El principio del fin

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Narra Xochitl:
Una vez en su departamento, Claudia me dio un recorrido, observé con admiración la vida que había construido. Me imaginé los pequeños cambios que haría si yo hubiera creado todo esto con ella.

En una esquina se encontraba su guitarra, me emocioné, no sabía que Claudia tocara, eso tenía mucho sentido. Sonreí para mis adentros.

Xóchitl- Claudia, no sabía que tocabas guitarra- dije y vi su mirada iluminada.
Claudia- Sí, me gusta mucho. Me ayuda a desestresarme en mis tiempos libres- dijo con una sonrisa.

Tomó la guitarra y me invitó a sentarnos en el sillón, lo hice de inmediato sin quitar mis ojos de ella. Fue cuando comenzó a tocar una canción que reconocí de inmediato. Mi corazón dio un vuelco.
Los acordes de "Imagínate" de Silvio Rodríguez eran dominados magistralmente por Claudia.

Imagínate
Que desde muy niña
Te llevaba flores
Te daba mi abrigo

Cantó el primer verso, cambiando los pronombres a unos femeninos. Su voz ronca y dominante me llevaban a un universo en el que solo existíamos ella y yo. Nadie más.

Imagínate
Que soy la amiga
De tu mismo grado
Que lleva tus libros

Imagínate
Que soy de tu calle
Que siempre pasé
Por donde miraste

No pude evitar emocionarme, fue cuando entendí que siempre habíamos estado destinadas a estar juntas, que todo este tiempo nos habíamos buscado en otras personas y finalmente, volvíamos a encontrarnos. Claudia me miraba con amor.

Imagínate
Que hasta mi perro
Me busca en tu puerta
Cuando me le pierdo

Sus ojos se clavaron en los míos antes de cantar el siguiente verso.

Imagínate
Que eres mi dama
Mi último sueño
Mi más roja flama

Sonreí, pero deje que varias lágrimas salieran de mis ojos, pues conocía el final. Claudia con ojos atentos analizaba mi cara, se notaba su tristeza. Juntas cantamos el último verso.

Imagínate
Que somos nosotras
Tú y yo para siempre
Que no eres de otro

Terminaron los acordes y me lancé a sus brazos de inmediato. Nuestros labios se encontraron en el camino. Esa noche nos volvimos a entregar, mostrándonos que la vida hacía de las suyas para juntar a los que se amaban más y no podían tenerse.

Claudia tenía razón. Yo siempre fui suya, nunca le pertenecí al que llamaba mi marido, ni siquiera acepté el matrimonio porque estaba esperándola. Ella era la razón detrás de todos mis pesares y mis más grandes anhelos.

Una vez que terminamos volvimos a descansar abrazadas, mi cabeza en su pecho, mi lugar favorito. Sentía como mi cabello se enraizaba en su piel.

Claudia- Xóchitl, voy a contender para ser jefa de gobierno de la ciudad.
Mi sorpresa fue tal que me paré de la emoción y volví a tirarme a su lado, como una niña pequeña, Claudia sonreía y reía.
Xóchitl- Claudia, que alegría, vas a ganar mi amor.- Besé sus labios con ternura.
Claudia- Pensé que también irías a la contienda.
Xóchitl- No, mi amor, lo de gobernar nunca ha sido mi fuerte. A penas y pude con Miguel Hidalgo, además nunca competiría contigo. Me derrotarías apabullantemente.
Claudia- Ay, no digas eso, seguramente harías un gran papel.
Xóchitl- Pero tú siempre ganas- Dije, en su cara se pintó una sonrisa triunfante.
Xóchitl- Por cierto, hablando de ganar voy a separarme de Alberto, no nos divorciaremos porque no estamos casados. Ven a vivir conmigo, quiero hacer realidad nuestros sueños.

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