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Tal como se había planeado, Max y yo llegamos en un lindo auto el jueves por la mañana. Nadie de los dos manejaba y de hecho el coche estaba lo suficientemente polarizado como para apenas ver algo por el parabrisas. Me sentía toda una celebridad yendo de incógnito a cualquier lado, con una gorra y unos lentes oscuros. Mi pareja por su parte solo tenía puesta la gorra de su escudería y su típico uniforme, el chofer que nos llevaba, uno autorizado por Redbull suponía, usaba un traje perfectamente planchado y limpio.

—Max —distraje su atención de la ventana correspondiente a su lado— ¿Está bien que esté aquí?
Su mano apretó con cariño la mía asintiendo, demasiado callado pero dijo suficiente con la mirada como para confiar. Un suspiro por mi parte y unas cuantas miradas en dirección a la ventana también me hizo reconocer lo cerca que estábamos del circuito.
—¿Estás nervioso? —preguntó, causando que negara en un instante—, parece que lo estás, déjame adivinar ¿Es porque te comen los nervios de pensar que Mercedes puede superar a Redbull? Ohh, créeme, todos los podios que Max Verstappen gane también los estás ganando tú.
¿Cómo se atrevía a devir algo así? Con la curiosidad a tope, levantando la vista y buscando sus ojos.
—¿Qué?
—Eres como una inspiración, suena un poco... bueno tal vez demasiado romántico pero creo que así funciona y eso es lo que el equipo de Mercedes ve en ti, tienen fé que tú seas como un próximo Newey que les ayude a construir el auto ganador, quién sabe, tal vez por eso quiero que trabajes conmigo y no con ellos.
—Eres un tonto, Emilian —golpee su hombro con suavidad, soltando la mano que sujetaba y volviendo a buscarla con rapidez—, no sé si quiero hacer esto el resto de mi vida. Aún no encuentro esa sensación de la que mi padre me habla tanto en este deporte.
—Toto lo hizo en el primer momento en que tocó un kard, posiblemente igual que yo en el instante que venía a los GP y los autos me emocionaban por lo rápido que iban. Encontrarás tu lugar.

Podía sentir como el corazón se golpeaba con tanta fuerza que parecía no caber en mi pecho. Estaba hecho pedazos por aquello, imposible de recuperarme a menos que cayera en lágrimas, sorbí con fuerza la nariz y Max rió ante la acción. Fue necesario quitar mis lentes para limpiar algunas lágrimas y después besé su mejilla.
—Te quiero —hablé sin rodeos apretando su mano—, gracias, me estaba sintiendo el indefenso Lucas.
—Lo sé, prometí decirte lo que realmente eres cuando te sintieras así ¿Lo recuerdas?

Claro que lo recordaba, Mónaco la semana de la carrera que fue cancelada. Claro que lo recordaba porque Max parecía estar cumpliendo cada una de las palabras que me había dicho aquella vez.

Apenas llegué al circuito salí antes que el piloto neerlandés, escondido entre el público y quitando todo ese intento de disfraz apenas estaba frente la entrada. La gente que notó mi llegada acompañada de cámaras, fans y alguna libretas o cosas para firmar se empezaba a acercar a mí.
—¡Lucas! —la voz de un joven detrás de mí llamó mi atención—. Lu-Lucas ¿Te puedo regalar esto?
En su mano, una pulsera de un azul intenso y algunas cuentas blancas, la tomé sin pensar antes de retirarme de ahí mientras ponía la pulsera en mi muñeca, siendo escoltado por algunos guardias al paddock.

Unos metros más tarde y junto con la gente que venía detrás mía se unió el piloto de uniforme naranja que saludaba en mi dirección.
—Ah, también tienes una de esas —señaló a mi muñeca mientras levantaba la suya, llena de algún par de más braceletes y quitándose uno para darmelo—, ten, creo que este es para George.
En la pulsera note su nombre "Russell", primera señal para darle algo de atención a la que ya usaba mientras guardaba la nueva en el bolsillo. Entonces fue cuando recordé lo que tenía que decirle a aquel piloto.

—¡Ah, Lando! ¿Puedo llamarte más tarde?
—Claro, amigo. Tengo tiempo después de las 9. Solo envíame un mensaje para recordarme.
—Éxito en la carrera.
Su respuesta fue asentir con la cabeza y seguir caminando en otra dirección a la mía.
Recordé que la pulsera de George, aquella que ahora tenía en el bolsillo lucia en unas lindas cuentas blancas su nombre así que tome valor para ver aquella que yo había recibido al entrar. Perdí la respiración en ese momento ¿Cuánto tiempo llevaba con ella? Tal vez cientos de fotos donde los fans me pedían saludar y algunas fotos más de la prensa.
"MV1"
Las iniciales de Max y su número, los colores de su escudería, la pulsera que apoyaba al piloto de Redbull.
No quise quitármela de inmediato, pues algo en mi quería que el mundo viera cuánto apoyaba a Max pero solo quedaba algo de incertidumbre el que tuviera eso siendo del equipo completamente contrario.
La respuesta a todo fue fácil, no la quité, no lo hice y no lo haría, pues estaba más que orgulloso de llevar los colores del equipo de mi pareja.

La carrera estaba haciendo a mi corazón saltar

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La carrera estaba haciendo a mi corazón saltar. George estaba teniendo problemas de nuevo con el auto, Hamilton estaba adelantando pero no tenía el ritmo suficiente para poder alcanzar al auto de McLaren y al Redbull frente a él. Siempre me sorprenderá el nivel de piloto que era Max, quiero decir, parecía que el auto era más que solo una extensión de él, parecía que ese auto y él habían estado juntos por años y que podrían enfrentar cualquier circuito solo con confianza.
Los ingenieros me llamaron para sentarme justo al lado de mí padre quien me pidió conectar mis audífonos a la consola mientras seguía escuchando a George hablar por la radio.
—¿Puedes decirle que ya estamos revisando todo eso?
—¿Por qué?
—Por favor.
La confusión del momento me llevo a reaccionar con mayor cuidado cuando la voz de George volvio a sonar por la radio, mirando como mi micrófono era abierto para hablarle al británico.
Copy.
—¿Co...? ¿Cómo que Copy? ¿Qué haces aquí, Luke?
—Dije Copy.
Y di mute como si de una llamada se tratara, escuchando el resto de la carrera por medio de la radio de ambos pilotos, mordiéndome las uñas y mirando las pantallas.
Sentía que cada segundo Max era cada vez más difícil de alcanzar, Lando, el piloto de McLaren y quién había visto esa mañana parecía también pelear por ese primer lugar sin demasiada suerte.
Cuando las vueltas que faltaban eran pocas para llegar a la meta y todos en el Paddock comenzaron a emocionarse y contener la respiración para poder gritar en el momento que Hamilton cruzara la meta el pecho me apretó tan fuerte que mis pulmones no podían contener mi respiración, necesitado de apretar la tela de mi playera con tanta fuerza que al soltarla la tela seguiría arrugada.

—¡SEGUNDO LUGAR, LANDO NORRIS Y POR DETRAS DE ÉL HAMILTON, LEWIS HAMILTON QUEDA EN EL PODIO DE SILVERSTONE!

Esa era la señal de todo el garaje para correr a dónde el podio, con mi padre mirando la celebración de todos en el fondo y sintiendo como me miraba por encima.
"Ve" leí en sus labios, un ve que era para mí una señal de mirar otro podio de Verstappen y no el reciente logro de nuestro equipo.
George llegó poco después, saludando y dándome un abrazo que nuevamente me motivo a correr al podio.
—Linda pulsera —dijo cuando me alejaba—, si puedes hablar con él dile que fuiste un ingeniero genial hoy.

Corrí, corrí al podio con todo lo que podía, con los audífonos en el cuello, con la gorra de mi equipo apenas puesta por la rapidez en la que salí, con la sudadera del equipo mal cerrada y con la cara roja en el esfuerzo de llegar. Ellos aún no salían del cuarto de descanso cuando llegue, pues pasaron dos minutos en lo que eso sucedió y los presentadores decían con entusiasmo el nombre de Lewis, saliendo detrás Lando y por último Verstappen.

Max me miró, pareciera que sabía que estaba ahí para verlo a él, desde arriba, mirándome con cariño como un ser inmortal que contemplaba al humano que lo había refugiado mientras estaba herido. Saludé con la mano un poco más baja y recibiendo otra sonrisa. Él no sabía que la pulsera que tenía en la mano era una pulsera con sus iniciales y el número de su auto, tampoco sabía que esa mañana soñaba con estar para él en el podio de nuevo y sobre todo no sabia que ese contacto visual que compartíamos era suficiente aún conociendo el miedo que sentía por compartir con otros nuestra extraña relación.
Max, si pudieras leer mis pensamientos sabrías que mirarte así es más que solo orgullo y que con cada sonrisa quería gritar cuánto te quería pero, si yo pudiera leer los tuyos ¿Dirías lo mismo?

—Mira, por allá ¿es Jos Verstappen?
—¡Si que lo es!
Las dos fans detrás mía interrumpieron aquel pensamiento mientras el himno de países bajos sonaba, mirando en la dirección que decían y notando a la persona de quién hablaban, el padre de Max. Los huesos me calaron un poco al verlo pues emanaba una presencia extraña, demasiado misteriosa pero inevitablemente nada de orgullo por su hijo. Parecía más bien que estaba ahí por mero compromiso y que, si Max bajaba con su premio le reclamaría por cada uno de sus nulos errores, así se sentía solo mirarlo.
No estaba seguro si habría alguna queja sobre el rendimiento de Max por su parte, pero mientras él no le mirara con orgullo yo lo haría.




Heart mechanic | Max Verstappen x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora