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El miércoles, las pocas cajas de mi mudanza estaban en el nuevo departamento. Para ser Mónaco mi nuevo hogar era pequeño, apenas dos habitaciones, baño completo, sala comedor, la cocina y una pequeña terraza.
Lando no mintió cuando me dijo que había llegado con la persona indicada, tanto el departamento como la documentación fue más rápida gracias a él y a las personas a las que se dirigió. Mi padre, por su parte, dijo que esa era sin duda la mejor decisión que había tomado en años puesto que se sentía más confiado de tenerme cerca, a tan solo unos minutos de viaje en auto y no a horas de vuelo en avión. Cómo fuera, todos estaban felices con la decisión.
Esa noche del miércoles y mientras cenaba en el piso en compañía del británico de nombre Lando, decidí que lo mejor sería no asistir a esta semana de carrera. Si bien, me entusiasmaba ver a mi equipo avanzar en el campeonato de constructores, también sabía que si tomaba unas vacaciones en compañía del neerlandés sería imposible para mí estar a tiempo con la mudanza y empacar ropa que aún estaba oculta entre cajas y platos.

La primera noche en aquella casa se sintió diferente a la primera noche que dormí en Londres. Recuerdo tener que llamar a un amigo para poder conciliar el sueño mientras la llamada continuaba, colgando apenas se dió cuenta que me había quedado dormido.
Ahora, tenía una linda lámpara de noche que me había dado George, porque decía que así no sería tan tenebrosa la nueva casa. La sudadera naranja de la merch de Max también me acompañaba y Lando decidió que sería una buena idea ayudarme hasta tarde, así que ahora, éramos dos tontos durmiendo en colchones en el piso de cada habitación del departamento.

Temía retrasar demasiado al contrario pues debía volar a Bélgica, su única oración respecto a ello fue "la entrevista más importante no me toca a mí, es más importante llegar a las prácticas que llegar al día de los medios".
Fuera cierto o no, le pedí que se fuera de ahí antes de que dieran las 4, cuando sentí que lo había retenido demasiado.
El resto del jueves fue solo desempacar al ritmo de la música, acomodar platos, limpiar, lavar, secar y volver a organizar. Una rutina envidiable.
Tuve que manejar por Mónaco solo, lo cual me recordó a Max y la propuesta que le hice alguna vez. Recordé que, aquella vez de la carrera aquí, pude cumplir aquello y que, como me temía, resultó en una rutina que desearía repetir en todos los países y sitios posibles.
El viernes, por su parte, tuve que pelearme con un mueble que había pedido, organizar los nuevos muebles de la sala y la habitación de invitados. Organizar el clóset con toda la ropa y claro, lavar más cosas.
Mientras todo esto sucedía mi celular se perdió en el caos de la casa. Juraba haberlo dejado en alguna de las estanterías pero parecía ser que no tenía intención de aparecer a corto plazo, pero realmente esperaba que lo hiciera cuanto antes porque moría de hambre y lo único que había en el refrigerador era una cerveza del británico y una botella de agua.

El vibrar de una llamada, haciendo eco por la caja donde había caído me permitió saber dónde se encontraba, corriendo a contestar.

—Hola, jefe ¿Cómo va todo? He estado viendo las prácticas entre momentos.
—Nada nuevo, George quiere hablar contigo, dice que no le has contestado desde la mañana.
—Perdí mi celular entre cajas. Ya sabes. Pero todo bien, ahora pásamelo, que es un dramático de primera.
Escuché una risa de fondo, seguido de un "ya voy del piloto". Cuando le escuché tomar el celular habló sin vacilar.
—¡Lucas! ¿Dónde has estado?
—Casa, mudanza, muchas cajas.
—Max está como loco —una punzada provocó que me congelara, recordando que el celular que ahora tenía era el de mi padre y que posiblemente estaría contando esto en el garage del equipo.
—¿Qué?
—Tranquilo, no estoy cerca de Toto, pero al parecer se enteró que Lando llegó un día tarde a Bélgica porque se quedó contigo en Mónaco y lo está ignorando por todo el Paddock. Seguramente te envío mensajes, porque lleva su celular a todos lados y solo está mirando a cada momento la pantalla y... oh no...
—¿George?
—Lo siento amigo.
Aquello me confundió un poco, escuchando como el celular le era arrebatado. Sin entender demasiado pensé que era alguno de mis amigos, pero Charles no sería tan violento con él, Lewis me odia... posiblemente sería él, hasta qué:
—Lucas —la voz que ahora decía mi nombre me congeló más, temblando por completo y tragando saliva—, ¿Dónde estás?
—Max... Yo, estoy en Mónaco.
—¿Pasaste la noche con Lando?
—¿Qué?
—Responde.
Aquello me hizo temblar con menor ritmo y mayor intensidad que antes ¿Era acaso que Max estaba acechando a George para hablar conmigo? ¿Mi padre lo vería todo considerando que era su teléfono? ¿Los medios han hablado de eso? ¿Qué es lo que estaba pasando? Me perdí tanto esa mañana y estos últimos días que no estaba al tanto de las noticias que salían del Paddock. Volví a tragar saliva para así contestarle.
—Me estuvo ayudando hasta tarde. Le pedí que se fuera temprano para poder llegar al día de medios en Bélgica y dijo que no era demasiado importante así que no me importo si se quedaba aquí. Era tarde y...
—Lando ha manejado a todas horas por Mónaco, y si no estaba ebrio con más razón manejaría así fueran las cuatro de la mañana ¿Lo sabes, no? Si tu idea era que por ser tarde no podría, déjame decirte que te equivocas.
—¿Estás celoso?
Un silencio en la llamada me lo confirmo, si tuviera que apostar diría que ahora mismo apretaba sus labios y sus mejillas se hinchan en un tenue color rojo, mientras miraba algo lejos para desviar el tema.
—No, te veo el lunes. Solo contesta y deja de preocuparme.

Heart mechanic | Max Verstappen x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora