Capitulo 11

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      – No se, manda a esa chica a otro departamento, no la quiero despedir, hasta ahora ha hecho un buen trabajo... si pero ya volvió la señorita Roseanne, lo dejo en tus manos – dije con una sonrisa hacia mi vieja y nueva asistente personal.

      – La señorita Roseanne – dijo acercándose a mi oído para morder el lóbulo de mi oreja haciendome jadear, de inmediato corte el teléfono y me giré hacia ella.

      Esta ya me estaba comiendo con la mirada.

      – Rosie... – mire como esta se acercaba a mi pegando su cuerpo al mío.

      Para que dar detalles de todo lo que hicimos.

      Tres horas después nos encontramos ella y yo poniéndonos nuestras ropas para salir de la oficina.

      Hoy era un día muy especial, ya que hoy terminaría con Lalisa esta rara relación (si es que se puede decir así) que llevamos.

      Ya que un día después del cumpleaños de Rosé pienso pedirle que sea mi novia.

      – ¿Qué vas a hacer más tarde? –  dije dándole un corto beso en los labios.

      – Salir a pasear con Hank y luego te daré un regalo, se que te va a gustar mucho – comento mientras se ponía de nuevo los botones de su camisa.

      – Okay, te veré en la playa a las 6, ya debo irme – me despedí con un beso en la boca y salí de mi oficina.

      Baje por el ascensor hasta el estacionamiento y justo ahí afuera me encontré con mis guarda espaldas que rápidamente me siguieron.

      Al subirme a mi auto pude ver como ellos iban atrás de mi siguiendome.

      Al llegar al restaurante en el que se encontraba Lalisa no puedo evitar sentirme desesperada por hablar con ella, ya que desde hace tiempo estaba planeando dejarla.

      Pero ella se aferraba a nuestra relación, la cual ya yo no soportaba ni un minuto más.

      Quería estar con Rosé 24/7, deseaba estar con ella todo el tiempo que fuera posible, pero estando con Lalisa eso era imposible.

      Al bajarme del auto entré directamente al restaurante y ahí la vi sentada en una de las mesas.

      – Por fin llegas amor – fue una frase que sentía demasiado incómoda viniendo de ella, no me agradaba que me dijera así, ni que se refiriera a mí de esa o de ninguna otra manera melosa, esas palabras para mi solamente sonaban correctas en los labios de Rosé.

      Yo por mi parte solamente la saludé con un – Hola Lalisa.

      Ella me miró un poco extrañada al ver mi seriedad, pero realmente me importaba poco.

      –Tenemos que hablar –dije seria.

      – ¿De que quieres hablar Jennie? – me dijo confundida.

      – Lisa para ti no es un secreto que hace muchísimo tiempo quiero terminar con esta relación pero tu te has es aferrado una y otra vez a que sigamos y de verdad que ya no me siento cómoda contigo ¿recuerdas cuando me preguntaste si había alguien en mi mente cuando me describías lo que sentías cuando gustabas de alguien? – pregunté mientras ella asintió.

      – Jennie no sé que viene esto al caso... – trato de hablar pero yo la interrumpí.

      – Simple, pues es muy fácil y es que hay alguien más en mi vida Lisa y quiero ser sincera contigo. De verdad te quiero mucho y te tengo mucho aprecio porque todo el tiempo que pasamos en aquella casa, no fue fácil, pero no te veo como una novia te veo como una amiga – dije tomando sus manos entre las mias por encima de la mesa.

      – ¡¿Jennie, después de todo lo que hice por ti me pagas de esta manera?! – grito de manera exasperada llamando la atencion de muchos en el restaurante.

      –Lalisa yo no sé qué crees. Pero tú no has hecho absolutamente nada por mí – alze más de lo que me hubiese gustado la voz.

      – ¿Como que no he hecho nada por ti? No ni tienes idea de todo lo que hice por ti, de todo lo que no lo sabes – dio un golpe a la mesa haciendo que yo me levantara hacia atrás un poco asustada.

      – Lalisa yo no no sé qué te pasa, pero quiero que sepas que esta relación no puede llegar a más, estoy terminando contigo. Espero que te quede claro – me terminé de ir y justo afuera del restaurante estaban mis dos guardaespaldas esperándome.

      Subí a mi auto, respire un par de veces y me encaminé al cementerio.

      Al llegar a ese curioso lugar en el cual había estado por durante mucho tiempo derramando muchas lágrimas, busqué a mi mamá, al encontrarla la miré por un par de minutos. Hasta que por fin decidí hablar.

      – Mamá – dije entre risas aunque esa risa sono un poco agria – A fin de cuentas siempre tuviste razón. Ahora Rosie y quiero pasar con ella el resto de mi vida – dije tratando de aguantar las lagrimas – Ojalá y estuvieras aquí para poder ver cómo hemos crecido. Te extraño tanto... – dije con la voz quebrada, suspiré y limpié un par de lágrimas involuntarias que se habían caído por mi rostro, puse unas rosas sobre su tumba y después de estar un rato en silencio me dirige a la playa.

      Era un poco incómodo saber que realmente nunca estaba sola; sino que siempre estaban mis dos guardaespaldas conmigo, pero al saber que estaban allí porque Rosé se los había pedido porque me quería cuidar no podía sentirme más querida.

      Muchos pensamientos llegaban a mi mente mientras iba en coche pensaba en todos los momentos que había vivido con Rose.

      Ella sin duda alguna era el amor de mi vida y yo no podía negarlo ni aunque quisiera, ya que mi vida entera giraba en torno a ella, en cada risa, en cada lágrima, en cada caída, en cada levantada, en cada tropiezo, Rosie estaba ahí y cómo no iba a sentirme dichosa teniendo un ángel como ella junto a mí.

      Al llegar a la playa me bajé de mi auto y caminé. Al verla a lo lejos camine hacia ella, al tenerla a solo seis pasos de mí, ella se volteó y me miró con aquella sonrisa ¡qué diablos! esa sonrisa me llevaría al infierno y me traería de vuelta al cielo una y mil veces. Porque para mí Rosé no sería cualquier persona, Rosé era mi mundo y siempre lo sería así, porque siempre lo fue y aunque a pesar de haber sido necia y haber querido tapar el sol con un dedo y no darme cuenta de ello.

   Fui realmente una tonta por no querer ver como realmente amaba a la mujer de mi vida, al tenerla tantas veces cerca e ignorarla, no valorarla como se merecía, porque al tenerla a solo seis pasos de mí supe que ella sería la madre de mis hijos.

      ¿Y quien lo diría?

      Bueno, pues mucha gente tal vez.

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A Solo Seis Pasos (Chaennie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora