Debí dejarlo enterrado (Alternativo)

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Nota de la autora:
Sé que no les encantó el capítulo pasado, sinceramente estaba muy depresivo, gracias por sus comentarios.

Pongo mi nota primero en este capítulo porque me pregunto si ¿ustedes alguna vez se han preguntado qué hubiera pasado si todo fuera diferente?

Yo sí. Últimamente más que nunca. Decidí dejar que las cosas entre las protagonistas siguieran vivas al menos en esta obra. Este capítulo tiene dedicatoria.

Para ti.
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Narra Xóchitl:
En serio no fue mi intención decirle nada al respecto, debí dejarlo enterrado. Vi sus ojos llenos de lágrimas y la abracé, abracé también a su yo pequeña, la que aún peleaba por saber quién era y a quién podía amar.

Nos abrazamos un buen rato y un beso profundo bastó para sellar nuestra promesa de un retorno prometedor, la vida me sonreía, me premiaba por tanta espera. Mis ganas de salir corriendo y decirles a todos que Claudia volvía a mis brazos no se hacían esperar.

Quedamos en que poco a poco se separaría de Jesús, debíamos cuidarnos de cualquier tipo de información que salía de nuestras bocas y que sabían nuestro allegados. Debíamos proteger juntas lo que tanto nos había costado recuperar.

Dormimos juntas en la casa de Noroña, esta vez no tuvimos relaciones, solo éramos nosotras dos, abrazadas como Dios nos trajo al mundo. Amando. Amándonos profundamente.

Narra Claudia:
Mis días han sido difíciles, bastante duros. Las cosas que se dijeron y las que no me rondaban la cabeza como un oleaje agresivo.  Pero mi confianza en Xóchitl y en nuestra relación se fortalecía con el paso del tiempo.

La relación con Jesús se fue deteriorando, al punto de que casi ni nos veíamos, las heridas tampoco habían comenzado a sanar de ese lado del corazón. Prácticamente yo manejaba nuestra relación públicamente porque sabía que Jesús no podría contestar ni siquiera cuál era mi comida favorita.

Mi candidatura iba excelente, las personas me mostraban mucho amor, poco a poco mis sueños se cumplían y el pueblo sanaba cosas que nunca rompieron.

Llegué justo a tiempo para el primer debate del INE, contesté preguntas a la prensa y decidí entrar lo antes posible al debate.

La vi sentada y sentí una inmensa ola de amor, quería correr y decirle lo mucho que la amaba, que todos supieran que esa era mi mujer, que me sentía orgullosa de ella.

Llegó Álvarez Máynez y me saludó de beso, le sonreí cálidamente y noté la mirada penetrante de Gálvez en mi rostro. No la voltee a ver en ningún instante, tenía que dejarlo pasar.

Narra Xóchitl:
El beso que le plantó Máynez no me pareció correcto en lo absoluto, me molestó la indiferencia de Claudia ante mis evidentes celos.

Comenzó el debate y debo admitir que hice un papel terrible, quedé en ridículo un par de veces por dejarme llevar por la desesperación. ¿Por qué Claudia no me volteaba ni a ver? Quería ver sus ojos que me derrumbaban cada vez que me miraban.

Xóchitl- Te quedaste callada, eso te define como una mujer fría y sin corazón- le dije y noté un pequeño cambio en su estructura corporal. Se había puesto rígida, le había dolido.

Narra Claudia:
Cada vez que Xóchitl hablaba en mi mente sonaban sus palabras de amor hacia mí, me tensé al verla un poco desesperada porque no volteaba a verla pero yo no podía hacer nada. Tenía que ganar el debate. Soy una mujer comprometida.

Nos dijimos de todo, algunas cosas fueron más hirientes y personales que otra cosa, para la audiencia no significarían nada, pero para una persona que lo ha vivido en carne propia, sabrán lo difícil que pueden llegar a ser.

Esa noche le envié mensaje a Jesús para que no me esperaba, ya yo llegaría más noche. Decidí dejar que el calor corporal de mi mujer me hiciera sentir amada, que todo lo dicho se fuera y me quedara ella por siempre.

Tampoco tuvimos relaciones esa noche, nos quedamos hasta tarde escuchando una canción que definió nuestros años de juventud, cuando más ardiente estaba la llama del amor.

Saqué mi guitarra que ya se había instalado en casa de Xóchitl como prueba de mi compromiso a nuestro amor y comencé a tocarla, canté para ella como los viejos amantes.

Esos brazos cruzados y ese ceño enojado
Me tienen intrigado, me intimidas ¿qué hago?
Y si das un paso me pones a llorar
Y si caminas más al suelo voy a dar

Xóchitl me miraba con esos ojos tan hermosos suyos que me mataban y me derrumbaban tal y como dice la canción.

No me mires con esos ojos
Que me deslumbras
Que me derrumbas
No me mires con esos ojos
Porque te lo doy todo

Me sentía halagada cada vez que me besaba a mitad del verso, tenía muchas ganas de quedarme ahí, de congelar el tiempo en sus brazos, de saberme suya.

Tuve que ir a casa con Jesús.

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