—Fuiste un total imbécil —mi voz fue clara y no vacilé ni por un segundo en decirlo.
Darío no pronunció ni una palabra, solo siguió manejando, no me miró ni de reojo, fue como si no me hubiese escuchado.
—¿Me escuchaste?, fuiste demasiado lejos con Rafael, no tenías que haber hecho eso —aun no hubo respuesta, solo silencio.
De repente estábamos bajando la velocidad, Darío se estacionó justo en el mirador donde habíamos interrogado a Sofía y Erick, solo había un faro de luz y las luces de nuestro pequeño pueblo natal quedaron frente a los dos.
—¿Ha si?, ¿fui un imbécil? Pues tu fuiste una adolecente tonta al salir con un chico que poco conoces justo cuando estamos detrás de un asesino que ya te a amenazado junto con mi hermana —me increpó Darío levantando la voz.
—¡Rafael no es peligroso, es un chico genial y no se merecía lo que le dijiste! —esta vez le grité con todas mis fuerzas— ¡Aquí el único neandertal eres tu!
Mi furia no cabía en el auto, así que abrí la puerta y salí, caminé unos pasos hasta que sentí como una mano tomaba la mía.
—¡¿Por qué tienes que ser tan testaruda y hacer lo que se te da la gana cuando se te da la gana!? ¡¿A caso no te das cuenta de que me preocupas un montón!? —gritando a la orilla de la carretera el aire parecía entender nuestro estado de animo ya que no dejaba de soplar, estaba comenzando a hacer frío, y la noche nos había dejado abrigados bajo la única luz de un faro del mirador a kilómetros del pueblo.
—¡Pues deberías dejar de preocuparte por una adolecente tonta, a final de cuentas no eres responsable de mi! —su mirada estaba puesta en la mía, su mano no me había soltado, y él comenzaba a respirar pesadamente.
—¡Ese es el maldito problema! ¡No logro sacarte de mi cabeza!, ¡y pensar en que estas con otro chico me preocupa mas que el maldito asesino que perseguimos! —las palabras de Darío me dejaron sin palabras, no hacía mucho que lo conocía, pero sentía como si fuese así.
Una presión cálida en el pecho me dejó sin aire, una revolución de emociones estalló en mi estomago, y no podía hilar palabras ni mucho menos oraciones coherentes.
—Y no se como, pero en menos de una semana me has llegado a gustar mas de lo que cualquier otra chica lo hizo en toda mi vida, no puedo entenderlo, pero si sentirme demasiado atraído por ti como para hacer esto.
Darío me beso, primero solo fueron nuestros labios uniéndose en un leve roce, delicado e inseguro, y después mis brazos se movieron con vida propia hasta rodear su cuello, me dejé llevar y comencé a corresponder su beso, en pocos segundos el me sostenía con fuerza por la cintura y yo me apoyaba en las puntas de mis pies para seguir besándolo como si no hubiese un mañana. Parecíamos estar totalmente perdidos en los labios del otro, todo a nuestro alrededor había desaparecido. Mi corazón explotaría en cualquier momento, y mis mejillas estaban tan calientes que ya no las sentía.
Cuando nos quedamos sin aire nos separamos, aun estábamos abrazados y parecía imposible, al menos para mi, soltar sus cálidos brazos. Sus ojos fueron a los mios en seguida, parecía tan agitado tratando de jalar aire como yo.
—¿Debería pedirte perdón? —me preguntó Darío sin soltarme.
—¿Por el beso?, ¿o por arruinar mi noche y ponerme en vergüenza con Rafael? —suavemente Darío soltó mi cintura y yo su cuello, nuestras manos se unieron por instinto, y ya no parecíamos tener energía para discutir sobre Rafael.
—De lo primero no me arrepiento, de lo segundo ... —pensó por un segundo y luego dijo— debo admitir que me comporté como un grandisimo idiota.
Al fin aceptada su actitud irracional, los dos nos dimos cuenta de donde estábamos.
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Las Mentiras De Kathe
Teen FictionSolo era una fiesta en la hacienda de los padres de Erick, pero el cadáver de Kathe apareció súbitamente ante los ojos de todos a la mañana siguiente. ¿Quién la mató? La pobre Kathe nunca abría hecho daño a nadie, ¿por qué alguien querría matarla? A...