6. El registro

982 106 8
                                    

—¿Qué coño has hecho esta mañana? —espetó Tasio sin preámbulos, con su voz cargada de preocupación y enfado.

La atmósfera en la pequeña oficina se volvió tensa y pesada y Fina sintió cómo la adrenalina del encuentro con Marta se desvanecía, reemplazada por una creciente sensación de inquietud. Sintió un nudo en el estómago. Tasio rara vez se alteraba, lo que significaba que algo grave debía haber ocurrido. Intentó mantener la calma mientras se sentaba frente a él.

—¿A qué te refieres?

Tasio exhaló con frustración.

—Acaba de llamar el mismísimo Isidro Gómez para preguntar por un reportaje sobre el aniversario de VenturePharm y, cuando le he dicho que no me constaba nada de ese reportaje, me ha contado que esta misma mañana una chica, y cito textualmente, "muy guapa y un poco impertinente", le había hecho una entrevista un poco rara. ¿Te suena?

Fina sintió que su corazón se aceleraba. Se obligó a mantener una expresión neutra, aunque su mente estaba trabajando a mil por hora.

—Bueno, sí, fui a hablar con Isidro Gómez esta mañana —admitió, eligiendo sus palabras con cuidado—. Pero no fue exactamente una entrevista oficial...

—¿Ah, no? —Tasio arqueó una ceja, visiblemente irritado—. Entonces, ¿qué fue?

Fina respiró hondo. Sabía que debía ser honesta, pero también cautelosa.

—Fui allí por lo que me contó uno de los contactos que me pasaste, Luis Merino. Me dijo que podía haber algo interesante relacionado con Jaime Berenguer y pensé que podría sacar alguna información.

Tasio la miró fijamente, tratando de discernir si le estaba diciendo toda la verdad. Fina sentía su mirada como un peso, pero se mantuvo firme.

—¿Y qué conseguiste? —preguntó él finalmente.

Fina recordó la conversación con Isidro, sus respuestas evasivas y la mención de Gaspar de la Hoz.

—Isidro fue muy reservado, pero mencionó a un doctor, Gaspar de la Hoz. Creo que podría ser relevante en toda esta historia.

Tasio se recostó en su silla, frotándose la barbilla pensativamente. La tensión en el aire era palpable.

—Así que te plantaste allí sola y sin poner en preaviso a nadie... —dijo, con su tono algo más calmado pero todavía serio—. ¿Te das cuenta del riesgo que eso supone?

Fina asintió, asumiendo su culpa porque sabía que se estaba arriesgando mucho, pero también que había hecho lo que creía necesario.

—Lo sé, Tasio, pero creo que estamos cerca de algo grande. Yo encontré el cadáver de Jaime Berenguer y quiero llegar hasta el final de esta historia, y algo me dice que Isidro Gómez podría estar implicado.

Tasio la observó en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Después asintió lentamente.

—Está bien. Pero ten más cuidado la próxima vez. No podemos permitirnos errores en un caso tan delicado, Berenguer se relacionaba con gente muy importante. Eso sí, asegúrate de mantenerme informado de cada paso que das —la señaló con el dedo.

Fina asintió, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. Entendía la llamada de atención de su jefe, pero también estaba más decidida que nunca a llegar al fondo del asunto.

—Lo haré, Tasio. Gracias por entenderlo.

Tasio se recostó en su silla, relajando un poco la postura.

—Veamos qué podemos sacar de ese doctor De la Hoz. Y Fina, de verdad, ten cuidado. No me gustó el tono con el que llamó Isidro, si tiene algo que ocultar y lo has molestado, querrá pararte los pies.

Fórmula ocultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora