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—¡Max! Estuviste increíble allá, ere-

No supe en qué momento mi muñeca fue tomada por la mano de Max y fui arrastrado dentro de los motorhome de Redbull ¡No! ¡No! ¡No! ¡No podía estar aquí! ¿Había alguna regla que dijera que podían sancionar a mi equipo? Estaba tan ansioso que apenas pude notar cuando ambos estábamos dentro de una de las habitaciones de descanso.

¿Solo cerró la puerta así? ¿Había puesto el seguro? ¿Por dónde saldría en el momento en el que tengamos que irnos? Mi mente empezaba planear un escape, buscando una ventana, otra puerta y solo encontrando un sillón, las puertas de un pequeño armario y una cama pequeña. Entonces su voz me regresó a la realidad.

—¿Lando? —preguntó con cierto enojo en su tono—, en serio, de todos ¡¿Lando?!

—¿Qué? ¿De qué hablas? Baja la voz ¿Quieres? No sé si puedo estar aquí y no quiero tener que pagar mi nulo salario en una multa de la FIA.

Mis gafetes fueron sustituidos por unos VIP del Paddock de Redbull, mi gorra cambiada por una del equipo y de la mochila que había en la cama sacó una sudadera anaranjada de la merch del neerlandés que se me obligó a ser puesta.

—Ponte eso, si alguien te ve aquí dirán que eres un invitado más. Ahora me dirás ¿Por qué hay personas subiendo fotos a Twitter de ti recibiendo una pulsera de Lando?

Recree la escena mientras cambiaba la ropa, bufando ante el reclamo.

—¿Celoso, Verstappen? ¿Por qué no mejor hablamos de como lo trataste antes de subir al podio?

—No estoy celoso, Lu. Y si me reclamas de esa manera parece que tú lo estás.

El capricho de Max estaba causando suficiente en mí, dejándome caer sobre el sillón detrás mía con los brazos cruzados. Miraba al campeón, quién ahora emanaba un aura ligeramente diferente a la de hace un momento en el podio. No deje de mirarlo, en espera de una explicación a todo esto que estaba causando.

—Los gafetes, la sudadera, la gorra ¿Lo tenías tan planeado que conseguiste todo esto para que no supieran que el hijo de Toto Wolff estaba contigo en el Motorhome? No me gusta Lando, tonto. Y la pulsera que me dio era de George.

—¿Y la que tienes en la mano ahora?

Le mostré mi muñeca, el gesto que tenía cambio en un instante. Parecía pedir perdón al notar que, lo que había en mi mano, no era más que un obsequio de un fan el cuál contenía su nombre. Suspiró con tal pesadez que cuando recuperó la postura y alzó la cara se sintió avergonzado. Esperaba un perdón en ese momento pero de nuevo, mi mano fue jalada en su dirección. Mi cuerpo no tuvo tiempo de reaccionar cuando su brazo rodeaba mi cintura y su mano acunaba mi rostro. Fue un beso ¿Para disculparse? Un poco aturdido por aquello seguí el beso con la misma intensidad. Su mano se deslizaba con cuidado por las orillas de aquella sudadera que había sido sustituida por mi uniforme. El beso no parecía parar, de hecho parecía que Max estaba insatisfecho conque solo fuera un beso empezando a besar mi cuello. Mi mano apretaba con fuerza su hombro y entonces...

Tres golpes a la puerta nos recordaron que no estábamos en el lugar para poder seguir.

—¡Max, abre! —gritaba desde fuera una voz que jamás había oído, tres golpes más, con más fuerza que los anteriores—. Te he dicho que abras.

—¡Sí! ¡Ya voy, solo deja cambiarme la camiseta que sigo lleno de champagne.

Era cierto, había caído en cuenta que aún traía el traje, pero no era tiempo en pensar en eso. Mi ropa y yo, fuimos rápidamente conducidos al armario seguido de una señal de que guardada silencio. Cerró la puerta y suponía que el ruido era su intento de cambiarse para así abrir la puerta.

Heart mechanic | Max Verstappen x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora