El sol de febrero en Barcelona ofrecía una calidez engañosa. Aunque el cielo era de un azul nítido, el viento que soplaba del mar Mediterráneo traía consigo un frescor que hacía que Fina ajustara mejor su abrigo gris oscuro. Paseaba junto a su amiga Leonor por el Parque de la Ciutadella, un lugar lleno de vida incluso en pleno invierno. Había niños correteando cerca de la gran cascada, parejas sentadas en los bancos bajo los árboles desnudos y algún que otro perro jugueteando con su pelota en el césped. Leonor, con su melena pelirroja cayendo sobre los hombros de un abrigo de lana marrón, caminaba a su lado con las manos en los bolsillos y una expresión tranquila.
El móvil de Fina vibró en su bolsillo por tercera vez en menos de diez minutos. Lo sacó y lo miró de reojo, antes de meterlo de nuevo en el bolsillo. Esta vez aquel sonido parecía pesarle más de lo habitual.
—¿Otra vez Marta? —Preguntó Leonor con una sonrisa ladeada, como quien anticipa la respuesta.
—Sí —respondió Fina con un suspiro, dejando que el teléfono vibrara hasta apagarse.
Leonor arqueó una ceja y le dio un leve codazo.
—¿Por qué no le contestas?
—Porque ya hablamos ayer —Fina hizo un gesto vago con la mano, intentando restarle importancia—. No creo que tenga nada nuevo que contarme.
Leonor frunció el ceño. Conocía a Fina lo suficiente como para notar que algo no iba bien. Se detuvo, obligándola a parar también, y le puso una mano en el brazo.
—¿Qué te pasa, Fina?
La periodista evitó la mirada de su amiga, pero después de unos segundos cedió y suspiró profundamente, como si estuviera soltando un peso invisible.
—Que no puedo más con esto, Leo —dijo al fin, bajando la mirada hacia el suelo cubierto de hojas secas.
Su amiga la miró sin entender del todo, así que Fina continuó con su voz temblando ligeramente.
—Marta me llama todos los días. Es como si tuviéramos una relación a distancia, pero no, y yo necesito pasar página. No quiero seguir atada a esto.
Leonor ladeó la cabeza, analizándola con sus ojos claros. Luego tomó su mano y la guió hasta un banco vacío junto a un árbol.
—¿Pero tú la quieres?
Fina se dejó caer en el banco y dejó que su mirada se perdiera en la fuente cercana, donde el agua caía en cascadas con un sonido que normalmente encontraba relajante, pero que hoy no lograba calmarla.
—Pero no es suficiente —dijo finalmente, sin apartar la vista de la fuente.
—¿Por qué no? —Insistió Leonor, inclinándose hacia ella con preocupación sincera.
Fina pasó una mano por su pelo, desordenándolo aún más, como si el gesto pudiera ayudarla a organizar sus pensamientos.
—Porque ella sigue obsesionada con el caso Berenguer. Está empeñada en descubrir por qué
Mateo Carpena lo mató realmente y, sobre todo, en encontrar pruebas contra su hermano Jesús.—¿Y eso es malo porque...? —Preguntó Leonor con tono paciente, aunque su mirada se endureció un poco, consciente de que Fina no le estaba contando todo.
—Porque yo no quiero saber más de esto, Leo —respondió, volviendo a mirarla, esta vez con los ojos cargados de emociones contenidas—. Por algo me fui de Madrid. Para mí está todo cerrado.
Leonor se inclinó hacia atrás en el banco, cruzando las piernas.
—Todo menos Marta...
Fina apretó los labios, incapaz de contradecirla. Tras unos segundos de silencio, murmuró:
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Fórmula oculta
Mystery / ThrillerLa periodista Fina Valero y la inspectora Marta de la Reina se enfrentan a un caso de asesinato que revelará secretos inesperados.