21. La traición

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Jesús sonrió satisfecho y se alejó mientras Marta se giraba al escuchar aquella pregunta que le acababa de dejar el corazón en un puño. Se encontró con la mirada incrédula de Fina, pero también vio el miedo en sus ojos, algo que la hizo sentir aún peor.

—Fina... —empezó a decir Marta, con la voz algo quebrada.

—¿Cómo que hermanita, Marta? —La confusión en el tono de la periodista era evidente, y también su desconfianza.

—Fina, deja que te explique... —intentó Marta, notando cómo las palabras se le amontonaban en la garganta, pesadas, imposibles de liberar con claridad.

—¿Jesús es tu hermano? —La pregunta resonó como un mazazo.

Marta sintió cómo el suelo parecía ceder bajo sus pies. No sabía qué responder ni cómo explicarlo sin empeorar las cosas.

Asintió.

—Sí, Jesús es mi hermano —admitió finalmente, sintiendo una oleada de culpa mezclada con alivio por decirlo, aunque temía las consecuencias.

—¿Y cuándo pensabas decírmelo? —El tono de Fina era frío, pero lo que más dolía era la distancia emocional que había en sus palabras.

Marta intentó encontrar una respuesta rápida, pero solo pudo balbucear una excusa patética.

—Lo he intentado varias veces, pero no sabía cómo hacerlo.

Fina entrecerró los ojos, claramente molesta.

—Era bastante fácil: "Fina, Jesús Vázquez es mi hermano" —dijo, con cada palabra cargada de frustración. Marta pudo notar cómo la periodista reprimía su dolor y furia contenida.

—No encontré el momento —respondió Marta, apenas en un murmullo. Las razones que había esgrimido antes ya no parecían suficientes, y lo sabía.

—Me has estado engañando estos días —sentenció Fina, su voz quebrándose por la decepción.

—No, Fina... —Marta dio un paso hacia ella, pero la distancia entre ambas parecía inmensa en ese momento.

—Sí, Marta. Y no entiendo por qué —la desilusión en el rostro de Fina la atravesó como un puñal.

La inspectora intentó respirar profundamente, desesperada por hacer que la chica entendiera sus razones, pero sus argumentos le parecían vacíos.

—Sólo quería que te sintieras a salvo.

Fina bajó la mirada un instante antes de responder, con una tristeza más grande que su enfado.

—Pues has conseguido todo lo contrario —la crudeza de esas palabras hizo que Marta diera un paso atrás, como si le hubieran dado una bofetada.

—¿Qué? —Le preguntó desconcertada.

—Que no sé si puedo confiar en ti, Marta —respondió Fina, sin levantar la voz, pero con una determinación que heló a la inspectora.

—¿Pero qué dices? —La incredulidad de Marta chocó contra la frialdad de la periodista, que simplemente negó con la cabeza.

—No sé qué chanchullos te traes con tu hermano —dijo recalcando las dos últimas palabras—, pero prefiero no saberlo. Nuestra relación acaba aquí y ahora —concluyó Fina, dándole la espalda, rompiendo el último hilo que las unía.

Marta se quedó inmóvil, viendo cómo la periodista se alejaba hacia Begoña, que había estado observando la discusión junto a Andrés un poco apartados. Fina habló brevemente con la fotógrafa, se despidieron del agente y ambas se dirigieron hacia el coche. La inspectora las siguió con la mirada, sintiéndose más sola que nunca.

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