Veinte

28 2 133
                                    

Sin mayor alternativa que ceder a las actitudes inusuales de ambas adolescentes, ni Priscila ni Liam se atrevieron a intervenir en el último par de días, permitiendo que estas se mantuvieran dentro de sus respectivas habitaciones tanto tiempo como quisieran. De lo contrario acabarían en más discusiones sin sentido o en comentarios cargados de una hostilidad que nunca antes había sido utilizada entre ellas, tal como sucedió la mañana siguiente a la pelea.

La única excepción que ocurrió fue el miércoles después de clases, cuando en la puerta principal una visita fue anunciada con ayuda del timbre, dejando a la vista a una chica Pelinegra que, aún con lo ocurrido con Danielle, todavía era considerada como parte de la familia (gracias al cariño que indudablemente le conservaban).

Desde luego la mayor les había dicho vagamente que su relación había concluido. Optando por omitir los detalles que la llevaron a tan drástica decisión, la chica se limitó a asegurar que el acuerdo había sido mutuo. Siendo esa la única información que los adultos tenían, estos no ocultaron la sorpresa que les provocaba tener a Eva en casa, especialmente porque su presencia no tenía que ver con Danielle.

—He venido a ver a Ali.

—¿Ali? —Liam repitió como si no reconociera ese nombre, dejando prontamente su confusión a un lado para ofrecer una respuesta más acertada —Está dentro de su habitación, prueba si tienes mejor suerte hablando con ella. Nosotros no pudimos sacarle más de una palabra desde que llegó de la escuela.

—Toda la semana ha sido así —Priscila explico con decepción —No han sido fáciles estos últimos años, principalmente por los arranques de Ailinne y la mudanza... Pero eso ya lo sabes, así que adelante —Haciéndose a un lado, la adulta permitió el paso a las escaleras.

Sin algo para responder, la Pelinegra avanzo directamente hasta el piso superior, para después cruzar el pasillo y dirigirse hasta la recámara que pertenecía a la Castaña. Encontrándose con la chica que había ido a buscar, sin embargo, está al estar de espaldas no tardó en echarla, al tiempo que demandaba privacidad. Claro que, todo comportamiento cambio tan pronto vio de quién se trataba, cambiando incluso el semblante antipático por uno más relajado.

—He venido por unas pinturas que necesito. —Dando especificaciones del material que necesitaba, Eva se removió por el lugar con cierto nerviosismo, que le fue imposible ocultar.

—¿Las que utilizamos para la exposición?

—Exacto. Estoy segura que las metí en tu mochila por error y...

—¿Las que dijiste que se habían acabado y que tú misma botaste a la basura?

El silencio que les siguió, termino por delatar las verdaderas intenciones de la Pelinegra, pues sin importar la sinceridad con los adultos, esta quería acercarse a la castaña de una manera más sutil. Desde luego, parecía olvidar que resultaba complicado jugar con la susceptibilidad de Ailinne.

Frenando por completo los pasos inquietos en la habitación, Eva dejó caer su peso con dramatismo sobre la colchoneta. Sabía que no debía mostrarse ansiosa, pero por alguna razón, estar ahí junto con Ailinne la hacía sentir como una intrusa. ¿Es que acaso se estaba entrometiendo en asuntos que no le competían más? Si su relación con Danielle había finalizado, ella no tenía por qué sentirse responsable por lo que pasará después. Excepto que, la Castaña le importaba demasiado y no quería dejarlo a manos del azar, mientras pretendía que nada de eso le afectaba en lo mínimo.

Viéndose delatada por la mirada que le dedico a la chica apenas unos segundos un par de brazos no tardaron en rodearla con comprensión que no se sentía merecer, sintiéndose sobrecogida, se forzó a no flaquear dudando quien de las dos necesitaba más del abrazo. Así pues, Eva dejo de lado todo sentimentalismo que la hiciera dudar, solo que ¿que debía decir, qué era lo que Caleb había reconocido?

INEVITABLE ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora