mi camisa dejando a la vista un poco mi pecho.

      Vi como Rosé me miró y trago saliva, estaría mintiendo si eso no me llenaba de orgullo, porque si, lo hacia y mucho.

     Al llegar a su edificio abrió la puerta de su coche, salió y dio la vuelta hasta llegar a mi puerta y abrirla.

A Solo Seis Pasos (Chaennie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora