Su cuerpo, un templo que yo quiero reinar

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Narra Claudia:
Jamás había visto así a Xóchitl, me veía con una intensidad que nunca había experimentado antes. Yo ardía de placer.

Una vez que tomó mis pechos en sus manos, sentí que las inseguridades que se establecieron en mí casi toda la vida desaparecía con ella, no me daba miedo ser vulnerable ante sus ojos.

Antes de que pudiera notarlo cambie mi posición de inmediato, me paré y la besé con desesperación palpable, necesitaba tenerla en mí.

Me guió a su cuarto de manera inconsciente, una vez ahí mi impulso fue aventarla a la cama, pude ver el deseo en sus ojos. Le arranqué la playera con un jalón y me sorprendió notar de inmediato sus pechos duros, listos para mí.

Nunca había tenido en mis manos algo similar, sus pechos eran grandes como lo era el mundo. Besé y lengüetee hasta más no poder sus pezones. Eran míos. Solamente míos.
Sentí como su cuerpo se encogía y se volvía a distender lleno de excitación. Mis manos acariciaban sus pechos como un carro que recorre montañas.

Mientras besaba el resto de su cuerpo llegué al pantalón, me ayudó a quitárselo. Quise verla por un momento, admirar su cuerpo desnudo era como ver una pintura renacentista en el museo más exclusivo del mundo. Ella se retraía, sabía que eran sus inseguridades.

Claudia- Xóchitl, eres hermosa.- Inmediatamente vi como se relajaba, se abría ante mí para que pudiera hacer de ella lo que yo quisiera.

Le quité sus panties, no sin antes besar sus piernas y su abdomen, quería comerla entera, que no hubiera un mañana en el que no deseara volver a tenerme.

Me quité el pantalón y volví a mirarla, me estaba esperando abierta, sincera, contenida. Me hice una coleta y probé el mejor de los manjares. Sentí que la vida me estaba apremiando después de tanta espera.

Había una revolución en su cuerpo, gruñí enojada, desesperada.
Claudia- Quédate quieta, déjame comerte entera- Sus ojos me indicaron que continuara, frenética, deseosa.

Hice que Xóchitl se derritiera en mis labios y se volviera a formar, sentir sus palpitaciones en mi lengua fue la mejor sensación del mundo. Decidí ver hasta donde podía llegar y metí mis dedos, movía sus caderas de tal manera que mi excitación no podía ser mayor.

Claudia- Quiero ver cómo te estiras, eres mía- dije mientras ingresaba mis tres dedos. Su cuerpo se fundió en mí. Me detuve una vez más para besarla, con mis dedos aún adentro pero sin moverlos, le dije- Todo esto es mío, no quiero que nadie más lo toque, ¿entendido?

Xóchitl me miró con el ceño fruncido, su respiración estaba agitada, me besó y movió sus caderas intentando que moviera mis dedos, me alejé del beso
Claudia- ¿Entendido?
Xóchitl asintió con la cabeza desesperada, gimiendo, quería que continuara.

Metí mis dedos por completo, de su boca salió un gemido que nunca olvidaré, su espalda se arqueó.
Claudia- Dímelo
Xóchitl- Soy toda tuya, Claudia
Sonreí complacida.

Seguí besando, jugando y explorando su cuerpo entero, sintiéndome dueña del mundo y de cualquier tierra con cada gemido que de su boca salía. Hasta que finalmente, en mis manos sucedió la culminación, besé sus labios mientras sucedía. Intentaba sacar lo más que podía de ella. Que finalmente se sintiera mujer.

Me aseguré de limpiarla con mi lengua una vez que terminó.

Narra Xóchitl:
Nunca me había sentido así en mi vida, nadie nunca me había llevado tan lejos, me sentía realizada, amada, apreciada.

Besé a Claudia con ternura esta vez, el amor de mi vida hecho mujer, con mi mirada aún en sus ojos expresivos cambié de lugar. Ahora estaba yo arriba de ella. Noté su titubeo. Me acerqué a su oído mientras le quitaba los panties y le dije

Xóchitl- No sabes cuánto he esperado este momento. - pude notar como sus piernas temblaban de deseo.

Sonreí sin dejar de mirarla mientras bajaba mi cabeza a su punto máximo de placer, ver sus costillas expandirse y volver a su lugar mostrando sus ganas me hacía sonreír aún más.

Me hundí en ella, su olor a vainilla me hizo devorarla, su cuerpo se convulsionaba de placer, mis manos intentaban calmarla, tocaba sus pechos y Claudia se erguía, quería verme y la dejé.

Hicimos contacto visual y volvió a tirar la cabeza hacia atrás, fui metiendo cada uno de mis dedos haciendo movimientos lentos sin dejar de recorrerla con mi lengua. La respiración de Claudia aumentaba con cada dedo en su interior.

Crucé mis dedos, en forma de equis, y los introduje haciendo un gancho con ellos una vez dentro. Fue cuando no pude detenerla, su cuerpo cansado se dejó ir. Se vino en mis dedos apenas experimentados, me llene de ella tal y como ella se había llenado de mí.

No pude evitar sonreír. Agradecí el momento dejando besos tiernos en su cuerpo, era una mujer espectacular, su cuerpo era un templo que yo quería reinar. Llegué al lunar que había iniciado todo y sellé mi amor con un beso.

Su cuello me recibió triunfante, me dejó recorrerlo sin moverse, bese también su mandíbula, hundí mi nariz en su pelo con olor a vainilla y terminé mi recorrido con su mejilla. Claudia sonreía, estaba complacida, el trabajo ya había terminado. Me abrazó y como dos amantes que descansan después de culminar, puse mi cabeza en su pecho, quería quedarme a vivir ahí.

Xóchitl- Gracias por esto Claudia, no sabes cuánto lo he soñado. Incluso dudo que sea real.- Claudia peinaba mi pelo con sus dedos y besaba mi frente tiernamente.
Claudia- Esto es bastante real, Xóchitl, estamos aquí, desnudas. Nos amamos. Te amo- dijo con una voz ronca que volvió a deshacerme.
Xóchitl- Te amo, Claudia. Quisiera quedarme aquí por siempre.
Claudia- Yo quisiera tenerte dentro siempre- sentí como una sonrisa se pintaba en su rostro y aunque no pudiera verla, también sonreí.

Levante mi cara para encontrarme con la suya y pude confirmar mis hipótesis, se encontraba sonriendo, viéndome. Besé sus labios con dulzura, me regresó el beso con pasión.

Me levanté lentamente y todo volvió a comenzar. No sería incorrecto afirmar que nos entregamos dos veces más esa noche. Casi no dormimos nada. Nuestros cuerpos se habían deseado tanto tiempo que ya no tenía sentido separarnos. Mis caderas, todo mi cuerpo le pertenecía. Por primera vez en los años que llevaba viva me sentía realizada. Estaba justo donde quería estar, donde todas las partes de mí encajaban por completo.

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Nota de la autora:

Espero les haya gustado mucho este capítulo, me esmeré lo más posible en hacerlo un poco poético.
¿Tienen alguna recomendación para el próximo? Los leo.

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