1. El hallazgo

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El aire fresco de la mañana se colaba entre los árboles del Monte del Encinar mientras Fina corría a un ritmo constante, con sus zapatillas golpeando suavemente el sendero de tierra. Cada inhalación le llenaba los pulmones con el aroma de la vegetación y tierra húmeda, una bienvenida distracción de la semana agobiante que había tenido en el periódico. Las noticias, los plazos y las constantes presiones de su jefe en El Eco de la Ciudad, donde trabajaba desde hacía casi cinco años, habían dejado su mente en un estado de agotamiento casi constante. Este footing matutino era su forma de liberar la tensión acumulada, de despejar su mente y encontrar un poco de paz.

Mientras avanzaba por el sendero sinuoso, sus pensamientos se desviaban hacia el último artículo que había escrito, un reportaje sobre corrupción local que había sido censurado por presiones políticas. Recordaba la mirada de su jefe, intentando suavizarle la noticia de que los directivos habían decidido no publicarlo y que, incluso, se había pedido su despido. Sentía que su puesto de trabajo pendía de un hilo y que cada paso que daba podría ser el último en esa redacción. "Quizás estoy exagerando", pensó, aunque sabía que, por su rebeldía, su futuro en la empresa parecía oscuro.

Después de varios metros en los que había disociado totalmente, de repente algo la hizo volver a la realidad y detenerse en seco; un objeto que no pertenecía al entorno natural captó su atención. Entre los matorrales, a pocos metros del sendero, un zapato negro asomaba de manera extraña. El corazón de Fina se aceleró y una mezcla de curiosidad y temor la invadió. "¿Qué hace este zapato aquí?", se preguntó, aunque en el fondo ya intuía la respuesta.

Dudó por un momento, con los instintos de periodista y ciudadana asustada en conflicto. ¿Debería acercarse o simplemente seguir su camino y llamar a la policía desde una distancia segura? La intriga le pudo más. Con cautela, se acercó a los matorrales, con pasos más lentos y silenciosos, como si temiera perturbar el entorno, y mirando a su alrededor por si alguien estuviera vigilando.

Lo que vio a pocos metros de ese zapato perdido le heló la sangre: Un cuerpo yacía medio oculto entre la vegetación, como si alguien hubiera intentado esconderlo. Era un hombre mayor, con el rostro pálido y una expresión de serenidad perturbadora. Tenía una herida profunda en la cabeza, de la que emanaba un hilo de sangre ya seca. Su ropa estaba relativamente ordenada y parecía colocado allí a conciencia, sin muestras de lucha alrededor, lo que hizo pensar a Fina que el golpe no lo habría recibido en ese punto, sino que el cuerpo podría haber sido trasladado desde otro lugar.

Sabía que debía llamar a la policía de inmediato, pero la periodista que habita en ella no pudo evitar retrasar ligeramente ese momento y observarlo todo con más detalle, con una mezcla de profesionalidad e intriga. Sin tocar nada, examinó la escena con cuidado. El zapato que aún llevaba puesto el hombre estaba impecable, indicativo de alguien que no caminaba demasiado, y su traje era de buena calidad, parecía hecho a medida, lo que sugería que se trataba de una persona con poder adquisitivo alto. Su reloj de pulsera seguía funcionando, marcando las 7:45 pasadas. No había signos evidentes de un robo, del bolsillo del pantalón sobresalía ligeramente un móvil que parecía un iPhone. Tuvo la tentación de cogerlo, pero prefirió no dejar sus huellas en el aparato.

Decidió tomar algunas fotos con su móvil, asegurándose de no mover nada ni contaminar la escena. Fotografió el cuerpo desde diferentes ángulos y el área circundante, acercándose lo máximo posible y haciendo zoom en la cabeza del hombre y en todo lo que le resultó importante. Cada clic de la cámara aumentaba su sensación de urgencia.

Finalmente, cuando creyó que lo tenía todo controlado, llamó a la policía. Mientras esperaba a que respondieran, no podía dejar de pensar en quién podría haber sido este hombre y por qué alguien querría matarlo. Lo que no imaginaba era cómo este descubrimiento inesperado cambiaría su vida radicalmente.

Fórmula ocultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora