Capítulo 28

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Abrí la puerta sin tocar, las voces cesaron y Darío junto con el desconocido en la habitación voltearon a verme desconcertados ante mi abrupta intervención.

El desconocido tenía una mano escondida detrás de él, su gabardina se había levantado un poco, por lo que me imaginaba que estaba buscando en la parte trasera de sus pantalones. Un arma. ¿Por qué todos tenían que portar armas como si fueran dulces?

—Así que tu eres Alexis Montes —canturreó el desconocido alejando la mano de su espalda para luego alizar su gabardina. El chico me miraba con una sonrisa de gato a punto de comerse un ratón—. Es un gusto conocerte.

¿Como sabía mi nombre?, no es como si hubiese llegado presentándome, a menos que Darío hubiese estado hablando de mi. Las mariposas en cocaína comenzaron a revolotear en mi estomago.

—Alexis, este es Kaori, un amigo lejano que vino a verificar que no estuviera muerto —Darío hablaba con tono de burla y una sonrisa en el rostro, seguía igual a anoche, acostado en una camilla y vestido con bata de hospital—. Se lo que estas pensando, si, por mi es que sabe quien eres.

Un pequeño foco se encendió en mi cabeza, este hombre atractivo paradp frente a mi era Kaori, el mismo hombre con el que Darío habló para rastrear el teléfono del padre de Kathe. Por fin conocía al tipo que había estado ayudando a Darío todo el tiempo, no lucía como lo había imaginado, para nada era un nerd con lentes de gruesas micas de cristal, Kaori era todo un papucho, sus rasgos asiáticos y su figura esbelta le daban presencia y elegancia, la perforación en su labio lo hacia ver como un chico malo, su ropa negra se notaba muy cara, y por su mirada de sabelotodo, estaba segura de que era un genio de la tecnología.

—Dejame presentarme como se debe —dijo con arrogancia y galantería—. Mi nombre es Kaori Ishiyama, conozco a Darío desde que a los dos nos encerraron en el mismo colegio militar cuando eramos aun unos mocosos descarriados.

Kaori se acerco a mi y me extendió una mano, sus manos eran largas y delgadas, como las de un catrín de largas piernas y sombreros de copa, de su manga se asomaban tatuajes que no podía distinguir muy bien, y sus dedo estaban llenos de anillos. Definitivamente fue emo en su adolescencia, podía apreciar como lo suyo no era una etapa, era un estilo de vida.

—Mucho gusto, supongo que no hace falta que me presente, Darío ya ha hecho mi presentación —dije mirando a Darío sobre el hombro de Kaori.

—Darío —la madre de Marceline entró sin tocar a la habitación y a todos nos pegó un susto de muerte provocando que Kaori acercara su mano de nuevo a sus pantalones en busca de su arma, su movimiento se veía tentador, pero si pensabas en el porque de su movimiento ya no era para nada tentador. De nuevo al darse cuenta de que no había enemigo alguno al asecho, volvía a dejar el arma en su lugar.

—Quiero presentarte a Pedro Esparza, él se encargará de tu seguridad —parloteó la señora Caruso apenas entró a la habitación, detrás de ella había un hombre tan grande como una pared, tenía cara de pocos amigos y parecía tener al menos 40 años, todo un guardaespaldas.

—No es necesario mamá, puedo cuidarme solo —Darío sonaba como un niño pequeño que se negaba a que lo llevaran a la escuela.

—Vamos Darío, deja que Pedrito se encargue de que no se te rompan las uñas, de todas maneras te iras de vacaciones por un tiempo —lo animó Kaori sentándose en uno de los sillones reclinables que rodeaban la cama de Darío.

—No iré con un hombre de traje detrás de mi, es como ponerme un letrero que diga "disparame, soy importante" —claramente mi hombre no estaba feliz con la idea de Pedrito rondandolo.

—Esta bien, irá vestido de civil cada vez que tengas que salir de casa —Darío rodó los ojos ante la propuesta de su madre, definitivamente no quería que Darío anduviera solo por las calles después de lo ocurrido—. Por favor hijo, si algo te sucediera no podría vivir con la culpa de no haber hecho nada.

Las Mentiras De KatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora